Y un día París celebró el arte de Diego Velázquez
Aun sin Las meninas, es una de las mayores muestras del genio sevillano
PARÍS.- Por fin, Diego Velázquez pudo viajar a París. Uno de los pintores más importantes de la historia del arte debió esperar 355 años después de su muerte para que la capital francesa le tributara el homenaje que merecía por su contribución a la cultura universal.
La exposición, que fue inaugurada ayer en el Grand Palais, presentará hasta el 13 de julio 51 obras procedentes de 19 ciudades, una proeza sin precedente desde la muestra conjunta organizada en 1989-1990 por el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York, y el Museo del Prado, de Madrid. En 2006-2007 hubo otra versión más reducida en la National Gallery, de Londres, pero ese antecedente no cuenta para quienes miden el talento con la barra del Libro Guinness de los Récords.
El único cuadro importante ausente de esta muestra será Las meninas. Por razones de seguridad, el Prado no le permite viajar. La verdadera razón es que esa obra maestra recibe tres millones de visitantes por año y constituye el principal atractivo del museo para seducir a los turistas que visitan Madrid.
Según los curadores de la muestra, la ausencia de la obra cumbre del célebre sevillano nacido en 1599 se explica por la voluntad de los organizadores de mostrar mejor los cortejos de enanos, las tristes infantas, los rostros de estupor, los cachorros y las terribles efigies, que el escritor y obispo francés Jacques-Bénigne Bossuet consideraba "objetos de piedad y sujetos de milagro".
Los celos de La Gioconda
Acaso mejor así porque, incluso sin la presencia de Las meninas, fue imposible que no se instaurara una extraña rivalidad en París. Aunque no lo confiesan, las autoridades francesas optaron por instalar la obra de Velázquez en el ostentoso edificio del Grand Palais -en lugar del Louvre- para evitar una crisis de celos a La Gioconda, que, por una vez, perderá su codiciado rango de vedette cultural de París.
¡Y pensar que el Louvre no tiene un solo cuadro de ese genio a quien Manet llamaba "el pintor de los pintores"! Una imperdonable omisión que debía ser momentáneamente reparada con esta exposición inaugurada ayer, que tenía prevista la presencia de los reyes de España, Felipe VI y doña Letizia. Lamentablemente, los monarcas tuvieron que regresar a España, ayer mismo, debido al dramático accidente de avión de la compañía alemana Germanwings, que por la mañana se estrelló en los Alpes y causó la muerte de 150 personas, entre ellas, más de 40 españoles.
"Excepto el Reino Unido y Estados Unidos, la mayoría de los países carecen de Velázquez. Porque pintó poco y esencialmente para el rey de España", precisa Guillaume Kientz, encargado de las colecciones de pintura y escultura españolas, portuguesas y latinoamericanas del Louvre, y comisario de esta muestra. Su catálogo cuenta con entre 110 y 120 telas, de las cuales 60 se encuentran en España. Por esa razón, de los 51 cuadros expuestos en el Grand Palais, 18 provienen de museos españoles.
Los rostros pintados por Velázquez tienen algo de inmemorial. Su pintura cuenta la verdad del poder encarnado en un hombre que desempeña el rol: el infante Baltasar Carlos se parece a un infante, el poeta Luis de Góngora a un poeta, el inquisidor Sebastián de Huerta a un inquisidor, el bufón Calabazas a un bufón. Sin embargo, algo se insinúa entre esas certezas: las ilusiones de los espejos, una máscara que se resquebraja, lo ineluctable de la muerte.
Aparte de algunos alumnos de su atelier, entre los cuales se cuenta su yerno, el pintor barroco Juan Bautista Martínez del Mazo, el maestro no tuvo sucesor. Pero la imaginación permite verlo como la sombra tutelar de una hispanidad que lo precedió, pero que sobre todo lo prolongó con el correr de los siglos.
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