Yuk Hui: “Hoy, quien tiene una computadora, un celular o un iPad es capaz de crear arte”
El filósofo chino participa de las terceras jornadas de arte y estética organizadas por la Universidad Di Tella con una videoconferencia sobre tecnología digital que dictará este sábado a las 19
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¿Cómo afectan los acelerados cambios y las crisis del siglo XXI a la experiencia artística? ¿Existe un pensamiento del arte? ¿Cuál es su relación con la ciencia y la tecnología? Estos y otros interrogantes se debatirán hoy y mañana en las terceras jornadas de arte y estética organizadas por el Departamento de Arte de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), “Fallas y fronteras. Disrupción y precariedad en el arte y el pensamiento contemporáneo”, con dirección de Tomás Borovinsky y Carlos Huffmann. Darán sus puntos de vista destacados artistas, teóricos e investigadores: el chino Yuk Hui, los británicos Nina Power y Thomas Moynihan, el polaco Artur Zmijewski, los estadounidenses Benjamin Bratton y Ben Tritt, el mexicano Rafael Toriz y los argentinos Syd Krochmalny, Margarita Martínez, Graciela Speranza, Cecilia Palmeiro, Marcelo Faiden, Alejandro Galliano, Javier Villa y Martín Plot, además de Huffmann y Borovinsky. La cita es en el Aula Magna de la UTDT (Av. Figueroa Alcorta 7350).
Para asistir a las jornadas (tanto en forma presencial como virtual) y consultar la programación, clic en este enlace. “Estamos muy orgullosos de ofrecer a la comunidad artística y al público las terceras jornadas de arte y estética -dice Huffmann a LA NACION-. Hemos invitado a un grupo de pensadores de excelencia a nivel mundial para que expongan sus recientes investigaciones en torno a las disrupciones y discontinuidades que definen este ominoso momento histórico que nos toca vivir: crisis en las democracias, cambio climático, identidades, tecnología y el rol del arte en la reconfiguración y diseño del nuevo mundo al que estamos lanzados de manera irremediable”.
En diálogo exclusivo con LA NACION, Yuk Hui se refirió a algunas cuestiones que abordará en su videoconferencia “Aumento de los sentidos (o la máquina se convierte en una idea que crea arte)”, este sábado a las 19. El autor de Fragmentar el futuro anticipó que visitará la Argentina y Chile -donde sus libros son muy apreciados- el año próximo.
Formado como programador en la Universidad de Hong Kong, Hui estudió filosofía en el Goldsmiths College de Londres, donde se formó con el filósofo francés Bernard Stiegler, y se especializó en la filosofía de la técnica, la cultura y la estética en medios digitales. Desde 2014, coordina la Red de Investigación de Filosofía y Tecnología y desde 2020 es miembro del jurado del Premio Berggruen de Filosofía y Cultura. Actualmente es profesor de Filosofía de la Tecnología y los Medios en la Universidad de Hong Kong. En la Argentina, su nombre se “viralizó” en mayo de 2021, cuando en redes sociales varios usuarios (incluido él) recalcaron que la vicepresidenta Cristina Kirchner tenía en su escritorio un ejemplar de Fragmentar el futuro.
Cristina Fernández de Kirchner reading my book!? ;) https://t.co/Ed37gwXr7A
— Yuk Hui (@digital_objects) May 16, 2021
-¿Cuál es el vínculo entre el arte digital y su medio específico?
