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Ajedrez relámpago, una modalidad que gana cada vez más popularidad entre el público y los maestros
Las partidas suelen durar entre tres y cinco minutos por jugador, y dos segundos por cada movida realizada; en el pasado fue denostada, pero hoy es cada vez más aceptada
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El ajedrez, tan pasivo, lento, y calmoso como parece, tiene su lado vertiginoso. Son las partidas de ajedrez relámpago, o blitz, en las que cada jugador dispone de muy poco tiempo en el reloj para completar cada partida. Según sean los gustos de los jugadores, si se trata de partidas informales, o bien según las reglas del torneo, si se trata de una competencia oficial; las partidas rápidas pueden ser a cinco, o a tres minutos por jugador.
La tecnología reciente, que permite sumar segundos por cada jugada realizada, ha impuesto un ritmo de juego que se volvió universal: tres minutos por jugador, con el agregado de dos segundos por cada jugada realizada. Esto nos da, para una partida de, digamos, sesenta jugadas, un tiempo global de diez minutos. Hay quienes consideran incluso que esto es demasiado tiempo. La verdad es que diez minutos en total es bastante para un blitz. El blitz extremo es a un minuto por jugador sin agregado de tiempo. En este vértigo, es el americano Hikaru Nakamura quien pasa por ser el mejor del mundo. Como es de suponer, los mejores ajedrecistas clásicos, también suelen ser los mejores jugando a ritmos rápidos. Así Magnus Carlsen ha ganado varias veces el mundial de partidas rápidas y también el mundial de blitz.
En efecto, el escandinavo se presentó en el mundial de partidas rápidas y de blitz, en Almaty, Kazajistán, a fines del año pasado, una vez que decidió dejar de competir en la disciplina tradicional. Carlsen habitualmente aboga por la disminución de los tiempos de juego, de modo de hacer más atractivo el ajedrez para el gran público. A él este tipo de juego le resulta más entretenido, y muestra una superioridad tan marcada como la que ejerce en el más solemne ajedrez clásico.
Los argentinos también tuvieron su espacio para destacar en esta modalidad, particularmente durante el Mundial de 2016. En aquella ocasión, un póquer de grandes maestros argentinos participaron en esta competencia que reunió a 108 jugadores, y el diagnóstico señala la paridad de fuerza entre ellos: Alan Pichot, Nº 56, con 10,5 puntos; Sandro Mareco, Nº 64, y Diego Flores, Nº 66, ambos con 10, y Federico Pérez Ponsa, Nº 79, con 9,5. Pero como sucediera en cada una de las jornadas, las tres que ocuparon el torneo rápido y las dos del blitz, el más joven de ellos, Pichot, entonces de 18 años, fue el mejor en cuanto a performance: se enfrentó con rivales más duros que sus compatriotas y no desentonó.
Entre las dos competencias, a 15 ruedas (el rápido) y 21 (el blitz), Alan Pichot jugó contras 34 grandes maestros, con un maestro internacional y con sólo un rival sin título: derrotó a 15 de ellos, y empató con 4. Todo un logro.
Hay que diferenciar entre partidas rápidas, que pueden ser a quince minutos por jugador, y el blitz, del que estamos hablando en esta nota. Muchos campeones del mundo dejaron en el recuerdo su destreza en el blitz, por ejemplo, Misha Tal y Bobby Fischer. Pero también ha tenido sus detractores; Mikhail Botvinnik, el patriarca del ajedrez soviético, abominaba del blitz y lo consideraba una degradación inadmisible del arte ajedrecístico. Pero los tiempos han cambiado. En la actualidad, jugando así, los jugadores están más distendidos, la derrota no es tan importante, hay revancha inmediata, y lo más importante, el pensamiento se reduce a un golpe de vista en el que intervienen los conocimientos acumulados, la intuición, y aún la rapidez de manos.
Otro motivo que hace muy importante dominar el blitz con suficiencia, es que los desempates de los primeros puestos de los torneos, y de lugares clasificatorios, se deciden jugando partidas rápidas, si bien no a ritmos de juego tan trepidantes como los aquí indicados.
Una cosa es clara, para cualquier ajedrecista es sumamente entretenido jugar partidas relámpago, y su popularidad entre los aficionados es masiva. Antes eran habituales las reuniones de entusiastas en los clubes deportivos para jugar ajedrez relámpago. Ahora, internet ha facilitado su práctica, con un fuerte resurgimiento como consecuencia de la pandemia de Covid-19 en 2020, y aficionados de todo el mundo juegan ingentes cantidades de partidas rápidas cada día en las muchas plataformas especializadas.
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