Agassi

NUEVA YORK.- Sueño americano cumplido. Show garantizado para despedir el milenio. Después de dos semanas cortando clavos, el can didato de todos cumplió con su palabra. Paso a paso. Había que verlo, entonces, con esa sonrisa enorme, en medio de la ovación más grande que se escuchó durante estos trece días.

Andre Agassi es finalista por cuarta vez del US Open. Andre Agassi, campeón aquí en 1994, desde mañana será otra vez el Nº 1 del mundo. Andre Agassi, el que está de vuelta. El que, al fiel estilo Rocky IV, cambió el curso de su historia ante ese Ivan Drago personificado por Yevgeny Kafelnikov, su gran rival por la cima, a quien dejó atrás por 1-6, 6-3, 6-3 y 6-3.

Sueño americano cumplido, dijimos. Porque Agassi, de 29 años y 2° favorito, disputará el partido que cerrará el último Grand Slam del milenio con su compatriota Todd Martin. Terminator sufrió siete lesiones en los últimos dos años. No es alguien por quien muchos pagarían una fortuna por verlo. Pero Martin, también de 29 años, impresiona por su sacrificio. Alcanzó la segunda final en este tipo de torneos -la anterior fue en Australia 94, en la que cayó ante Pete Sampras-, al eliminar al francés Cedric Pioline por 6-4, 6-1 y 6-2, en el que fue el aperitivo del gran plato que sirvieron Agassi y Kafelnikov.

O Rocky v. Ivan Drago. Artífices de un duelo de velocidad y precisión asombroso. Kafelnikov golpeó primero. Fue un vendaval imparable para Agassi. Silencio. Suspenso. La película había comenzado con un argumento probable, pero poco deseado por el público.

El muchachito de Las Vegas, obligado a encarnar el papel de bueno por la notable deserción de figuras, estaba en problemas. Serios. Habían pasado 21 minutos y ya estaba un set abajo.

Pero el desarrollo iba a demostrar, una vez más, que Agassi posee un amor propio, único. Que lo hace distinto, carismático... y taquillero.

Empezó a manejar los tiempos. A cambiar la velocidad. A proponerle un mano a mano increíble a Kafelnikov. A dejar todo y poner en claro que el ganador realmente podía adueñarse de esa chica obsesiva y deslumbrante llamada Nº 1 del mundo.

Los dos pelearon sin tregua, pero sin desesperación. Con cambios de golpes plenos de estilo. Improvisando. Haciendo olvidar al ausente rey Sampras. Confirmando que eran los más serios candidatos al Oscar.

El ganador del Abierto de Australia (Kafelnikov) terminó rindiéndose ante el vencedor de Roland Garros. La guerra fría del tenis había minado las esperanzas del talentoso ruso. Victoria, con la bandera de las barras y las estrellas en lo más alto, para volver a vivir una nueva final americana. La última la disputaron Sampras y Chang, en 1996.

"Estoy en el mejor momento de mi carrera, jugando el mejor tenis de mi vida. Mi tenis refleja mi estado de ánimo. Este título es demasiado para mí. Quiero ganarlo y terminar el año como el mejor de todos. Quería jugar con Pete (Sampras) y disputar la revancha de Wimbledon, pero si Todd (Martin) llegó hasta aquí es porque también vive un buen momento", sintetizó Agassi, que ayer festejó cinco años de su única conquista en el cemento de Flushing Meadows.

John McEnroe, el nuevo capitán de la Copa Davis de los Estados Unidos, lo escuchaba desde la cabina de televisión. "Andre es Mr. Ataque y Mr. Defensa. Hoy es el mejor de todos. El más completo". Con esas palabras cerró su comentario. Tiene razón Big Mac. En un año con distintos vaivenes en la cima, Agassi fue el más regular. Ganó en París, fue finalista en Wimbledon y aquí también definirá el título. Hace poco muchos lo daban por muerto. Sería imperdonable que a fin de año no pueda terminar en lo más alto.

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