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Accavallo a 30 años del título
Recuerdos: el ex campeón de los moscas rememoró la obtención de la corona en Tokio ante el local Takayama y habló de todo un poco de su relación con la familia con el trabajo y con los amigos sin quienes "no podría vivir"; a lo largo de toda la charla dejó en claro su filosofía de vida que se nutre de los buenos ejemplos y de las cosas simples de la vida.
Es uno de esos personajes que están metidos en el corazón de Buenos Aires que forman parte de la idiosincrasia de una ciudad que aún hoy se arraiga a los recuerdos. Horacio Accavallo es uno de esos nombres que está vivo en la memoria del pueblo. Tal vez por haber sido la imagen del que nunca tuvo nada y que a fuerza de lucha supo conseguir todo.
Hoy a los 61 años es dueño de una filosofía que está relacionada con su historia. Esa que con orgullo repite una y otra vez. Sus días en la quema junto a su padre las noches con su carro de cartonero sus largas horas en el circo su galpón de chatarra su incursión en el fútbol y su éxito en el boxeo.
Ya pasaron treinta años de haber conseguido el título del mundo. A veces me gustaría que el tiempo no pasase tan rápido. Lo que daría por tener 20 menos... Accavallo es un nostálgico un típico porteño sacado de una calle de empedrado irregular y buzones que ya no existen. Un porteño que nació en la Capital Federal el 11 de octubre de 1934 cuando el boxeo argentino era dorado en los Juegos Olímpicos.
A tres décadas de la obtención del título del mundo de los moscas la vida lo encuentra con una historia que nunca soñó. Dueño de varias tiendas de deportes y de una confitería en la Costanera recuerda vivamente el invierno japonés de 1966. "La pelea iba a ser con Hiroyuki Erbihara pero tuvo un problema en su mano que le impidió boxear y me obligó a quedarme un mes en Tokio para poder enfrentar a Katsuyoshi Takayama".
A los 31 años había depositado toda su esperanza y sus fuerzas en esos 15 rounds que lo esperarían aquel 1° de marzo. "No fue nada sencillo el día del combate me cambiaron los guantes. Ya en el tercer asalto tenía los nudillos destrozados. La pelea fue pareja hasta el octavo pero después lo tuve tambaleando y si no lo tiré fue porque cada vez que lo tocaba me dolían las manos. Solamente intentaba hacer puntos" rememoró.
Familia trabajo amigos
Actualmente el destino le ofrece otro camino: su familia sus amigos y su trabajo donde aún hoy sigue atendiendo sus negocios. "Me levanto a las 8.30 bajo a la cocina a tomar un poco de mate estoy un rato en casa y me voy a la oficina donde por lo general me quedo hasta las 18. Después siempre me hago tiempo para encontrarme con mis amigos los de siempre: Redondo Bacherian Digiani Lectoure Kociak y Vaccari. Sin ellos todo pierde sentido."
Accavallo es una de esas personas que recuerdan todo el tiempo a los afectos más cercanos. "Lo mejor que me pasó en la vida fue conocer a mi mujer Ana María con la que llevamos 28 años de casados y con las que compartimos nuestros cuatro hijos: Analía (24) Aldana (23) Horacio (22) y Gustavo (18) el que me relacionó con la música."
Hace un tiempo grabó un tema (Piñas van piñas vienen) con el grupo de rock 2 Minutos en el que se escucha su voz diciendo ...pibe no me bajés los brazos... Casi como un símbolo de su vida.
Buenos Aires es un pedazo del Luna Park de Troilo de Gardel de Sabato de Maradona. Acá está mi vida acá estoy yo. Y aunque Horacio Accavallo no lo diga Buenos Aires también es un pedazo de él...
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