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Fallecimiento.- El porteño Abel Laudonio, ganador de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y ex campeón argentino de los livianos, entre 1964 y 1965, falleció ayer, a los 75 años, en la ciudad de Buenos Aires. Laudonio, nacido el 30 de agosto de 1938, fue un símbolo del Barrio de Villa Urquiza; sobrellevó, en los últimos años, una dura porfía ante una enfermedad neurológica que determinó su deceso. Casado y padre de tres hijos, orgulloso de su familia, siempre diagramó proyectos para su vida, enmarcada en una admirable superación social que lo elevó de una niñez pobre, esparcida por distintos sitios de Capital Federal. Sus primeros pasos en el boxeo fueron en el Club Excursionistas, pero su lanzamiento hacia la consagración lo gestó en el Almagro Boxing Club, de la mano de su guía: Prudencio Melero.
Participó de dos Juegos Olímpicos: Melbourne 1956 y Roma 1960. En éste último compartió el medallero general con un joven Cassius Clay. Su lanzamiento en el profesionalismo fue espectacular: ganó por KO sus primeros 18 combates en forma consecutiva desde su debut en 1961, gestando un récord para el boxeo nacional, compartido con Pascual Pérez y Carlos Cañete.
Contó con hinchada propia, animada por Oscar, su hermano mayor y también pugilista, y compuesta por los asistentes a los bailes del Club Comunicaciones e hinchas de fútbol, inusual en este deporte, que causó más de un desborde en jornadas memorables.
Sus tres combates con Nicolino Locche, en el Luna Park entre 1964 y 1965, se convirtieron en clásicos de elite. Laudonio ganó por puntos el 14 de noviembre de 1964, obteniendo la corona nacional de los livianos, y Nicolino, se impuso en los restantes. Protagonizó duelos inolvidables, conformando una carrera de 55 peleas, con 47 victorias, 6 derrotas y 2 empates. Retirado del boxeo de 1965 y alejado de su trabajo adicional en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, construyó un gimnasio sobre la Avenida Francisco Beiró, por donde pasaron las figuras más populares de distintas esferas del mundo del arte, entre 1973 y 2002. Admirador del noqueador José Cucusa Bruno, siempre trató de recuperar los valores más profundos del boxeo. Amigable y tendiente a las reuniones con sus pares; cuidadoso de su imagen y crítico de las riquezas y miserias de este deporte.
Dejó frases valiosas, como por ejemplo: "Gracias al boxeo recorrí el mundo, dejé de ser un chico de la calle y conocí a todos los presidentes de la República. Con el boxeo crecí, pero es un deporte muy duro. Cuando los golpes te llegan a destino no te los saca nadie, ni el mejor médico".
Su esposa, Nora Bello, escribió la biografía de Abel, titulada: Pudo ser Caín. Ya internado e imposibilitado de asistir al lanzamiento de la publicación, en 2012, Laudonio fue representado en la ceremonia por Hugo Rambaldi, su último rival y quien lo retiró del boxeo. Esa escena simplifica cuál fue el mensaje dejado por Laudonio.
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