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Al final, los hinchas juegan y ganan partidos: cómo los estadios vacíos debilitan a los locales y potencian a los visitantes
Desde que la actividad se reanudó en la Argentina, el 30 de octubre de 2020, se notó la ausencia de público en el rendimiento de los dueños de casa; el extraño embrujo de la Bombonera
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“You’ll never walk alone” es el título del conmovedor himno de Liverpool, el club más fogoso de Europa. Su leyenda, sus títulos, se basan en formaciones corales y, también, en la pasión desbordante de Anfield, una suerte de hervidero para unos 54.000 espectadores. En la exitosa Premier League pasada, que lo consagró con 99 unidades, consiguió en su casa 18 triunfos y un empate; el 90 por ciento de esos puntos fue antes del flagelo de la pandemia. Cuando se bajaron los telones en el mundo, el gigante inglés llevaba un registro espectacular en su estadio: 68 partidos invicto; 55 triunfos, 13 derrotas.
Durante esta temporada, más allá de que Jürgen Klopp extravió el ojo clínico, el equipo sufre en el campo de juego y la atmósfera vacía lo debilita: perdió seis partidos al hilo y apenas marcó un gol, la peor serie como local en 128 años. Perdió con Burnley, perdió con Brighton. Hasta con Everton, el clásico de la ciudad.
En nuestro medio, Boca convirtió a la Bombonera en un templo. Sin embargo, sin hinchas, no gana: empata. En 2021, con River (2-2), Santos (0-0), Gimnasia (2-2), Sarmiento (1-1) y otra vez River (1-1). Al equipo millonario lo tuvo al borde del KO y no supo definirlo. ¿Le faltó el calor popular para rematarlo? ¿Habría ganado con el apoyo de los fanáticos? En la tabla como local de la Copa de la Liga, el conjunto xeneize se encuentra en la 16ª posición. Todo un símbolo.
Pasó un año. El fútbol argentino fue suspendido el 17 de marzo de 2020, diez días después del primer caso mortal de Covid-19 en el país (un hombre de 64 años), cuando todavía no se había jugado de manera completa la primera fecha de la Copa de la Superliga. La suspensión de River-Atlético Tucumán, el día 14, fue un primer indicio. La actividad doméstica se reanudó el 30 de octubre (cómo olvidar la imagen de un frágil Diego Maradona sin poder caminar en el Bosque, en el día de su último cumpleaños), un mes y diez días después de que los equipos argentinos regresaran a la competencia en la Copa Libertadores.
Marcelo Gallardo no solo es el entrenador de River: es una de las figuras más respetadas de nuestro medio. Hace tiempo que se refiere a esta problemática. “¿A quién no le gustaría volver a ver el fútbol con el hincha? Es lo que hace al espectáculo. No es lo mismo cómo se vive, se siente y lo que se transmite. El protagonista necesita del público. Ese ida y vuelta se extraña”, contaba.
Se refiere, además, a la “complicidad” del público, que juega a favor… y en contra. Según el caso: “Hay un montón de detalles marcados, desde lo bueno y lo malo. Muchas veces he pensado que, si hubiese estado el público presente, hubiese sido diferente”. La demoledora derrota contra Palmeiras, por ejemplo. Antes del segundo superclásico del año, fue aún más analítico: “Un clásico a estadio vacío no es lo mismo. Se extraña la tensión, la adrenalina, el aliento… Todo lo que incide externamente, cambia totalmente”.
La derrota de River contra Palmeiras
Según se comprobó, con los estadios vacíos, la influencia de la condición de local se desvanece y hasta los árbitros suelen ser más enérgicos con algunas infracciones provocadas por los futbolistas dueños de casa.
La consultora ProFootballDB (un manual en el mundo de los datos) analizó los resultados de once ligas europeas a fines de 2020 y confirmó un aumento en goles, penales a favor y victorias de los equipos visitantes. Sobre once campeonatos juzgados, los triunfos aumentaron para los visitantes un 2,15%; los goles, 6,79%, y los penales, 19,47%.
“Competir sin público disminuye el nivel de estrés del equipo visitante y esto puede hacer que juegue más liberado”, analizó el entrenador Mauricio Pochettino durante una charla con empresarios cuando se reanudó la actividad en Europa. Klopp trata de darle otro contexto al asunto: “Todos comenzamos a jugar al fútbol sin público, en los juveniles, y aprendimos a amar el juego no sólo por el ambiente en los estadios. Tenemos que acostumbrarnos a los estadios vacíos. Sabemos que será así durante unos meses”.
