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Agustín Canapino: "Sin riesgo, no sería tan lindo correr autos"
"Me costó mucho llegar hasta acá y quiero cuidarlo", destacó el campeón del Turismo Carretera
Antes de asistir a la entrega de los premios Olimpia en Pilar, Agustín Canapino corrió una competencia en un campeonato español de automovilismo virtual. Sus adversarios, internautas de varios países, saben quién es: campeón de Turismo Carretera y de Top Race V6 , y tal vez el mejor piloto argentino del momento. El mejor piloto real, tangible, más allá de los simuladores con los que construyó su trayectoria deportiva y que sigue disfrutando, a los 27 años. Sus rivales en las pistas de computadora hasta siguen, a la distancia, sus carreras en las pistas de verdad.
“No sólo son mi pasatiempo, sino que también son parte de mi entrenamiento”, comentó el arrecifeño a LA NACION, Olimpia de Plata en mano, y cerca –sin saberlo– de obtener el de Oro, que se llevó la nadadora Delfina Pignatiello. Agustín siempre se manejó con los simuladores. Mediante ellos aprendió a ser piloto, ya que no tuvo la posibilidad de cursar el jardín de infantes de este deporte, el karting, por más que su papá, Alberto, fuera uno de los preparadores más prestigiosos del automovilismo argentino. Aún lo es, y dirige el equipo con que su hijo se coronó por segunda vez en TC, en una definición espectacular a bordo de su Chevy en La Plata, hace tres domingos.
“En el simulador no existe el riesgo, nada que pueda lastimar, y es mucho más barato. Sirve para hacer las bases del automovilismo, entender el deporte, entender la tecnología de los autos, practicar la puesta a punto... Sirve para los reflejos, la agudeza visual, el campo de visión, la concentración”, enumeró Canapino, alguien que aunque desde los dos o tres años jugaba con autitos y sintió pasión por esto, nunca proyectó ser corredor de carreras...
–Cuando saliste campeón de TC hace unos días le dedicaste el título a Guido Falaschi. ¿Su accidente mortal abrió los ojos a los pilotos como para darse cuenta de que esto no es correr en un simulador?
–Totalmente. Desde que empecé a correr, han perdido la vida [Guillermo] Castellanos, [Alberto] Noya y su acompañante [Gabriel Miller], Guido... Ha habido accidentes graves que causaron lesiones, como el de Eugenio Salerno... A medida que pasan los años, gracias a Dios es más seguro, pero no deja de ser un deporte de riesgo. Y bueno: es lo que nos gusta. Nos gusta la adrenalina, nos gusta la velocidad, y si no existiera esa dosis de riesgo, no sería tan lindo lo que sentimos dentro del auto. Siempre fue mi gran pasión el automovilismo.
–¿Qué sabor tiene este título respecto al de 2010?
–Son distintos sabores pero es la misma satisfacción. Ahora soy más grande, me doy más cuenta de las cosas, y éste fue tremendamente emotivo. Jamás pensé que sería piloto de carreras; imaginá ser bicampeón de TC. Ni en el mejor de los sueños... Así que soy un agradecido a Dios y a la vida, que me permiten no sólo vivir de esto sino también disfrutar los campeonatos. El TC es la categoría más competitiva del país, y yo esperaba, si algún día tenía que ser campeón, hacerlo una vez en la vida. Imaginá que me pasó a los 20 años, muy temprano. Me sirvió para madurar. Después de eso cometí algunos errores que quizás me ayudaron a ser mejor hoy.
–¿Errores en la pista o fuera de ella?
–En los dos lugares. Era muy chiquito. Pero de uno va evolucionando. Y creo que todavía queda mucho por aprender.
–En la pista, errores conductivos. ¿Y fuera de la pista?
–Quizás, creérmela un poquito de más. Después, con el tiempo, me di cuenta de que estaba equivocado.
–¿Aquella rencilla en Súper TC 2000 con un compañero de equipo [Néstor Girolami] estuvo entre las equivocaciones?
–No. Eso fue competencia de pista. Quizás nunca más la tenga de esa manera, porque era más chico; ahora, más de grande, uno se da cuenta de que las carreras de autos no son el fin del mundo.
