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El scrum en la mira: el estilo argentino de una disputa muy peligrosa
El 21 de diciembre de 2016, poco después de la lesión de Jerónimo Bello, LA NACION publicó esta nota intentando explicar las razones por las que jugadores argentino los jugadores sufren más lesiones cervicales que en gran parte de los países en los que se juega al rugby. Las diferencias entre el scrum argentino y el del resto del mundo, en el ojo de la tormenta.
Las imágenes son fragmentos de partidos de rugby y tienen un final irremediable: el scrum termina derrumbándose. Ocho jugadores de cada equipo están entrelazados, en cuclillas y enfrentados. Empujan para disputar la pelota que tiraron en medio de esa formación. Segundos después quedan desparramados en el pasto. Quince se levantan. En todos los casos, un jugador sigue desplomado. No se mueve, no puede. Cayó con el cuello torcido, sufrió demasiada presión en la embestida inicial, se le cayeron jugadores encima. Por lo que fuera, el desplazamiento de una vértebra cervical lesionó su médula espinal. Se le apagó gran parte del cuerpo. Le pasó el 3 de septiembre a Ignacio Maeder, de 23 años, jugador de Duendes de Rosario; el 15 de ese mismo mes a Jerónimo Bello, de 23 años, pilar del San Isidro Club; y el 23 de octubre a Federico Bocelli, de 17 años, de Tala de Córdoba.
Aunque nadie se lo pida, Ignacio Rizzi no puede dejar de ver esos videos en la notebook que tiene en el segundo piso de la Unión Argentina de Rugby (UAR). Pone en pausa y trata de interpretar exactamente por qué se derrumban. Rizzi sufrió una lesión cervical similar, pero por un tackle, jugando para un equipo de Francia. Está en silla de ruedas desde 1992, y es el gerente de la FUAR, una fundación que se ocupa de ayudar a jugadores argentinos de rugby que por una lesión dentro de la cancha quedaron cuadripléjicos, parapléjicos o con una discapacidad severa permanente. En los últimos 51 años, la FUAR registra 35 lesionados con esas características trágicas, 33 de los cuales sufrieron un daño en la médula espinal a la altura de la cervical y uno a nivel lumbar. El restante tuvo un traumatismo de cráneo que lo dejó en silla de ruedas.
Ignacio Rizzi deja de ver los videos. Le resulta difícil así, con los ojos húmedos. "No podemos tener un lesionado más", dice, y reconoce que la situación actual es "preocupante". Al revisar medio siglo de rugby, 2016, con tres casos, es el año en el que más jugadores sufrieron lesiones "catastróficas", como llaman a las que son invalidantes y que en la mayoría de los casos obliga al jugador a usar una silla de ruedas el resto de su vida. Este año triplica el promedio histórico de una lesión por año. Y aún si alguien quisiese argumentar que la incidencia es consecuencia del crecimiento del rugby en la Argentina, en 2016, con 64.000 jugadores federados, la proporción de lesionados cada 100.000 jugadores sería de 4,68, el doble de la que tenía el país entre 1977 y 1997, cuando jugaban 48.000 personas. Además, al revisar los informes médicos internacionales más actualizados, la incidencia de lesionados en el país es cuatro veces mayor que la de Irlanda (0,89 cada 100.000), duplica la de Francia (1,7) y Nueva Zelanda (2), y está algo por arriba de la de Sudáfrica (4,5). Sólo en Fiji (10) y Australia (6,8) se encuentran referencias de este tipo de lesiones que superen la registrada este año en el país.
Ya el año pasado había sido demasiado trágico. José Basile, de 18 años, jugador del equipo tucumano Coipu, y Juan Gastaldi, de 20 años, pilar del CASI, quedaron cuadripléjicos. Gastaldi explica de una manera cruda la sensación que tuvo en el instante en el que al formar un scrum sintió la lesión: "Quedé con el cuello mal puesto y al hacer fuerza, sentí un crack y se me apagó el cuerpo". La cuarta y quinta vértebra afectaron su médula. Eso le pasó a Gastaldi, que jugó al rugby desde los 10 años pero a él nunca nadie le explicó cuál es la función de la médula espinal, ni que otros 31 jugadores antes que él habían sufrido una lesión similar, ni que un porcentaje significativo se lastima durante el scrum, una formación que integraba sistemáticamente.