En la Premier League, en diciembre pasado, volvió a haber hinchas luego de 271 días. Duró un suspiro: la pandemia volvió con más fuerza en Gran Bretaña. La Bundesliga marcó el regreso del fútbol, el 16 de mayo de 2020, con el 4-0 de Dortmund sobre Schalke, luego de 69 días de inactividad. Es la competencia en la que se notó más la diferencia: los triunfos locales cayeron del 43,3% al 31,7%.
En esta parte del mundo, el 15 de septiembre pasado se reanudó la Copa Libertadores y durante los primeros tres meses se notó un cambio drástico. Casi no hubo diferencias entre los locales y visitantes, en una competencia en la que jugar en casa tiene un peso específico histórico. En ese lapso se disputaron 83 partidos. Y en el 57,5%, el dueño de casa no pudo vencer. En enero, en tiempos de definición, la tendencia se hizo gigante. Casos concretos: River perdió 3 a 0 con Palmeiras en Buenos Aires y se impuso sobre el mismo equipo por 2 a 0 en San Pablo.
En el campo doméstico, se repite la ecuación: los equipos visitantes se rebelan. En la segunda fecha hubo 7 triunfos en esa condición; en la tercera, Central Córdoba le ganó a San Lorenzo por 4 a 0 en el Nuevo Gasómetro y en la cuarta, no sólo hubo cinco triunfos “ajenos”: con el 7-1 de Boca sobre Vélez y el 5-0 de Estudiantes ante Arsenal, se festejaron 23 tantos visitantes contra apenas 14 de los locales. En la última jornada, siguió la tendencia: 4 éxitos. En la última fecha de la Copa Diego Maradona (zonas campeonato y complementación), hubo 5 triunfos visitantes de 12 partidos. En todos los casos, con estadios vacíos. ¿Y qué pasó la última vez que hubo público en todos los estadios? En marzo de 2020, el fin de semana en que Boca le arrebató el título de la Superliga a River en la última fecha, se contabilizaron siete triunfos locales, un empate y cuatro victorias visitantes.
Central Córdoba goleó en el Nuevo Gasómetro
Boca no pudo con Santos en la Bombonera. Marihno fue elegido recientemente como el mejor jugador del continente luego de una encuesta que publica el diario El País, de Montevideo, en la que votan periodistas de países de América. Al hábil jugador de Santos le preguntaron por esa cuestión. “Yo creo que sin hinchada se pierde mucho. Sobre todo cuando uno juega contra Boca en la Bombonera, que es un estadio muy concurrido, donde la hinchada es impresionante, el estadio vibra. La gente sabe que se pierde mucho sin los hinchas”, contó Marinho.
Y fue más allá: “Boca difícilmente perdía en casa con su hinchada... Fue un hecho que nos favoreció a nosotros”. La diferencia es enorme en la Libertadores en comparación con 2019. Sobre un total de 124 partidos (no se computa la final porque fue en un escenario neutral) hubo 64 victorias locales, 30 empates e igual cantidad de triunfos visitantes.
El baile de Boca en Liniers
Hay más trabajos científicos que ayudan a comprender esta problemática. Como un estudio presentado por el Departamento de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Alicante, España. Se recogieron datos de unos 230.000 partidos desde 1993 hasta la actualidad, de 41 ligas de 30 países.
“Antes del cierre de los estadios al público, el equipo local ganaba un 45 por ciento de los partidos frente a un 29 del equipo visitante. Tras el cierre, pasó a ser un 41 y un 33, respectivamente”, dice el estudio. Otro factor psicológico: la labor de los árbitros, en la práctica, más rigurosos con los locales. “Con público, al equipo visitante le cobran un 3 por ciento más de faltas, le sacan un 17% más tarjetas amarillas y un 33% más tarjetas rojas que al local”, explica el documento.
Sin el rigor de un estudio, Lionel Messi se lamenta desde el lado del profesional, que siente la acefalía casi como si fuera un fanático. “Es horrible jugar sin gente. Es una sensación muy fea. No ver a nadie en el estadio es como un entrenamiento y cuesta mucho meterte de entrada en el partido. Por eso se ven partidos muy igualados. Es muy complicado ganar, juegues contra quien juegues. La pandemia ha provocado que el fútbol cambie mucho y para mal. Lo estamos viendo en los partidos. Ojalá pase todo esto, podamos recuperar a la gente en los estadios y volver a la normalidad”, contaba. Semanas atrás, Barcelona perdió en el Camp Nou por 4 a 1 contra PSG. Ese choque fue el prólogo de la eliminación en los octavos de final de la Champions League. Algo que a Messi nunca le había pasado.
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