Yolanda Reyes: “Para cautivar a los chicos de hoy, los libros deben ser irreverentes”
La autora y pedagoga colombiana, la especialista en primera infancia más reconocida de América latina, dio una charla en Buenos Aires sobre los desafíos actuales de la literatura infantil
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Irreverentes, desafiantes, con varias capas de sentido: así son los libros infantiles que atraen a los pequeños lectores, capturan su atención y no los sueltan. Lo explica, desde la práctica y la teoría, la escritora y pedagoga colombiana Yolanda Reyes, la principal referente en promoción de la lectura en la primera infancia de América latina.
Directora del centro Espantapájaros, proyecto cultural, artístico y literario que funciona en Bogotá desde 1990, Reyes destaca la importancia de iniciar el itinerario lector en los primeros años de vida, siempre con un adulto como guía y mediador. “Alguien nos tiene que presentar el espacio de lectura para poder vivir la experiencia. Uno da lo que recibe”, asegura la autora de, entre otros títulos, Una cama para tres, Los agujeros negros, El libro que canta y El terror de sexto B, “el libro infantil más pirateado de la historia”, como revela ella misma entre risas.
“En Espantapájaros tenemos un jardín para la primera infancia y una librería especializada. Hace unos días fui testigo de una escena conmovedora: sentados en ronda, una profe ‘cuentacuentos’ estaba con cara muy triste, no podía contener las lágrimas; a su alrededor, un grupo de niños le leían el libro Es así, de la autora e ilustradora chilena Paloma Valdivia, que habla del ciclo de la vida y de la muerte. Ellos habían elegido esa historia porque se dieron cuenta de que ella estaba triste. ‘Hoy vamos a leerte nosotros’, le dijeron a la docente, que había ido a trabajar a pesar de que esa mañana había muerto su perro”, cuenta emocionada la ganadora del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil 2020.
Narradora, ensayista, periodista, editora, librera, bibliotecaria, investigadora y formadora de lectores, escritores y docentes, Reyes pasó la semana pasada por Buenos Aires en una “escala” literaria antes de emprender viaje a Resistencia, Chaco, donde participó del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, organizado por la Fundación Mempo Giardinelli. Los editores del sello Loqueleo, que publican sus libros en el país, la invitaron a dar una charla centrada en la literatura para la infancia en los tiempos actuales, que se transmitió en vivo por Instagram.
Autora también de novelas para adultos como Pasajera en tránsito y Qué raro que me llame Federico (Alfaguara) y de libros teóricos como La casa imaginaria, La poética de la infancia y El reino de la posibilidad, Reyes habló sobre cuestiones actuales que preocupan a padres y docentes: la hiperconexión tecnológica, la inteligencia artificial, la lectura en la escuela, entre otros temas. También, de la censura y las cancelaciones que siguen la tendencia actual de la corrección política.
–¿Qué lectura hace sobre el rol de la literatura en este contexto político global con intentos de censura a clásicos, por ejemplo?
–La literatura está formada por un tejido de historias, de voces; es un engarce con lo temporal y con nuestra especie. Es muy “potente” censurar los hechos culturales porque forman un discurso público simbólico que se dirige a capas que no son lo dicho ni lo obvio. Esos discursos que pretenden borrar la historia lo que buscan es borrar la primera capa, la superficial: leen la literatura como si fuera un discurso informativo de prácticas y pensamientos de ese momento. Si miramos los discursos políticos, en especial los de la derecha, tratan de conservar algo que creen que todavía es posible conservar. Creo que las decisiones electorales son también decisiones ‘lectorales’: cómo leemos los discursos simbólicos de cada época.
–¿Qué opina del “caso” Roald Dahl: la adaptación políticamente correcta que se hicieron de sus libros en Gran Bretaña?
–Para empezar, la censura hizo que muchos compraran sus libros originales para ver qué era aquello tan terrible que escribía. A esta altura, Dahl ya es un clásico contemporáneo y uno se relaciona con un clásico buscando qué cosas son de otra época y cuáles te siguen interpelando: pero para saber eso hay que ir más allá de la primera capa y ahondar en el discurso. Es como cuando se restaura un cuadro antiguo y empiezan a descubrir capas detrás de cada capa.
–¿Qué debe tener un libro para atraer la atención de los chicos de hoy y cautivarlos?
–Es una cuestión que no se puede contestar de manera genérica, pero para empezar preguntaría: ¿quién es ese lector al que le queremos dar un libro? Para proponerle una experiencia de lectura que vaya un poco más allá, que le represente un desafío, a un niño de unos 6 años, que está en el proceso de aprender a leer, tiene que ser un libro irreverente, que diga cosas que no dicen otros lenguajes. Las infancias de hoy son muy diversas, pero hay emociones existenciales que no cambian y de ellas habla la literatura.
–¿Qué puede hacer para no caer en la trampa del marketing o la moda del momento el que no conoce sobre libros para chicos?
–Uno no compra un cereal por el dibujo o el color de la caja sino por el contenido. Con los libros es lo mismo: hay que ver quién está detrás, quién lo escribió, quién lo ilustró, qué editorial lo publica. Yo creo que hay que informarse y pensar quién es ese niño al que le estamos eligiendo un libro, qué experiencia de lectura ha tenido. Preguntarnos si le interesará más la ficción o es un buscador de información. Volviendo a Roald Dahl, su libro La maravillosa medicina de Jorge, es muy irreverente. El humor, la ironía, la transgresión y la irreverencia fascinan a los chicos. Es lo que necesitan para sentirse atrapados por un libro.
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