Williamson: "Era un apasionado"
LONDRES.– Muchos años atrás, el biógrafo Edwin Williamson volaba a Buenos Aires, cuando su vista recayó sobre un artículo en The Times, que leía el pasajero de al lado: Borges, a man without a life (Borges, un hombre sin una vida), se titulaba la reseña. “Tanto tiempo después, ésa es la impresión que, básicamente, persiste: el escritor frígido, encerrado en su biblioteca, desconectado de la política y a quien la vida le pasaba por delante –cuenta a LA NACION el prestigioso profesor de literatura de la Universidad de Oxford–. Me pareció que debía investigarlo.”
Tras varios años de trabajo, “Borges. A life”, o "Borges. Una vida", en su flamante traducción al castellano, editado por Planeta, es el resultado. "Es difícil imaginar que alguien pueda jamás escribir una mejor biografía del icono más elusivo del siglo XX", dijo The Independent; "Soberbia", dictaminó el Financial Times. Harold Bloom consideró: "Lleva al lector mucho más allá de cualquier punto previo en la comprensión de la vida del maestro argentino", y Mario Vargas Llosa dijo que era "una biografía absorbente y meticulosamente investigada por uno de los mejores críticos de literatura latinoamericana".
Los comentarios en contra, en particular de intelectuales argentinos, convirtieron también el libro de Williamson en la biografía más fascinante y polémica del último tiempo, que muestra al autor de "Ficciones" como a un apasionado por las mujeres, por la política y por la vida.
El interés de Williamson por Borges se remonta a comienzos de los años 70, cuando la editorial británica Penguin publicó una antología de sus cuentos y ensayos con el título " Labyrinths " ("Laberintos"). "Se volvió un objeto de culto para mi generación", recuerda. Otro estímulo importante fue escribir "Penguin History of Latin America", donde buscó relacionar la historia socioeconómica de América latina con una historia cultural más amplia. "Allí supe que mi próximo proyecto sería sobre Borges en la Argentina. Pensé que debía ser bastante irritante, como argentinos, encontrar siempre a Borges discutido como si no tuviese prácticamente nada que ver con su país. Lo que quise ver es cómo el ser argentino y sus experiencias concretas de vida lo habían influenciado como escritor."
-Una de estas grandes influencias que usted descubre son las mujeres
-Sí, hay una cita de Borges que dice: "Me pasé la vida pensando en mujeres". El solía decir que era una persona sorprendentemente emocional y apasionada, pero si uno lee sus dos colecciones de cuentos más famosas, "Ficciones" y "El Aleph", surge como todo lo contrario, lo cual me pareció una contradicción importante, o la posibilidad de una paradoja. Si uno lee o escucha sus entrevistas, verá cómo se describe a sí mismo como "un sentimental" y habla mucho de la emoción. Que alguien así haya escrito de una manera tan magistralmente desapasionada es fascinante, y creo que encontré una clave que puede ayudar a entenderlo: en una entrevista, él confiesa que siente sus historias desde lo más profundo de su ser y que usa extraños símbolos para que la gente no se dé cuenta de que son más o menos autobiográficas. En el proceso de transformar la propia experiencia en cuentos hay un desplazamiento por el cual desaparecen las emociones que me pareció que era necesario explicar.
-¿Y cómo lo explica?
-Básicamente, por un cambio que le ocurre en la década del 30. Su trabajo anterior podría calificarse como el de un poeta expresionista, pero a partir de ese punto intenta evolucionar para ser un escritor de ficción y, al hacerlo, desarrolla una forma de escribir muy idiosincrásica que le permite, por una parte, expresar sus emociones y sentimientos en la página y, a la vez, mantenerlos escondidos de los lectores. Usa la fantasía, los símbolos, los desplazamientos en el tiempo y el contexto para que no haya una apertura confesional directa al lector por medio del texto.
- Pero usted corre esas cortinas de la intimidad y descubre dos amores de Borges, secretos hasta ahora.