-Todas las formas de arte se expresan a través de medios, desde la pintura hasta el teatro. El medio del arte digital es, naturalmente, el medio digital. En el siglo XX el desarrollo de la tecnología digital nos presenta no solo una variedad de medios, sino también la posibilidad de mejora e innovación. El arte digital, que tiene la posibilidad de desarrollarse con bastante rapidez, se ha vuelto omnipresente. Sin embargo, precisamente porque el medio digital cambia todo el tiempo y cada vez más rápidamente, muchas obras de arte, por ejemplo, las primeras, ya no pueden ser “interpretadas” por la tecnología actual. Hace poco tuve dificultades para leer un CD porque las cuatro computadoras que uso en casa y en la oficina ya no tienen un lector de CD, por no hablar de un disquete. Por su alta dependencia del medio o la especificidad de este, cuando nace un arte, también podemos decir que ya está muerto. Es la razón por la cual en la conferencia trato de abordar esta cuestión, y en lugar de desarrollar una visión histórica de la especificidad del medio, sugiero establecer una confrontación entre el arte digital y su medio.
-¿Qué importancia tiene el arte digital?
-En primer lugar, tenemos que entender qué significa digital. Habitualmente, lo digital se entiende como representación binaria, sin embargo, esta es una comprensión reduccionista y estática. Para mí, digital significa la posibilidad de automatizar una forma recursiva (o para simplificar, no lineal) de organización y ejecución, que podría aplicarse a textos, imágenes, materiales audiovisuales. He tratado de explicar el significado del concepto de lo digital y su lugar en la historia de la filosofía en dos libros: On the Existence of Digital Objects (Sobre la existencia de los objetos digitales, de 2016) y Recursividad y contingencia (2019), que acaba de salir en Caja Negra. En este libro retomo el concepto de recursividad y hago una lectura de la historia de este concepto desde Kant hasta la cibernética, pasando por Schelling, Turing, Gödel y otros, porque para mí la recursividad en lugar de la binaridad es clave para la comprensión de los sistemas técnicos contemporáneos. Volviendo a la cuestión del arte, tal vez podamos decir que el arte antes de la era digital era en gran medida lineal, desde la pintura hasta el cine primitivo. Sabemos que desde los primeros tiempos del arte digital, el concepto de interacción o interactividad se volvió central. El arte interactivo era posible, ya que presupone circuitos de retroalimentación entre el usuario y la obra. En el siglo XX, la tecnología digital solo estaba al alcance de los profesionales, pero prolifera a finales del siglo XX y hoy, quien tiene una computadora, un celular, un iPad o herramientas de producción profesional es capaz de crear arte. Esto también reabre la cuestión del aficionado y la posibilidad de una nueva educación de la sensibilidad, que es la cuestión central de Art and Cosmotechnics (Arte y cosmotécnica, 2021).
-¿Qué es la cosmotécnica?
-Es un concepto que desarrollé en los últimos años y que se opone a la comprensión universalista de la tecnología. La universalidad de la tecnología es ampliamente aceptada porque la tecnología ha sido considerada racional y lógica, y por lo tanto, debe ser universal. En un nivel antropológico, las tecnologías son universales en la medida en que son la extensión de los órganos corporales y la exteriorización de la memoria, mientras que la cosmotécnica argumenta que todas las tecnologías están igualmente restringidas y habilitadas por diferentes cosmologías y contextos. Lo llamo la “antinomia de la universalidad de la tecnología”. Si nos fijamos en la medicina china, tiene una base epistemológica diferente de la medicina occidental. La medicina china utiliza vocabularios cosmológicos como ch’i (energía vital; literalmente, gas) o yin y yang, mientras que estos conceptos no serían aceptados en la medicina occidental, ya que no son demostrables. Por lo tanto, ha habido una tecnodiversidad que ha sido marginada por la modernización. También podemos tomar algunos ejemplos contemporáneos para comprender la cuestión de la diversidad tecnológica, por ejemplo, el historiador Slava Gerovitch demostró cómo todos los científicos de Inteligencia Artificial (IA) afirman que sus modelos son universales, pero en realidad están determinados por el contexto. Hubo dos IA diferentes durante la Guerra Fría, dijo, y dio dos metáforas interesantes para entender esta diferencia, la IA estadounidense es la rata que corre en el laberinto, y la IA soviética es el murciélago que caza una polilla en el laberinto, la primera se ocupa de un problema ya dado y sus reglas del juego, mientras que la otra se ocupa de la incertidumbre fundamental.
