Witold Gombrowicz, "nuestro" polaco, 50 años después
Hace ya cincuenta años, en una localidad francesa de la región de Provenza que bordea la Costa Azul, fallecía el escritor polaco Witold Gombrowicz. Había nacido en agosto de 1904 en Maloszyce, se formó en Derecho en la Universidad de Varsovia y, en 1933, publicó su primer libro, Memorias del período de la inmadurez que, años más tarde, se reeditaría con el título de Bacacay. Cuentos completos. La edición de esa obra por El Cuenco de Plata hace justicia a ese prometedor período del escritor. Sin embargo, su obra más conocida es Ferdydurke, de 1937. Protagonizada por Joey Kowalski, esa novela se perfila como el emblema de la obra de Gombrowicz, donde la adolescencia, la inmadurez y la irresponsabilidad suelen actuar como motores de la creación. En la Argentina, la obra llevó un prólogo de Ernesto Sabato.
"Los dos problemas capitales de Ferdydurke son el de la Inmadurez y el de la Forma -escribió Gombrowicz en el prefacio de su primera novela-. Es un hecho que los hombres están obligados a ocultar su inmadurez, pues a la exteriorización solo se presta lo que ya está maduro en nosotros. Ferdydurke plantea esta pregunta: ¿no ven que su madurez exterior es una ficción y que todo lo que pueden expresar no corresponde a su realidad íntima? Mientras fingen ser maduros viven, en realidad, en un mundo bien distinto. Si no logran juntar de algún modo más estrecho esos dos mundos, la cultura será siempre para ustedes un instrumento de engaño". Así pues, la tarea de Gombrowicz consistió en denunciar, de la manera más original y virulenta posible, los diversos instrumentos de engaño que lo rodeaban, incluso el de las instituciones literarias.
En 1939, pocos días antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Gombrowicz viajó a Buenos Aires para participar de un congreso de escritores. Cuando supo que Alemania había invadido Polonia, no lo dudó y se instaló en la ciudad, donde, además de trabajar como empleado bancario durante un tiempo, escribió algunas de sus obras más destacadas, como Transatlántico (1953) y La seducción (1960), también conocida como Pornografía. Su estilo crítico y burlón hizo que se lo considerara una suerte de Rabelais del siglo XX, que vivía pobremente en una remota ciudad sudamericana. "Me gusta la Argentina y la aprecio, sí, pero ¿qué Argentina? No me gusta la Argentina y no la aprecio, sí, pero ¿qué Argentina? Soy amigo de la Argentina natural, sencilla, cotidiana, popular. Estoy en pie de guerra contra la Argentina superior, ya elaborada, ¡mal elaborada!", escribió en su diario.
Fue candidato al premio Nobel de Literatura en varias ocasiones. "Mi candidatura iba cobrando fuerza paulatinamente y ya hace dos años faltó poco para que recayera en mí el premio por Pornografía -le contaba en una carta a su amigo Juan Carlos Gómez-. Pero por suerte la honorable señora McCarthy votó en contra. ¡Por suerte! ¡Cuánto le debo a esta eximia escritora! Porque por obra del Ser Supremo justo después de ese año el premio fue reformado y se le concedió más importancia dotándolo con el doble de dólares".
Discípulos y amistades argentinas
Aquí hizo escuela. Pasaba horas en el café Tortoni y La Fragata, en Buenos Aires, y en la confitería Rex de Tandil, junto con escritores y filósofos más jóvenes que él, como Jorge Di Paola, Mariano Betelú, Adolfo de Obieta, Carlos Mastronardi, Germán García y Miguel Grinberg, que formaron parte de su círculo de amigos y discípulos. La influencia de Gombrowicz se puede rastrear incluso en obras de Ricardo Piglia, Osvaldo Lamborghini y Alberto Laiseca. Aconsejaba a los aspirantes a escritores de la Argentina a ir en contra de la tradición y una de sus máximas favoritas era: "Maten a Borges". Cuando lo consultaron al autor de Ficciones, declaró que nunca había leído a Gombrowicz.