–¿Cuándo creíste que serías el campeón en esa carrera de La Plata que pareció guionada para vos, con la definición en la última vuelta?
–Hasta que bajaron la bandera no lo creí. De hecho, estuve shockeado un rato largo, preguntando si era campeón. Porque ganamos por 0,25 puntos, en la última vuelta, con toda la locura que hubo, teniendo que remontar varios puestos...
–Con una ayuda externa sin intención porque un piloto [Mauricio Lambiris] fue sancionado...
–Exactamente. Físicamente estaba muy cansado porque había dejado la vida dentro del auto. Hacía mucho calor y el TC es muy duro físicamente... Entonces, me costó un rato largo darme cuenta, y recién cuando llegué, estaban todos eufóricos y vi llorar a todo mi equipo, empecé a caer.
–Comienza a haber acuerdo sobre que Agustín Canapino es el mejor piloto del momento, tras años de consenso sobre Matías Rossi, Guillermo Ortelli... ¿Coincidís en que hoy sos el mejor?
–Si soy el mejor o no, no es un tema mío. Yo, simplemente, trato de progresar día por día, dar lo mejor y no conformarme. El año que viene voy a subir a cada auto como la primera vez, porque así me tomo las cosas en la vida y así me tomo el automovilismo.
–Conseguiste una doble corona. ¿Cómo habría sido una triple?
–Habría sido lindo. Faltó poco. Nos ganaron muy bien Facundo Ardusso y su equipo. Fueron los mejores en Súper TC 2000 y merecen el título. No se dio este año; ojalá algún día se dé, y si no se da, de todos modos a este 2017 voy a recordarlo por mucho tiempo.
–¿Dónde ubicás a Ardusso, que peleó con vos por dos campeonatos y, cuando festejabas el de TC, esperaba para saludarte?
–Facu es crack. Es un piloto con mayúscula. Tiene un nivel conductivo que hace que para ganarle uno deba estar al 110% y tener esa dosis de suerte que tuve. Hoy, sin dudas, ganarle a Ardusso es ganarle al mejor piloto del país.
–¿El 2017 es tu mejor año?
–Sin dudas. Porque salí campeón de TC y de Top Race, y en los dos casos viniendo de atrás, siendo el retador. Y en Súper TC 2000 salí subcampeón ganando la última carrera, muriendo de pie. Sin dudas, el mejor año. La única forma de superarlo es la triple corona. Si alguna vez pasa, será un locura total, y si no, éste va a ser el mejor año de mi carrera.
–¿Cuánto valorás este Olimpia?
–Muchísimo, porque cuando era chico miraba estos premios y los veía muy lejanos. Y porque ya el estar sentado a la mesa por tercera vez es un privilegio, un honor, y más con este segundo Olimpia que gano, tras el de 2010. Soy un agradecido a mis equipos de las tres categorías, a la vida y a Dios, que me permite disfrutar este momento.
–¿Tenés todavía alguna chance de competir en el exterior? ¿Te interesa?
–Lo veo difícil, porque es muy complicado encontrar un automovilismo mejor que el argentino. Pero al mismo tiempo, me encantaría tener algún día una posibilidad real, que justifique dejar lo que tengo acá. Si no se da... Sinceramente, tenemos un automovilismo de los mejores del mundo, que hace que uno tenga que desafiarse día por día.
–¿De qué depende una chance extranjera? ¿De una invitación? ¿De reunir un presupuesto?
–Tiene que ser algo que realmente me sea rentable, y en una categoría competitiva. Lo que tengo acá es mi trabajo, yo vivo de esto; no puedo ir a probar suerte. Me costó mucho llegar hasta acá y quiero cuidarlo.
El año próximo, con 28 de edad (los cumplirá el 19 de enero), Canapino participará en las mismas tres categorías en que peleó hasta el final en 2017. En TC actuará en la escudería que posee con su padre; en STC 2000, en el equipo Chevrolet YPF, y en TR V6, en el Sportteam. Con la esperanza –no obsesión– de que surja una buena propuesta para competir en el exterior. Más allá de su campeonato español de simuladores, claro...
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