-¿Qué es la tecnodiversidad y qué importancia tiene este concepto para el estudio de las artes?
-Como sabemos, para los antiguos griegos no había diferencia entre arte y tecnología, ambos se expresaban con una sola palabra: technē. Como he tratado de mostrar en mi trabajo, la tecnodiversidad ha sido ocultada en gran medida por la modernidad y el proceso de modernización. Ocurre lo mismo con la cuestión del arte, o más precisamente la experiencia del arte; por tanto, parafraseando a William James, podemos hablar de las variedades de la experiencia del arte. Pero como saben, desde el arte moderno, el arte como experiencia se vuelve casi universal, en gran medida legitimado por el mercado del arte, y la cuestión de la diversidad se ha socavado. En Art and Cosmotechnics traté de mostrar que es necesario retomar las variedades de experiencia del arte y repensar sus significados en la era tecnológica. En ese libro se presentan la tragedia, la pintura shanshui (agua y montaña) y la cibernética como tres lógicas recursivas.
-¿Cómo podemos pensar la cosmotecnia en el contexto latinoamericano?
-Debo decir que no soy un experto en América Latina, por lo que dudo en hacer cualquier afirmación. Sin embargo, creo que hoy es importante plantear la cuestión de la tecnodiversidad y redescubrir la multiplicidad de cosmotécnicas, y América Latina, con su rica diversidad y experiencia de descolonización tiene muchas cosas que enseñarnos. Aunque no tengo el conocimiento profundo para abordar completamente esta cuestión, dediqué el primer número de la revista Technophany a la cuestión de la cosmotecnia en América Latina. Comencé a planificar este número especial en 2019 con dos jóvenes investigadores mexicanos y, a través de su red en América Latina y el lenguaje común que usan, pudimos atraer a varios académicos de diferentes generaciones para reflexionar sobre esta pregunta en particular. Debo admitir que esto es solo el comienzo, debido al límite de la red y el límite de los recursos, espero seguir desarrollando este proyecto en un futuro cercano y visitar Chile y la Argentina a principios de 2023.
-¿Cuál es el enfoque de su filosofía sobre la tecnología?
-Para mí no existe una filosofía específica sobre la tecnología, al contrario, la tecnología es fundamental en la cuestión de la tecnología. Esto es lo que aprendí de mi maestro Bernard Stiegler, quien a su vez fue discípulo de Jacques Derrida, aunque Bernard y yo no nos identificamos con la escuela de la deconstrucción. Stiegler diría que la cuestión de la tecnología ha sido reprimida (en el sentido freudiano) por la historia de la filosofía, es decir, la historia de la filosofía marginó el concepto de tecnología a pesar de que este concepto es fundamental para la filosofía misma, lo cual ha demostrado de manera convincente en su lectura de Platón a Kant. Me gustaría expandir este enfoque de la tecnología más allá de la filosofía europea, porque la filosofía contemporánea de la tecnología es demasiado eurocéntrica y, por lo tanto, no aborda suficientemente la complejidad en la que vivimos. Supongo que esto es bastante comprensible cuando lo vemos desde la perspectiva de América Latina; además, me gustaría desarrollar la tecnodiversidad como una forma particular de filosofar bajo esta condición planetaria, planetaria en el sentido de que tiene que ir más allá de la teoría del Estado de Georg Hegel y la teoría del Großraum (gran espacio) de Carl Schmitt, que ha sido retomada por Alexander Dugin, y aparece en el discurso de guerra de Putin en febrero. Esto es urgente porque la pandemia ha acelerado las catástrofes así como el sentimiento de desesperación y desesperanza; los recientes ataques a las pinturas de Van Gogh, Monet y Vermeer por parte de los jóvenes ecologistas expresan este síntoma.
