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A 20 años del último partido de Gabriel Batistuta en la selección, ¿cuáles fueron sus goles más emblemáticos?
El futbolista se convirtió en un símbolo del deporte argentino; el 12 de junio de 2002, su despedida se sumó a la de un equipo que inesperadamente abandonaba el continente asiático en la primera ronda de un Mundial
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Cuando la Argentina se despidió del Mundial de Corea-Japón 2002 un alma en pena se sujetó del parante del banco de suplentes. Gabriel Omar Batistuta miró el campo de juego con una sensación de completo desconsuelo: el empate contra la selección de Suecia no solo decretó el final de la participación del equipo en la Copa del Mundo, sino que también selló el fin de su recorrido con la albiceleste.
Batistuta se retiró del campo de juego a los 13 minutos del complemento y, en su lugar, ingresó Hernán Crespo, otro de los delanteros más destacados de ese momento. Segundos después, Andrea Svensson, un volante sueco de prodigiosa pegada, salteó la barrera con un remate que tomó un efecto que hizo imposible de atajar, pese a la estirada del arquero Pablo Cavallero. A minutos del cierre, Crespo puso el 1-1, pero no alcanzó para lo que a esa altura ya era una hazaña.
La estadística de Batistuta con la camiseta celeste y blanca no resiste análisis. Símbolo de una generación de jugadores, el oriundo de Reconquista, Santa Fe, convirtió 56 goles en 78 partidos, y puso su físico imponente y su talento innato al servicio del seleccionado, que se apoyó siempre en este goleador de raza con infinitos recursos para generar peligro tanto adentro como afuera del área.
Para remontarse a su primer gol para la Argentina hay que retroceder al 8 de julio de 1991. Por ese entonces, el combinado nacional participaba de la Copa América en Chile, y Batistuta era una de las apuestas del técnico, Alfio Basile. En un partido de fase de grupos contra Venezuela, el delantero salió afuera del área, su zona de confort, para pivotear y recibió una infracción de un marcador central de la Vinotinto.
En una jugada de laboratorio, el contrincante de turno tomó una insólita decisión de poner cinco jugadores en la barrera ante un posible remate de Diego Simeone que se encontraba a 35 metros del arco. Una vez lanzada la pelota, la Argentina tenía a cuatro de sus jugadores dispuestos a cabecear antes que los dos de su rival, en una clara superioridad numérica. Óscar Ruggeri, ubicado en inmediaciones del área chica, bajó la pelota con su cabeza al segundo palo y “Bati”, pasó por el costado de la frondosa resistencia de camisetas rojas y apareció sorpresivamente para empujar la pelota y así concretar su primer gol con el combinado nacional. En el segundo tiempo, coronó su actuación con otro tanto desde el punto penal: un disparo a quemarropa.
Esa edición de la Copa fue consagratoria para Batistuta. Con seis anotaciones –dos a Venezuela y las restantes, a Chile, Paraguay, Brasil y Colombia- se convirtió en el máximo anotador de la competencia y del plantel argentino que se coronó campeón. Tras eso, volvió a Boca y, al poco tiempo, armó las valijas para seguir su carrera profesional en la Fiorentina de Italia: un equipo que lo catapultó a la fama en el Viejo Continente y le dio aún más credenciales para ser citado en las siguientes convocatorias de la albiceleste.
En el año 1993, la Argentina impuso otra vez su poderío y se quedó con la segunda conquista consecutiva de la Copa. En esta ocasión, “Batigol”, como lo apodaron en Italia, se inclinó por la calidad antes que la cantidad, y convirtió un gol a Bolivia y un doblete a México en la gran final. El despegue fue definitivo y la camiseta número “9″ quedó con un nombre y apellido asignado.
Al año siguiente, fue al Mundial de Estados Unidos: la primera gran competencia que presenció. Tres goles a Grecia, con un Diego Maradona en su pico de rendimiento, ilusionaron al pueblo argentino. Sin embargo, la selección quedó eliminada en octavos de final cuando, ya sin la zurda de “Pelusa”, a quien le “cortaron las piernas” por el doping, Batistuta pudo contribuir con un tanto en la inesperada derrota contra Rumania por 3-2.
