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“Acabás de besar un departamento”: la divertida anécdota de Diego Maradona y su joya más preciada
En el cumpleaños de Diego Maradona de hace dos años, los invitados iban llegando a la fiesta mientras el Diez los recibía sentado en un sillón. A modo de gracia, ofrecía su mano derecha donde sobresalía un anillo con una piedra impactante de color azul para que los asistentes le dieran un beso.
Pasaban uno a uno hasta que una señora sonrió después de besar la joya y le dio pie al exfutbolista para una de sus habituales ocurrencias. "Acabás de besar un departamento", dijo Diego mientras los presentes reían a carcajadas.
El anillo de brillantes, la joya preferida del astro, tiene una historia muy peculiar. En julio de 2018, Maradona viajó a Bielorrusia para asumir como presidente del fútbol de Dinamo Brest. Cuando llegó a la ciudad causó una verdadera revolución. Lo recibieron en un estadio lleno, al que arribó a bordo de una Overcomer Hunta, una exclusiva camioneta anfibia que le regaló el club, con chasis de fibra de vidrio, un tanque de combustible de 100 litros y capacidad de navegación (como si fuera un barco) a razón de 8 kilómetros por hora.
Luego, el Diez le dio una charla técnica al plantel y recibió un segundo obsequio: el mencionado anillo, al que amó apenas se lo colocó en el dedo anular de su mano derecha y que está tasado en 300.000 dólares.
Pero al Diez le llegó una oferta para volver a dirigir, en Dorados de Sinaloa, y no lo dudó. Se subió a un avión y aterrizó en México. Así, la aventura en Bielorrusia se acabó. Y más allá de que no rompió el lazo y fue nombrado presidente honorario de la institución, la camioneta quedó en Brest y sigue siendo de su propiedad. Por su parte, el anillo se transformó en un compañero inseparable de Diego.
Las joyas siempre fueron una debilidad para el excapitán de la selección argentina. Los relojes de alta gama se convirtieron en uno de sus fetiches y hasta se acostumbró a lucir dos (uno en cada muñeca). También los obsequió como premio preferido a la hora de reconocer a sus futbolistas en los conjuntos que dirigió. En Fujairah y en Dorados era habitual que sus goleadores recibieran un reloj de la marca Hublot cada vez que se destacaban sobre el verde césped.
También los aritos se transformaron en pieza indisoluble de su fisonomía. Basta con recordar la novela de los aros con tres grandes piedras de diamantes que le confiscaron en Italia en 2009 como parte de pago de una deuda fiscal y que luego fueron subastados en 25.000 euros.
De todas las joyas, el anillo que le regalaron en Bielorrusia se quedó con el rótulo de su predilecta. Y hasta se convirtió en cábala. Su presencia en el banco de suplentes de Gimnasia y Esgrima de La Plata derivó en una racha de buenos resultados y eso generó que lo luciera en cada partido, al igual que el rosario que lo había acompañado desde el Mundial de México 1986.
En la actual Copa de la Liga Profesional (rebautizada Copa Diego Maradona tras su fallecimiento) no alcanzó a mostrar el anillo. Luego de su internación y posterior operación, no lo llevó hasta su casa en el barrio San Andrés, de Tigre, donde murió. Y, así, la joya pasó a engrosar la millonaria herencia que disputarán sus descendientes.
El anillo vale un departamento y también una anécdota con la picardía de las frases imborrables del mejor jugador de todos los tiempos.
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