-¿Las máquinas desplazarán a los artistas?
-Depende de qué tipo de actividades artísticas estemos hablando y qué procedimientos podrían automatizarse para permitir que los artistas tengan más tiempo para pensar y estudiar. Sin embargo, el miedo actual a la máquina es problemático. En lugar de preocuparse de que las máquinas reemplacen a los humanos, lo que empíricamente hablando es superfluo, porque surgen nuevas industrias cuando se automatizan las más antiguas (la automatización de las fábricas y el surgimiento del capitalismo de plataforma se dieron al mismo tiempo, mientras que este último absorbió el desempleo causado por el primero), es mejor planear lo que podría ser un futuro en el que el ser humano pueda coexistir con las máquinas y beneficiarse de ellas. En Art and Cosmotechnics invertí la tesis de Walter Benjamin, que proponía no preguntarse si la fotografía y el cine son arte o no, sino pensar cómo el concepto de arte es transformado por ellos, y sugiero pensar cómo el arte puede contribuir a la transformación de la tecnología que bajo el impulso del consumismo se está volviendo cada vez más entrópica y destructiva. Es importante volver a la cuestión del arte y comenzar desde allí.
Rumbo al libro y una exposición postcataclísmica
Estas jornadas continúan la serie de debates abiertos por las primeras jornadas de arte y estética “Misterio-Ministerio. La esfera estética ante el discurso del profesionalismo” (2015), dirigidas por Claudio Iglesias e Inés Katzenstein y las segundas jornadas “Inminencias. El arte frente a la crisis ecológica y la duplicación digital del mundo” (2018), dirigidas por Graciela Speranza con concepto general de Inés Katzenstein. Ambas fueron compiladas en dos libros editados por Siglo XXI y las conferencias se pueden ver online en este enlace.
Las jornadas ditellianas están acompañadas por la exposición colectiva Outsideness, al cuidado de Laura Ojeda Bär, Alejo Ponce de León y Huffmann. “Es una escena especulativa experimental que se propone investigar dos preguntas claves de este momento -dice Huffmann-. ¿Qué ocurriría si colapsan los sistemas de validación y circulación que definen las fronteras entre los diversos mundos del arte existentes? ¿Cuál es el lugar del artista ante la emergencia de las plataformas de autopublicación, los prosumidores, la viralidad como sistema de distribución y las inteligencia artificiales capaces de crear imágenes cada vez más indistinguibles de las creadas por seres humanos? Como estrategia para responder a estas preguntas, el equipo curatorial imagina que en algún lugar en la ciudad de Buenos Aires de 1968 ocurre una fractura en el espacio-tiempo que causa la ramificación de la línea histórica y hace que sus múltiples senderos comiencen a bifurcar”.
Participan de esta ficción artístico-temporal en una Buenos Aires postcataclísmica Mónica Heller, Tobías Dirty, Juliana Iriart, Paula Castro, Ezequiel Azambuya, Dall-e, Bruno Dubner, Juan Matías Killian, Laura Códega, StableDiffusion, Cervio Martini, Gustavo Bruzzone, Daniel Santoro, Fernanda Laguna, Florencia Rodríguez Giles, Milo Lockett, Nicolás Casullo, Carrie Tattoo, Juane Odriozola, Trudie, Máximo Pedraza, Mariana de Matteis, GameDisease, Nicolás Gullotta, Whatisreal, Cinthia Paraíso, Fabio Kacero y Waifu, entre otros.
Según anticipan los curadores, Outsideness actualiza exhibiciones clásicas del Instituto Di Tella como la Bienal Mundial de la Historieta, curada en 1968 por Oscar Masotta, al reponer un universo de contenidos y referencias que comparte intereses con la imaginación artística.
Previa inscripción, la muestra se puede visitar hasta el 3 de diciembre de lunes a viernes de 15 a 19 en la sede de la UTDT, Av. Figueroa Alcorta 7350.
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