Las estadísticas hablan por sí solas. Dicen que de los 35 jugadores que se lesionaron en los últimos 51 años, 18 se lastimaron durante un scrum. Seis se lesionaron por un tackle; cuatro durante un ruck (un jugador que lleva la pelota es tackleado, cae al suelo, y sus compañeros chocan y se empujan con rivales en una disputa, de pie, por la pelota, que permanece en el suelo); cuatro en ocasiones no específicas del juego; y tres en un maul, que es una disputa similar a la del ruck pero donde el jugador que lleva la pelota en las manos también está de pie. En los últimos dos años, de los 5 casos, 4 fueron en un scrum: exactamente el 80%. "Es una cuestión grave", califica Fernando Rizzi, secretario de la UAR, y asegura que pasar de un promedio de un caso por año a tres, los "descoloca". El dirigente resalta también el hecho de que los últimos cuatro casos se lastimaron durante un scrum. Es una formación que, a diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, en el país se le otorga mayor relevancia. Desde que hace cuatro décadas muchos equipos empezaron a entrenar un empuje coordinado que les permitió imponerse en esa fase del juego, una técnica que luego imitaron los Pumas y que hizo reconocido al rugby argentino. "Fuera de la Argentina el scrum se juega de otra manera. La pelota entra y sale rápido", afirma Rizzi.
Alto porcentaje de colapsos
La UAR analizó hace dos meses 25 partidos del Campeonato Nacional de Clubes. En promedio, por partido se disputaron 16 scrum, de los cuales 9 colapsaron, es decir el 56%. "El número de scrum es normal, pero el de colapsos es alto", reconoce Rizzi. En Inglaterra, según un estudio publicado por el British Journal of Sports Medicine, el promedio de scrum que colapsaron durante la temporada 2011 y 2012 fue del 31%. Cuando eso ocurre, de acuerdo al estudio, se duplica el riesgo a sufrir lesiones.
Lisandro Olmos, director médico de Fleni Escobar, centro que lleva atendidos 11 jugadores de rugby con lesiones medulares, advierte que cuando se desploma un scrum, los jugadores exponen su columna a un movimiento de hiperextensión del cuello que puede generar un daño y desplazamiento de las vértebras y afectar la médula.
Los últimos cuatro lesionados fueron durante un scrum. Y tres de ellos integraban la primera línea en esa formación, que está compuesta por dos pilares y un hooker, como llaman al jugador que está entre los pilares. Es decir, ocupaban los puestos que en gran medida garantizan el agarre con los jugadores de la primera línea rival y son los que soportan mayor presión, ya que están en el centro de una formación en la que se llega a ejercer una presión de una tonelada y media. Además, cuando una formación colapsa, suele ocurrir desde el centro, por lo que los cinco jugadores que están detrás de la primera línea de cada equipo pueden "arrasar", seguir ejerciendo presión o desplomarse sobre los jugadores de la primera línea, que ya están en el suelo y algunas veces en una mala postura. Del total de lesionados, 16 ocupaban posiciones en la primera línea, como es el caso de Gastaldi, Bello y Bocelli.
El promedio general de la edad de los lesionados, 19 años, es otro aspecto que es observado con preocupación. Incluso se registran tres casos en chicos de 15 años, dos de 16 años y cuatro de 17 años. "Los jóvenes son más laxos que los adultos y pueden tener más predisposición a este tipo de lesión", explicó el traumatólogo Mario Larraín, que es miembro de la FUAR y fue médico de los Pumas durante casi dos décadas. La razón que podría explicar por qué no hay menores de 15 años entre los lesionados es el hecho de que a esas edades el scrum se simula pero no se disputa.
La lesión de Jerónimo Bello
A 16 meses de su lesión, en una silla de ruedas, en el cuarto de su casa de Acassuso, Gastaldi expone generosamente y a partir de su experiencia lo que más preocupa al rugby nacional: la peligrosidad adicional que presenta la manera en la que se disputa el scrum en la Argentina. "Las cagadas se siguen haciendo", dice Gastaldi, sin ánimo de responsabilizar a nadie, pero reconociendo que muchas veces en la Argentina el scrum no se disputa con lealtad, lo que se traduce en derrumbes sistemáticos. Las "cagadas" a las que se refiere Gastaldi son técnicas antirreglamentarias que sirven para incomodar a los rivales durante la disputa del scrum, someterlo durante el empuje o derrumbar la formación para contrarrestar el dominio del rival, algo que él mismo reconoce haber hecho sin tomar conciencia del daño que podía producir a rivales o a él mismo. "Cagadas" que, como dice Gastaldi, "están metidas en la raíz" del rugby argentino.
No hay, o no trascendieron, análisis específicos que expliquen por qué se desplomaron los scrum durante los cuales se lesionaron los últimos cuatro jugadores. Ignacio Rizzi prefiere apuntarle a la naturaleza actual del scrum, al que la World Rugby describe como una fase para "reiniciar el juego, rápida, segura e imparcialmente", y que tiene un orden escrito y estricto y que es monitoreado de cerca por el árbitro. Así se explica la exagerada y desesperada reflexión que hace al analizar las últimas lesiones: "Que ocurran lesiones en el scrum es como que en un tiro libre de un partido de fútbol la pelota degüelle a un jugador de la barrera".
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