Palos borrachos. ¿Por qué hay menos ejemplares en las calles porteñas?
En total, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con 5308 árboles de esta especie, un 4% menos que hace 10 años
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Termina el verano y llega el turno de la floración de los palos borrachos, uno de los árboles más vistosos de la Ciudad de Buenos Aires. Sus flores rosas, blancas o amarillas ornamentan y tiñen las calles, plazas y avenidas. Sin embargo, cada vez se aprecian menos ejemplares en el arbolado porteño: en los últimos años disminuyó 4% su presencia.
De acuerdo con un análisis de LA NACION Data, entre los dos últimos censos de Arbolado Público se contabilizaron casi 300 palos borrachos menos.
Mientras que en algunas comunas creció la cantidad de ejemplares, en cuatro de ellas se redujeron casi a la mitad de los que había en la traza urbana. Estas son las comunas 14 (Palermo), 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución), 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) y 6 (Caballito).
Según explicaron desde el gobierno porteño, fueron removidos ya que sus raíces leñosas y de gran dimensión rompen veredas, cordones, calzadas e incluso frentes de edificios. Algunos de ellos fueron relocalizados en parques o plazas, donde su extensión permite un mejor desarrollo de esta especie, aunque no necesariamente dentro de la misma comuna.
En la comuna 14, por ejemplo, se quitaron 325 palos borrachos -61 del arbolado viario y 264 de espacios verdes-, un 59% de los que estaban contabilizados hasta ese entonces. En tanto, en la comuna 1, otra de las que sufrió la mayor pérdida, se extrajo un 39% -145 de las calles y 184 de parques-.
“El arbolado tiene un componente en la ciudad que es el riesgo. Tiene raíces superficiales que levantan el piso. Entonces podemos considerarlo hoy un error que se debe corregir. Sacar un ejemplar chico es más fácil que sacar uno más grande y socialmente también es más complicado. Pero es posible si se explica a la gente”, sostuvo Eduardo Haene, ingeniero agrónomo y docente e investigador de la Universidad de Belgrano.
Casi dos tercios de los ejemplares de esta especie, nativa del noroeste de la Argentina, del sur de Brasil y del sudeste de Paraguay, están presentes en los espacios verdes de la Ciudad y el tercio restante, en el arbolado viario. Es en este último donde la reducción es más evidente: 13% respecto al censo anterior.
En 11 de las 15 comunas de la ciudad bajó entre el 1% y el 78% la presencia de palos borrachos que estaban ubicados en calles y avenidas. Solo cuatro comunas son la excepción. En ellas -comuna 5 (Almagro y Boedo), 3 (Balvanera y San Cristóbal), 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya) y 2 (Recoleta)- la cantidad de ejemplares de esta especie, que pertenece a la familia de las bombacaceas, aumentó.
María Angélica Di Giacomo, licenciada en química y fundadora de Basta de Mutilar Nuestros Árboles, señaló que algunos de los ejemplares removidos fueron trasplantados. Sin embargo, calificó el método utilizado como “muy dañino” y explicó que varios murieron en el proceso. La agrupación a la que pertenece se dedica a monitorear y denunciar los maltratos que sufre el arbolado en la Capital Federal desde hace casi diez años. “El trasplante tiene dos problemas. Por un lado, el árbol generó su fisonomía a ese lugar y al cambiarlo le cambiás toda la información que armó para sobrevivir y, por el otro, se destruye el patrimonio paisajístico”, destacó.
Por su parte, si bien desde el gobierno porteño aclararon que se optó por el retiro de los palos borrachos del arbolado viario por “cuestiones de seguridad”, no precisaron cuáles serán las especies escogidas para reemplazarlos. “Son las apropiadas e indicadas por el Plan Maestro”, aclararon. Este plan, elaborado por la Ciudad, que comenzó en 2013 y se realizó a partir del diagnóstico del censo 2010-2011, prevé el aumento de seis especies: jacarandá, liquidámbar, crespón, tilo, pezuña de vaca y lapacho.
En la ciudad de Buenos Aires coexisten más de 341.000 árboles de 423 especies distintas, entre arbustos, coníferas, palmeras y otras tipologías botánicas. Sin embargo, para Di Giacomo el indicador a observar no es la cantidad, sino la vitalidad de los árboles que tiene el distrito porteño: “La pandemia ayudó a que la gente se de cuenta que el verde es importante para la salud física y psíquica. La calidad del arbolado se tiene que medir en follaje, no en cantidad de ejemplares plantados”.
De cara al futuro, Haene subrayó la necesidad de trabajar para avanzar hacia una adaptación y mitigación de la crisis climática: “Se tiene que poner el foco en lo que es el bienestar humano y el cambio climático. Tenemos que trabajar hoy porque las plantas tienen un tiempo natural. La ciudad tiene que estar preparada y para eso, debe estar cubierta de verde”.