Volvió la Feria del Libro y volvió la polémica
Se vivieron cruces en la inauguración del mayor evento cultural del año
Y los cruces volvieron a la apertura de la Feria. La inauguración del mayor evento cultural del año –la 43° Feria Internacional del libro de Buenos Aires- volvió anoche a los reclamos, pedidos y respuestas lanzadas en tono de enojo a través de los respectivos discursos del ministro de Cultura de la Nación y del titular de la Fundación El Libro, organizadora del evento y virtual “vocero” del sector editorial.
Martín Gremmelspacher, presidente de esa fundación, advirtió que el sector está “en uno de sus momentos más delicados” y que recibiría un “tiro de gracia”, de concretarse un proyecto del ministerio de Economía que busca “gravar al libro argentino con un IVA del 19%, derogando la excepción sostenida por décadas a través de todos los gobiernos”.
“Conmigo no, Martín”, le respondió el ministro Pablo Avelluto parafraseando, como dijo, “a mi amiga Beatriz Sarlo”. Y agregó: “No hay ningún tiro de gracia. Este no es el peor momento de la industria editorial; hemos pasado dictaduras e hiperinflaciones (…). Yo vi cómo en las crisis de los últimos veinte años el sector se las ingenió para salir adelante”.
“Despues de tantas palabras optimistas, lo mío será más atenuante”, intentó armonizar la estrella de la noche, la escritora Luisa Valenzuela, al comenzar su discurso inaugural que como es tradición, queda en boca de un escritor, intelectual o artista.
Valenzuela fue la más buscada por los fotógrafos y la más aplaudida. Los aplausos del público –que llenó la mitad de los 1200 lugares de la sala Jorge Luis Borges, la más grande del predio- fueron unánimes a diferencia de los que recibieron los demás oradores que sonaron tibios y escasos. Algo tímidos, como los silbidos y risas irónicas que recibió Avelluto.
Para el corte de cintas y foto final subieron al escenario, además de los mencionados y el director de la FIL, Oche Califa, el ministro de Cultura porteño, Angel Mahler y el director de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, en representación de esa ciudad invitada de honor, John Szabo, quienes también habían pronunciados sus respectivos discursos.