Volvió a abrirse al culto la histórica iglesia parroquial de San Miguel
El templo de Bartolomé Mitre y Suipacha había sido cerrado en 2000 por riesgos de derrumbe
El templo parroquial de San Miguel Arcángel, que estaba cerrado desde el año 2000, fue abierto ayer nuevamente al culto en medio de la alegría de los fieles, al superarse la etapa más crítica del grave deterioro edilicio.
Ubicado en Bartolomé Mitre y Suipacha, ocupó siempre un lugar emblemático en la ciudad, y durante décadas ejerció allí como párroco el obispo monseñor Miguel de Andrea, fallecido en 1960, a quien una estatua recuerda como "apóstol de la paz social".
El avanzado deterioro del templo -originario de 1788, aunque su fisonomía actual data de los años 20 del siglo pasado- había llevado a su clausura: caían revoques del techo y había peligro para la seguridad.
En 2005 se hizo cargo de la parroquia el presbítero Ricardo Dotro, que comenzó a oficiar la misa en la cripta del templo, con una entrada lateral sobre la calle Suipacha, e inició los trabajos de restauración de una iglesia que se venía abajo y en la cual queda todavía mucho por hacer.
Al agradecer a los hombres y mujeres que pusieron su esfuerzo, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, expresó ayer su especial gratitud al padre Dotro, "que con una dosis grande de celo apostólico y no menor de inconsciencia se ofreció para tomar esta parroquia".
El cardenal señaló que "paso a paso y día tras día, fue arreglando las cosas. Todavía falta mucho, pero hoy no hay peligro de que el templo se venga abajo", especificó.
En realidad, la iglesia se llama Nuestra Señora de los Remedios, imagen bendecida allí en 1727, bajo cuya advocación se levantaron en ese lugar el primer cementerio de pobres y ajusticiados, el hospital San Miguel y un hogar de huérfanas. Pero como había una imagen del arcángel San Miguel abatiendo con su espada al demonio, y todo el mundo la llamaba así, cuando la iglesia fue elevada a parroquia se le impuso ese nombre a la jurisdicción parroquial.
Bergoglio dijo que Buenos Aires es una ciudad que se ha paganizado, que inventa ídolos que atrapan el corazón. "Es una ciudad que descuida a sus niños y sus ancianos", dijo. Y señaló que en una ciudad así el demonio hace de las suyas. Afirmó que Dios quiso recuperar para su pueblo fiel y para El un lugar sagrado. E invitó a todos a rezar la oración que dice: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, ampáranos contra la perversidad y asechanzas del demonio".
Muchísima gente se acercó a comulgar, y faltaba que lo hicieran unas 40 personas cuando se acabaron las hostias consagradas. El párroco pidió la llave para abrir el sagrario de la cripta. Al final, se agradecieron muestras de afecto de vecinos del barrio: se leyeron saludos de los pastores Hugo Urcola, de la primera iglesia evangélica metodista, de Corrientes y Maipú, y Winfried Kaufman, de la congregación evangélica alemana, de Esmeralda 162, que decían que se unían en oración y deseaban que Jesucristo "sea el Señor de nuestro corazones".
A la salida, Nélida Olleros mostraba un certificado de su primera comunión, en 1943, firmado por monseñor De Andrea. Y Susana Montefusco recordó que ella tomó allí la comunión, allí se confirmó y se casó hace 55 años con el educador y periodista Luis Jorge Zanotti. "Es una alegría. No creía que iba a ver esto", comentó. Entre otros, estaban el director de Culto Católico de la Cancillería, Luis Saguier Fonrouge; el ex secretario de Culto Norberto Padilla, y su esposa, Gloria Williams; la académica Ana Lucía Frega, y el directivo de enseñanza privada Carlos Galli.
El templo de San Miguel no quedó sólo en la historia; inicia una nueva etapa. El historiador Juan Cruz Jaime y su esposa, Guadalupe Cúneo, llevaban consigo a su hijo Alfredo, de tres semanas, que el domingo próximo será el primer bautizado en el templo rehabilitado.