“Volverse azul”: un mar de libros y curiosidades, en una muestra inmersiva dedicada al océano
Un recorrido por veinte espacios temáticos vinculados con la cultura marítima, la relación con nuestra vida cotidiana y el impacto ambiental; además, el mar como protagonista de ficciones
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Un paraguas, una lata de dulce de batata y otra de sardinas, unos patitos de plástico, un billete de 50 pesos, un balde, una pala y un rastrillo y una selección de libros de ficción y no ficción dedicados al mar: esos y otros objetos reciben a los visitantes de la muestra “Océano. Volverse azul”, en el Centro Cultural de la Ciencia. Con una mirada multidisciplinaria, la exhibición propone un recorrido inmersivo e interactivo por la cultura oceánica, la relación con nuestra forma de vida y su impacto ambiental.
Desplegada en la planta baja, la exposición presenta veinte dispositivos temáticos con distintos contenidos que tienen al mar como protagonista. En el espacio “Biblioteca azul” hay libros al alcance de la mano del público de todas las edades. Están los clásicos, por supuesto: distintas ediciones de Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa y Un capitán de quince años, de Julio Verne; “Simbad el marino”, una de las historias de Las mil y una noches; Sandokan, de Emilio Salgari, y Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.
También, cuentos ilustrados para pequeños lectores como Mar de fondo, de Laura Devetach; Día de pesca, de Laurent Moreau; Los martes de Valentín, de Ana Méndez y O’Kif; Mi amigo el mar, de Magela Demarco; Historias del mar, de Alejandra Gámez; y Música de mar, de Didu Grau y Loreto Salinas. Y material de no ficción sobre el cambio climático, la contaminación ambiental, las especies marinas y los animales que habitan el Mar Argentino.
“Es una biblioteca viva y queremos que vaya creciendo a medida que el público visita la muestra, que inauguramos para la Noche de los Museos. Chicos y grandes se acercan a ver los libros, eligen y se sientan a leer”, contó a LA NACION Guadalupe Díaz Costanzo, directora del C3. Los objetos exhibidos en ese espacio buscan acercar el concepto del mar a la vida cotidiana y generar sorpresa. Y lo logran: ¿qué tiene que ver el dulce de batata con el mar? es una de las preguntas más frecuentes. “La consistencia gelatinosa se consigue con una sustancia que proviene de las algas marinas”, explicó Díaz Costanzo durante la visita guiada. Hay más curiosidades: por ejemplo, remedios con componentes que también provienen del océano y latas de sardinas envasadas, en su mayoría, por mujeres.
Son mujeres, también, las protagonistas del módulo “De cara al mar”, que presenta con fotos y textos en primera persona a científicas y trabajadoras vinculadas, de una manera u otra, con el océano. Entre ellas, Evangelina Ciarallo, soldadora del astillero Río Santiago. “Soy la primera generación de mi familia en formar parte del astillero y estoy orgullosa de ser una de las mujeres que hacen barcos”, dice vestida con ropa de trabajo y casco de protección bajo el brazo.
“Hagamos olas” es una instalación participativa repleta de carteles con mensajes escritos a mano por los visitantes. Con una enorme fotografía de fondo de una de las movilizaciones de Jóvenes por el clima, una agrupación local que alerta sobre los efectos de la crisis climática, es una propuesta de escritura colectiva que busca incentivar la producción de ideas y consignas sobre temas ambientales: “El agua vale más que el oro. ¡Cuidémosla!”, dice uno; “El momento es ahora. No hagamos del mundo un lugar bueno, hagamos un lugar mucho mejor”, propone Emi. L, de 10 años. La idea es “agitar las aguas” y compartir las propuestas en el muro, donde se destaca una frase de Leonardo Da Vinci: “El agua es la fuerza motora de la naturaleza”.
Un grupo de 18 científicos de distintas disciplinas participaron del armado de la muestra. Entre ellos, integrantes del Departamento de Propagación Acústica de la Dirección de Investigación de la Armada, que grabaron los sonidos de tres especies del Mar Argentino que se pueden escuchar en el puesto “Con rumor de fondo”. A medida que uno se acerca, el “maullido” que resuena se transforma en otra cosa. Son sonidos únicos, indescriptibles de cachalotes, ballena franca austral y ballena jorobada, “que es la que canta más lindo”, según los especialistas.
“En el marco de la discusión actual sobre la cuestión ambiental, queremos generar un debate y reflexionar sobre nuestra relación con el mar. A causa de la pandemia, por ejemplo, uno de los desechos que más contaminan son los barbijos descartables, además de las botellas y bolsas de plástico”, agregó Díaz Costanzo, en el espacio llamado “Navegar en un mar de dudas”, con pantallas táctiles para “testear” qué sabemos sobre la contaminación del océano, entre otras dudas y mitos alrededor del tema.
Los espacios más participativos (ideales para los que asistan con chicos) son “Oficina del mar”, que propone actividades de escritura, dibujo y juegos con foco en los secretos del océano, y “#VolverseAzul”, que invita a “pintarse” de azul y sacarse fotografías como registro del compromiso individual y grupal con el océano. Fue un boom en la Noche de los Museos. Más allá de la diversión, apunta a sumarnos como ciudadanos a la transformación cultural necesaria y urgente para que el Mar Argentino no pierda el azul del mar azul.
Para agendar
Centro Cultural de la Ciencia: Godoy Cruz 2270. Viernes, sábados y domingos, de 14 a 18. Entrada libre y gratuita.
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