"Soy de la idea de que a cincuenta años de su muerte, Gombrowicz es cada vez más actual -dice Nicolás Hochman, director del Congreso Internacional Gombrowicz, cuya segunda edición se desarrollará entre el lunes 12 y el sábado 17 de agosto-. Más allá de si lo que escribe le gusta o no a una persona, me parece que aporta una cantidad enorme de herramientas para pensar cuestiones como el nacionalismo, la idea de patria, la sexualidad, la amistad, la manera de enfrentarnos a la literatura y al arte en general". Hochman, autor de Incomodar con estilo. El exilio de Gombrowicz en Argentina (Dobra Robota), considera que el autor polaco pensó siempre de una manera incómoda, que puso a los lectores en un lugar inestable e inseguro. "De algún modo, era lógico que eso pasara hace cincuenta años -agrega-. Pero que siga pasando hoy, cuando los lectores ya estamos tan curtidos, cuando ya nada nos sorprende, cuando es tan difícil que algo nos interpele, me parece un signo".
Para la segunda edición del Congreso Internacional Gombrowicz, se organizaron más de treinta eventos en diez sedes, durante todo agosto, con foco en la semana de que va del 12 al 17. Los jueves, en el Malba, se exhibirán películas sobre la obra del escritor: Cosmos (2015, de Andrzej Zulawski), la imperdible Gombrowicz, o la seducción (1986, de Alberto Fischerman), Gombrowicz, la Argentina y yo (2000, de Alberto Yaccelini) y W, el polaco, "película secreta" del congreso internacional que aún se encuentra en desarrollo. Habrá además representaciones teatrales que rinden homenaje al autor de Yvonne, princesa de Borgoña (1958). El viernes 9, en Andamio 90, se podrá ver La Fachalfarra, escrita y dirigida por Alfredo Martín, y el sábado 10, con dirección de Cintia Miraglia, El casamiento (en Delborde Espacio Teatral).
Del congreso participarán más de doscientos invitados, entre ellos, Tomás Abraham, Alicia Borinsky, Carlos Brück, María Rosa Lojo, Ariel Idez, Guillermo Martínez, Natalia Zito, Roque Larraquy y Cristina Mucci. El 17, se conocerá el nombre del ganador o de la ganadora del premio Gombrowicz de Novela, que concede cien mil pesos. El jurado de esta edición lo integran Ariana Harwicz, Martín Kohan y Eduardo Berti, confesos lectores del escritor polaco. En esa jornada, además, se leerán por primera vez en español pasajes de Kronos (el diario inédito de Gombrowicz, que incluye anotaciones sobre su comentada vida sexual) y Pedro Mairal y Rafael Otegui pondrán música al encuentro. Rita Gombrowicz, que fue cónyuge del escritor, y Enrique Vila-Matas no viajarán a Buenos Aires pero grabaron envíos para no estar ausentes de la celebración a medias institucional y, como le hubiera gustado al propio homenajeado, también antiacadémica.
Gombrowicz en Tandil
En 1957, Gombrowicz vivió en la ciudad de Tandil, adonde viajó para recuperarse de sus afecciones respiratorias. Allí conoció al escritor Di Paola, "Dipi". Algunas anotaciones en Diario argentino brindan pistas sobre su paso por esa ciudad serrana. "¡Viejos, Tandil cada vez se parece más a Atenas! Todo el mundo es artista, nadie tiene ganas de trabajar", escribió.
Para conmemorarlo, el artista Cristian Segura realizará una escultura frente a la casa que el escritor habitó en Tandil. "Con Dipi pensamos en la importancia de un monumento a Witold Gombrowicz en Tandil. Idea que tomará forma este año, con motivo de cumplirse los cincuenta años de su fallecimiento. La obra se compondrá de veinticinco piezas de acero inoxidable, con la forma de los martillos de una máquina de escribir, pero gigantes. Las letras de los martillos formarán la frase 'En Tandil te aburrirás a morir'", adelanta Segura, que el 16 de agosto hablará sobre "Gombrowicz y el arte" en el marco del Congreso Internacional Gombrowicz, junto con Juan José Becerra, Pau Freixa y Anna Spólna, en la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. La obra se emplazará frente a la casa que el escritor habitó en Tandil y que muy pocas personas conocen. Así la describió Gombrowicz en su diario: "Un departamentito delicioso, un poco fuera de la ciudad, al pie de la montaña, allí donde se levanta un gran arco de mampostería y el parque se une al bosque de coníferas y eucaliptos en la montaña". Los avances de ese trabajo se pueden seguir en la cuenta de Instagram @cristiansegura.art
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