"Yo nací en un país que ya no existe más"
Me dijo un dramaturgista alemán nacido en 1976 en la RDA. Aljoscha Begrich pasó su infancia en Berlín del este. Hijo de pastores protestantes, pudo ver el nacimiento del movimiento de protesta del 89 en la iglesia misma en la que sus padres daban los sermones. Ser hijo de pastores significaba estar marcado como opositor al régimen. A los diez años, le dijeron que aunque fuera muy inteligente no iba a poder hacer una carrera universitaria. Y nunca pudo ir de vacaciones al mar: las vacaciones en la playa eran para los que tenían conexiones con el gobierno. Cuando le pregunto qué añora de esa época dice: las discusiones políticas en la casa, las calles sin autos, la vida sin Levi's ni Nike.
Kapka Kassabova también nació durante el comunismo pero en Sofía, la capital de Bulgaria. Poeta, ensayista y novelista, escribió una suerte de autobiografía llamada Calle sin nombre, en la que cuenta cómo fue crecer en el comunismo: "Había una cuota para todo: desde los departamentos, a los autos, a las toallitas femeninas, hasta la margarina. No podías ir y comprar lo que querías, cuando querías: eso era el capitalismo. No, el Estado te proveía de todo, pero para el tiempo en el que te llegaba había pasado tanto tiempo que se sentía como un pequeño milagro, y vos sentías una mezcla de alivio y gratitud".
Kapka pasó los primeros años de su vida sin su padre porque, apenas recibido de matemático, fue llamado por el ejército para combatir contra la amenaza del oeste decadente. Creció con su hermana y sus padres en un departamento de un ambiente en un monobloc llamado Juventud 3. Pasó las vacaciones escolares haciendo nudismo involuntario (ir a la playa desnudo era obligatorio). Festejó sus cumpleaños en los salones comunes del monobloc y gracias a la destreza materna, logró tener siempre una torta de cumpleaños, aun cuando era imposible encontrar huevos o azúcar. Según Kapka: "Todo lo que te quedaba era la educación. Te daba un lugar habitable para vivir. Y la posibilidad de emigrar interiormente".
Kapka y Aljoscha no son los únicos. Hay toda una generación de personas nacidas antes de la caída del Muro que pasaron su infancia en mundos que ya no existen. ¿Cómo es ser educado en un sistema de valores y tener que vivir en otro? ¿Cómo es ver la caída de un modelo ideológico? ¿Y en qué se convirtió el comunismo hoy?
Me acuerdo de Pizzas for the People, un proyecto de Kim Hwang, un artista surcoreano. Se dice que Kim Jong-un, el líder norcoreano, es fanático de la pizza, y en Corea del Norte hay un único restaurant de pizza donde van sólo los miembros más altos del partido. La obra consistió en filmar un tutorial para hacer pizza e ingresarlo al país a través de traficantes de DVD. El video tuvo mucho éxito y él recibió cartas de cientos de norcoreanos que comieron pizza por primera vez en su vida. Cuando le pregunté al artista cómo iba a ser cuando se termine la división entre las dos Coreas, él me dijo: "Como si de repente te dieras cuenta de que viviste dentro de un cuento, un poco como el final de The Truman Show".
La autora es escritora, dramaturga y directora de teatro