-Creo que descubrí, por medio de referencias muy tempranas en su trabajo, a su primera noviecita, la chica de la que estuvo enamorado en Ginebra, antes de que la familia partiese para España, forzando el fin de la relación. Fue una introducción interesante en el tema del amor y de la pasión en su obra. Luego, el descubrimiento de su amor no retribuido por Norah Lange vino de la investigación de un período en el cual uno sospecha que algo muy doloroso le ocurrió, y, dada su confesa vulnerabilidad a las mujeres, supuse que podía estar relacionado con un affaire que no llegó a buen puerto. Distintas fuentes, inesperadamente, me dijeron que Borges había estado enamorado de Norah Lange, algo que yo no sabía, y todo fue cerrando. Lo que sabemos es que Borges mismo solía declarar bastante libremente que había estado enamorado de la hermana de Norah, Haydée Lange, pero esta relación ocurrió a fines de la década del 30, principios de los años 40, mientras que el único momento en que pudo haber estado enamorado de Norah, con algún tipo de reciprocidad, debíó de haber sido entre 1924 -cuando rompe con Concepción Guerrero- y 1926, cuando Norah se enamora de Oliverio Girondo.
-¿Y esto afectó su manera de escribir?
- Sí, el rechazo de Norah Lange a favor de Girondo, su gran rival en la vanguardia argentina, lo hizo reconsiderar sus valores literarios. Como dijimos, hasta ese momento él se consideraba un poeta, no un escritor de ficción. Según su ensayo "Profesión de fe literaria", entonces él tenía la idea expresionista de que el objetivo de la escritura era dar expresión a su experiencia y sentimientos. Después de perder a Norah, comienza a revisar esta idea, y esto eventualmente lo lleva a formular el acercamiento más reticente, resguardado y crítico a la escritura, que él sentía necesario para volverse un escritor de ficción. La experiencia con Norah Lange lo cambió fundamentalmente como escritor, y he tratado de demostrar en el libro cómo hay referencias crípticas a Norah en su obra.
-En la Argentina, para muchos María Kodama es un ángel, otros la demonizan, ¿usted qué opina?
-Francamente, no lo sé. Sólo sé que Borges estuvo enamorado de ella por muchos más años de lo que comúnmente se cree, la relación fue de más de 15 años, lo cual es evidente en los poemas de amor que escribe en clave y su creciente interés en Japón y todo lo oriental.
-Otra de las sorpresas de su libro es que, más allá de su pasión por las mujeres, usted muestra a Borges como un intelectual engagé.
-La idea de que a Borges no le interesaban la política o los acontecimientos públicos, o que era un reaccionario admirador de Videla y Pinochet es otra de las que persisten y que, a medida que investigué su vida, más difícil de sostener se me volvió. Sus ideas, de joven, ya eran muy abiertas, fue un activo partidario de Yrigoyen, e incluso encontré un discurso que dio a los jóvenes nacionalistas sobre el tema de la inmigración, en el que decía que debían dejar de lado el orgullo de su ascendencia y dar la bienvenida a los inmigrantes al país, para crear un nuevo hombre que pueda llamarse argentino a partir de la mezcla de culturas. En la década del 30, por supuesto fue uno de los primeros escritores e intelectuales en pronunciarse públicamente en contra de la amenaza nazi, del antisemitismo y del fascismo en general. Borges fue muy consistente en todo eso, lo cual explica por qué se volvió tan férreo opositor a Perón: con razón o sin ella, lo veía como a un representante del nacionalismo militante. Insisto: lo que se mantiene constante en Borges es una serie de valores políticos, como la libertad, los derechos del individuo y la protección del pensamiento libre; y el camino en sus ideas políticas puede explicarse como un intento de sostener siempre al partido o movimiento que, en cada momento, él sentía que mejor iba a salvaguardar o restablecer estos valores. Así puede explicarse que haya apoyado a la dictadura militar, creyendo que iba a traer la democratización de la Argentina.
-¿Eso le costó el Nobel?
- Es posible. El hizo público su apoyo al derrocamiento de Isabel Perón y también criticó a García Lorca en España, lo cual cayó muy mal al comité que estaba estudiando la candidatura de Borges para el Nobel.
- ¿Por qué quiso morir en Ginebra?
-La última década de la vida de Borges fue un período muy duro para la Argentina, y después del gobierno militar y de los desaparecidos, Borges buscaba una manera de señalar la necesidad de convivencia de los distintos grupos y partidos en el país, y vio en el modelo suizo un ejemplo. Hay un famoso poema que escribió al final de sus días, "Los conjurados", que ya desde su título es interesante, porque remite a un discurso que dio en su juventud, cuando era partidario de Yrigoyen y tenia su propia visión de criollos e inmigrantes como conjurados en la construcción de este nuevo hombre argentino.
-Alberto Manguel ha dicho que en inglés se ha leído a Borges a pesar de las traducciones. ¿Son tan malas?
-Sólo le voy a contestar que a Borges ¡yo lo leo en castellano!