El ajedrez vuelve a su cuna: India gana la Olimpíada por primera vez

La mayoría de los expertos coinciden en que el origen del ajedrez se sitúa en la India, allá por el siglo sexto. En el ajedrez de competencia organizado, India no se había destacado hasta que, hacia fines de los ochenta, surgió un jugador diferencial, Vishwanathan Anand. A partir de entonces, en forma progresiva y sistemática, India pasó a ser una potencia ajedrecística de primer nivel. Y ahora ganaron la Olimpiada ¡por partida doble! Tanto en varones como en mujeres.

Podría decirse que con este triunfo que se realizó en Budapest los indios han alcanzado su cénit; pero hay algo más. Se trata de su primer tablero, Dommaraju Gukesh. Este joven surgió en la Olimpiada anterior, obteniendo, con 16 años, la mejor performance comparada de toda la Olimpiada. Ahora, en Budapest, con 18, volvió a repetir el mismo resultado. Fue el mejor jugador de la Olimpiada, muy por delante, entre otros, de Magnus Carlsen, que representó a Noruega.

Recordemos que Gukesh ganó hace unos meses el Torneo de Candidatos, y que en noviembre enfrentará a Ding Liren por el Campeonato del Mundo. Si gana, será el campeón mundial más joven de la historia del ajedrez.

El desempeño argentino fue más que digno. El equipo masculino debió superar muchas dificultades; por ejemplo, la defección por enfermedad de Rubén Felgaer hizo que el equipo debiera jugar casi todas las rondas con la misma formación, sin descanso para los jugadores. Fernando Peralta, en el primer tablero, estuvo sometido al fuerte estrés de enfrentar cada día a un top mundial, sin ningún break para aliviar esa presión. Luego, fueron muy buenas las prestaciones de Leandro Krysa en el segundo tablero, y de Diego Flores en el tercero, y excelente la de Tomás Sosa, que hacía su debut olímpico, en el cuarto. Sosa jugó todas las partidas, ganó siete, perdió dos, y empató dos.

Cabe consignar que la Argentina juega sin sus dos mejores jugadores, ya que el primer jugador del ranking, Sandro Mareco, no fue de la partida; y que otro que sería el mejor de los nuestros, Alan Pichot, representó a España, logrando un rendimiento superlativo en el tercer tablero de su equipo. Hace falta una mayor pericia dirigencial para optimizar las chances del equipo.

El equipo femenino argentino tuvo la mejor actuación que se pueda recordar en una Olimpíada. Estando preclasificadas en el lugar 26°, quedaron en el puesto 11° en la tabla final, delante de muchas potencias mundiales. Apoyadas en Candela Francisco, primer tablero con 18 años. Jugar en el primer tablero requiere una gran dosis de madurez. Muchas veces, sólo se trata de defender una posición inferior durante horas para conseguir unas modestas tablas. Pero eso es fundamental para un buen equipo, y para lograr un buen resultado; porque en el primer tablero siempre están las mejores jugadoras, que se sacan pocas diferencias entre ellas.

Candela jugó todas las rondas, ganó cuatro partidas, empató seis, y sólo perdió una. Es una actuación notable. En el segundo tablero, María José Campos, una jugadora muy intensa, que siempre juega a ganar, con mucho carácter. ¡No hizo tablas! Ganó siete y perdió tres, pero ganó las cuatro últimas, con lo que eso implica de importante para el equipo. En el tercer tablero tuvimos el excelente ajedrez de Anapaola Borda. Cada vez que reproduzco una partida de Anapaola, me admira la base de su juego posicional y la profundidad de sus planes. En el cuarto tablero, Claudia Amura jugó pocas partidas, dejando ese lugar a Belén Sarquis, que rindió muy bien y obtuvo victorias importantes para el equipo, como en la última ronda ante Serbia. Así que, por poner un puntaje, los varones un siete, y las mujeres un nueve.

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