El siguiente Mundial fue el de Francia 1998. Allí la Argentina quedó eliminada en los cuartos de final ante Holanda. En aquél partido, el “Piojo” López encontró el camino entre las piernas del lungo arquero Edwin Van Der Sar para empatar el encuentro, pero -finalmente- el equipo debió rendirse ante los pies del delantero Dennis Bergkamp, un jugador fuera de serie para la época, quien fusiló a Carlos Roa a minutos del epílogo y determinó un nuevo adiós en una cita mundialista.
Dos años más tarde, Batistuta le puso un punto final a su estadía en Fiorentina, donde dejó un legado de 206 goles en 328 partidos en el equipo de Firenze. Su próximo destino fue Roma y allí estiró su trayectoria hasta 2002, un año que le quedará marcado a fuego dado que fue en ese momento cuando decidió ponerle fin a su carrera en el seleccionado argentino.
El gol a Nigeria en la Copa del Mundo de Corea-Japón de aquel año, en el primer partido de la fase de grupos, ilusionó a los hinchas que madrugaron por la diferencia horaria con los países asiáticos. Sin embargo, la derrota contra Inglaterra fue un presagio de lo que terminó siendo una eliminación temprana. El 12 de junio, tras el partido con Suecia, Batistuta ingresó al vestuario, quebró en llanto como el resto de sus compañeros y colgó su camiseta en la percha. El camino había concluido.
Bati es el segundo máximo goleador de la selección argentina con 56 tantos, superado por Lionel Messi que lleva 86. Su derrotero incluye tres mundiales (1994,1998 y 2002), tres Copas América (1991,1993 y 1995) y dos Copas Confederaciones (1992 y 1995).
“Hay tres cosas que me han acompañado durante toda mi carrera, simples, pero que han sido fundamentales: tener un objetivo claro, la humidad y la disciplina”, remarcó Bati en una charla TED, avalado por una enorme cantidad de goles y la entereza que siempre mostró ante cada desafío que afrontó con la selección argentina. Se juega como se vive y él siempre fue un ejemplo de ello, tanto para el resto de sus compañeros, como para quienes asistieron a ese encuentro masivo donde la celebridad se sentó en una silla y le contó a los presentes cómo fueron sus inicios hasta ganarse un nombre en todo el país.
Los goles más emblemáticos
1) La Argentina empataba 1-1 en la final contra México de la Copa América de 1993 hasta que Diego Simeone sacó rápido un lateral y encontró mal parada a la defensa rival. Entonces, Batistuta se sacó un jugador de encima en el área y fusiló al arquero para convertir el segundo gol, que le daría a la selección un nuevo título en el continente.
2) El 17 de noviembre de 1993, la albiceleste disputó el partido de vuelta del repechaje contra Australia en el Estadio Monumental. Tras quedar segundo en su grupo de la Eliminatoria, debió enfrentarse con los de Oceanía para luchar por un cupo en el Mundial de los Estados Unidos. En la ida, ambos igualaron 1-1 y, en la vuelta, Batistuta marcó con la ayuda de un desvío y calmó así las aguas en un estadio con ánimos alterados.
3) En un amistoso disputado contra Colombia en 1999, Bati demostró que tenía infinidad de recursos para convertir. A los 6 minutos del primer tiempo, tomó el control de la pelota de atrás de mitad de cancha y, a pura velocidad, sumada a la potencia de un caballo de carrera, dejó camisetas amarillas en el camino para definir por encima de la humanidad del arquero. Esta conquista fue la número 50 en su camino con la celeste y blanca.
4) Primer partido de la fase de grupos del Mundial 2002. Un córner ejecutado por Juan Sebastián Verón al segundo palo encontró a Gabriel Batistuta como la última opción para que la pelota no salga de los límites de la cancha. El cabezazo del delantero fue con total precisión para que la pierna del defensor nigeriano no pueda impedir la conquista: el último gol oficial de Bati.
5) Septiembre de 1996 en el Estadio Monumental. La Argentina enfrentó a Paraguay por las Eliminatorias rumbo al Mundial de Francia 1998. Gabriel Batistuta se paró frente a la pelota en un tiro libre que requería una precisión quirúrgica para batir al arquero José Félix Chilavert. Un bombazo de Bati que se abrió y un Chilavert que dio, erróneamente, un paso al medio trajeron como consecuencia un golazo de tiro libre que significó un paso más hacia la cita mundialista en el Viejo Continente.
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