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ROMA.- Antes de su tradicional audiencia general, el Papa bendijo hoy en la explanada frente a su residencia de Santa Marta, en el Vaticano, a un auto eléctrico de Fórmula E, que competirá por primera vez este sábado en esta capital.
El Gran Premio de Fórmula Eléctrica de Roma forma parte del calendario internacional de la Fórmula E y dará vida a un espectáculo automovilístico en un circuito en el corazón del barrio del Eur, famoso por sus edificios monumentales de estilo racionalista-mussoliniano. La competencia será en un circuito de 2,8 km para 19 vueltas entre la Via Cristoforo Colombo y el Palazzo dei Congressi. El argentino José María "Pechito" López tomará parte de la carrera.
La delegación de la Fórmula E que trajo el coche participó luego de la audiencia general en la Plaza de San Pedro y fue mencionada especialmente a la hora de los saludos en italiano por el Papa, autor de Laudato Si, la primera encíclica "verde", sobre el cuidado de la casa común.
Ocurrió en junio de 1988, hace poco menos de 30 años. La vida de Enzo Ferrari se apagaba y el pontífice de entonces, Juan Pablo II, resolvió una acción inaudita: fue a Maranello a visitar al Commendatore, a bendecir la fábrica y a celebrar una misa en el contiguo circuito de pruebas de Fiorano.
Piero Lardi Ferrari, el hijo natural del industrial, recibió al Papa en nombre de su padre enfermo; los pilotos del equipo de Fórmula 1 de entonces, Gerhard Berger y Michele Alboreto, lo secundaron.
La agenda papal incluía una vuelta al trazado –que Ferrari había construido en 1972 para ensayar sus afamados autos de competición– a bordo del habitual Papamóvil, pero el acontecimiento fuera de lo común ameritaba una decisión extraordinaria: Karol Wojtyla acabó subiéndose a una Ferrari Mondial 8 para recorrer la pista; por un rato, un coche del emblemático Cavallino Rampante se transformó en Papamóvil.
De la Mondial 8, uno de los autos menos agraciados de la historia de la marca, se vendieron más de seis mil ejemplares entre 1980 y 1993, el año en que se discontinuó su producción. La cupé 2+2 que intentó reemplazar a la más atractiva 308, estaba equipada con un motor V8 de cuatro válvulas por cilindro de tres litros y 240 HP.
Enzo Ferrari falleció el 14 de agosto de 1988; muchos años después, a comienzos de 2005, en una audiencia privada en la Sala Clementina del Palacio Vaticano, el por entonces presidente de la Ferrari, Luca Di Montezemolo, obsequió a Juan Pablo un modelo Enzo, la última de las 400 unidades que se fabricaron de esa particular máquina.
El Papa bendijo la criatura mecánica pero pidió que se subastara para destinar la recaudación a las víctimas del tsunami en el sudeste asiático que había causado casi 300 mil víctimas en 2004.
El coche se remató en Sotheby: solo tenía 180 kilómetros. Un coleccionista estadounidense pagó 950 mil dólares por el auto. Wojtyla falleció el 2 de abril de 2005, sin poder ver el fruto de su acción; al día siguiente, las Ferrari compitieron en el GP de Bahrein de F. 1 con sus trompas completamente negras, en señal de luto. Di Montezemolo le entregó la recaudación de la subasta al sucesor papal, Benedicto XVI.
Ese auto fue vuelto a subastar en 2017: se pagaron en México seis millones de dólares por la unidad.
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