Zumbidos en la oscuridad
Por Diana Fernández Irusta De la Redacción de LA NACION
Son moscas; así se las ve, así se las escucha. Sin embargo, en la limpia superficie de la videoinstalación Dinámicas, presentada la semana pasada en el Malba, Silvia Rivas transforma el registro cotidiano y la posible repulsión asociada a ciertos gestos -una mano que expulsa un insecto, la obstinación del bichito por volver y volver, la pesadillesca opción de que retorne convertido en enjambre- en una estilizada coreografía que atraviesa tres enormes pantallas. Con un registro que, en una asociación muy libre, por momentos podría evocar Los pájaros de Hitchcock, la serie Zumbido convoca, sin ser precisamente tenebrosa, los temores más básicos y más laboriosamente sepultados por el sentido común urbano: el miedo a la naturaleza desatada, a los insectos, a la oscuridad (este último, en la videoinstalación Trama incesante, que suma a las moscas y su perseverante sonido la casi total ausencia de luz en el espacio donde está emplazada).
La austeridad cromática de las imágenes en movimiento de Rivas contrasta con los coloridos universos plásticos de Alfredo Prior. Un verde pensar bajo una sombra verde es el bello título, tomado de un verso del poeta inglés Andrew Marvell, que el artista eligió para la muestra que también presenta en el Malba: superficies abstractas que, como océanos de color, invitan a la inmersión; texturas rugosas, nunca plácidas, en las que el brillo de la técnica también es vocero de una soterrada oscuridad. "Prior ensalza su pacto con la cosa mental, médula de su hacer", escribe Eva Grinstein. Habituado a la palabra escrita tanto como a las formas visuales, en obras como Ciervo cegado por Beuys o Hugo y yo, el autor (que el miércoles inauguró otra muestra en Nueva York) insiste en articular ambos mundos y lograr que el color sea también pensamiento.
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