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México 86: el mejor del mundo, la Copa y 100 mil personas en la plaza
Luego de la consagración en México, la selección visitó la Casa Rosada, fue recibido por el presidente Raúl Alfonsín y luego le ofreció el título a los hinchas argentinos su último gran festejo mundial
"Nunca lloré tanto en mi vida. Fueron, no te miento, por lo menos 45 minutos de lágrimas cuando Diego se asomó por el balcón con la Copa del Mundo", es la frase de Mario, que ahora con sus 67 años vuelve a demostrar sus ojos vidriosos al recordar aquella Plaza de Mayo con cerca de 110 mil personas.
La selección argentina llegó al aeropuerto de Ezeiza, donde cerca de 10 mil personas fueron a recibir a sus héroes, luego del segundo título mundial tras la victoria por 3-2 ante Alemania en el Azteca.
"Era muy chiquito. Con apenas ocho años no tengo tantos recuerdos de aquel lunes, pero lo que sí me acuerdo es que me vistieron de celeste y blanco para seguir con los festejos del día anterior. Mi papá no fue a trabajar y tanto yo como mis hermanos no fuimos al colegio. El dilema era si ir al aeropuerto o a la Plaza", recuerda Diego.
No hay números claros sobre la cantidad de gente que se movilizó por los festejos, pero las crónicas de aquellos días señalaron que un millón de argentinos se movilizaron desde el final del partido hasta que terminó la gran celebración popular en Plaza de Mayo.
Los minibuses que esperaron por los jugadores y el cuerpo técnico, entre empujones y un caos total evitaron un primer saludo al desembarcar en territorio argentino. Desde Ezeiza hasta Casa de Gobierno fueron poco más de seis horas en un trayecto que, por ese tiempo, demoraba 40 minutos.
"Las imágenes de la televisión eran espectaculares. Todo era un gran festejo con banderas, camisetas y un equipo que había logrado algo impensado e imposible antes de comenzar el Mundial. Nosotros decidimos a último momento ir a la Plaza porque mi marido tenía miedo de ir con nuestro hijo más chico, Agustín, que tenía apenas dos años", recuerda Liliana, con sus ahora 56 años.
"Nunca me voy a olvidar las palabras de mi marido. Quizás sea la última vez que podamos ver a la Argentina campeón del mundo y Agustín se lo va a poder contar a sus hijos. Si no vamos, vamos a terminar reprochándonos en el futuro. Tardamos dos horas y media para llegar desde Caballito hasta la Plaza de Mayo; una locura. No pudimos entrar de la cantidad de gente que había, estuvimos media hora y nos volvimos", completa su relato Liliana mientras que Agustín, ahora con 32 años se ilusiona con poder repetir la historia en 2018 con su hijo recién nacido, Thiago.
La selección tuvo que entrar por la puerta de atrás porque la Plaza estaba como en sus mejores tarde-noches, en una escena muy parecida a la que exhibió tres años antes en el regreso a la democracia.
La Casa Rosada, con pocos controles y mucha euforia contenida, también se vio desbordada al punto que casi no quedó registro del primer encuentro entre el presidente Raúl Alfonsín y los jugadores. Luego llegó el tiempo del emblemático balcón y el saludo a los hinchas con los cánticos y la Copa del Mundo ofrecida por el capitán Diego Maradona y el resto de los campeones del mundo de 1986.
"Pasé mucho tiempo tratando de volver a sentir aquella sensación pero no lo logré hasta ahora. Aquella tarde-noche fue mágica porque la gente estaba necesitada de festejar y celebrar. El título del mundo llegó en ese momento. Mirá que hubo incidentes, represión hacia el final de los festejos pero nada empañó ese momento único", recuerda Osvaldo, con sus 76 años.
"Soy fanático de Diego (Maradona) y nunca pude decirle gracias por ese momento. Tengo cinco hijos, nueve nietos y dos bisnietos y una esposa hermosa -'sino me mata'- y puedo afirmar que más allá de esos momentos familiares, ese fue el momento más feliz de mi vida", son las últimas palabras de Osvaldo antes de dejar que las lágrimas impidan seguir con el relato.
fc/jt
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