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La reina Tamara, la pieza más valiosa en el ajedrez de Georgia
BAKÚ, Azerbaiyán.- En la 8ª rueda de la 42ª Olimpíada de Ajedrez que se lleva a cabo en el estadio Crystal Hall, el equipo femenino de la Argentina (tablas de Luján y Zuriel, y derrotas de Fernández y Martínez) cayó 3 a 1 ante su similar de Georgia. Una de las potencias de este certamen; el 4° mejor equipo.
Esta joven República, con apenas 20 años de independencia, se trata de uno de los pocos países donde el ajedrez es tan popular como el fútbol; incluso, sus mujeres juegan tan bien como sus ajedrecistas varones. Acaso, esto tampoco haya sido magia, sino que fue producto de una mujer a la que sus súbditos adoraban, respetan y llamaban Rey en lugar de Reina; la que impuso una costumbre, que pasó de padres a hijos, y se volvió tradición hace más de un milenio. Nace la historia.
Durante la Edad Media, en Europa Oriental, una poderosa reina, anterior a Isabel I de Inglaterra y Catalina La Grande de Rusia, consolidó y expandió el imperio Georgiano. Su nombre, de origen bíblico por pertenecer a la dinastía Bagrationi (descendientes directos del Rey David) era Tamara, hija de Jorge III, al que sucedió en el trono.
Coronada a los 24 años, Tamara condujo entre 1184-1213, el período más próspero y exitoso en el campo político, económico, militar y cultural bautizado como la era dorada georgiana. Por eso, tras su muerte fue canonizada por la iglesia ortodoxa y apostólica georgiana, como Santa y Justa Reina Tamara, a la que el célebre poeta Rustaveli, le dedicó la obra: “El caballero en la piel”, una biografía de la primera mujer que gobernó un país.
La reina Tamara fue una de las grandes impulsoras de la igualdad de géneros y, como fuerte aficionada al ajedrez, promovió, además, su práctica entre hombres y mujeres. No fue extraño que durante su reinado ordenara que toda dote nupcial debía contar con un juego de ajedrez. Luego, ya sin su presencia física, el legado se mantuvo, e incluso tuvo un agregado, el juego de la dote fue acompañado con el libro de Rustaveli.
Este cambio no sólo permitió que toda mujer conociera la capacidad de la Reina Tamara para desafiar las peripecias del reinado, sino que además sirvió para dar conciencia de que al menos en ese país, las mujeres son iguales a los hombres. Y no sólo en el ajedrez, sino en todas las áreas.
Criadas y educadas bajo estas condiciones, las ajedrecistas georgianas aprendieron a marcar diferencias con sus pares. Desde la desaparición de la URSS, la República de Georgia ganó cuatro olimpíadas femenina.
Entre 1962 y 1991, dos georgianas, Nona Gaprindashvili (1962-1978), y Maya Chiburdanidze (1978-1991), se dividieron el reinado femenino.
La primera mujer que ganó el título de Gran Maestro fue Nona Gaprindashvili, la misma que en 1977 en Lone Pine ganó un abierto entre 45 maestros varones.
En el último ranking de la FIDE (julio 2016) entre las 100 mejores ajedrecistas, 48 de ellas son de origen georgiano, casi el 50%. Un dato revelador.
Por eso, aunque en la alta competencia toda derrota duele y cala hondo -lo saben las argentinas que estuvieron muy cerca de la hazaña-, tal vez, deberán comprender que las superó un rival con tradición, cuyo espíritu de lucha está a prueba del paso del tiempo; no se rinde, ni desaparece.
Acaso, como el legado de la Reina Tamara, la pieza más valiosa de esta mínima historia.
La novena rueda
Una valiosa victoria lograron las maestras argentinas (preclasificadas N°26) en la 9ª y antepenúltima rueda de la 42ª Olimpíada de Ajedrez que se lleva a cabo en el estadio Crystal Hall en Bakú; en gran forma se impusieron a su par de Turquía (N°17) por 3 a 1. Victorias de Denise Carraro y Florencia Fernández ante Zehra Topel y Kubra Ozturk, y tablas de Carolina Luján y Marisa Zuriel frente a Ekaterian Atalik y Betul Yildiz, respectivamente.
Con este triunfo la Argentina, con 12 puntos, se ubica 21° en la competencia femenina, con 140 naciones y que tiene a China, líder con 16.
En tanto los varones no lograron reponerse de la derrota (2,5 a 1,5) de la anterior jornada ante Belarus, y ayer, en la 9ª arañaron un empate 2 a 2 ante Filipinas. Victorias de Alan Pichot y Federico Pérez Ponsa ante Paulo Bersamina y John Gómez. Mientras que Diego Flores y Sandro Mareco perdieron frente a Eugenio Torre y Julio Sadorra.
Con el empate el equipo masculino se ubica 57°, con 10 puntos, entre 180 naciones. Son punteros, EE.UU. y Ucrania, con 16.
Hoy en la penúltima rueda, las argentinas se medirán con Irán y los varones con Suecia.
ci/jt
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