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Con más de 30 años de carrera como dibujante y pintor, y sus obras colgadas en la Sala Cronopios del Recoleta, Ernesto Bertani desafía a "preguntarse todo de nuevo"
Sentado en un café de Buenos Aires o viajando en subte, Ernesto Bertani mira ese gesto, aquel traje, estos zapatos. Después vuelve a su casa-taller, en Ituzaingó, para terminar su labor: pintar el retrato de sus personajes favoritos, los porteños. Esa rara mezcla de culturas que lo intrigaba desde su infancia en Villa Devoto, cuando tenía que ponerse saco y corbata si quería ir al centro.
Una mirada crítica sobre la exigencia del cuidado de la imagen que se impone al hombre urbano convive en sus obras con otros temas que lo preocuparon siempre, como las relaciones de pareja y la identidad. Las banderas argentinas, por ejemplo, que en 1991 aludían con sus arrugas a las privatizaciones impulsadas por el gobierno de Carlos Menem y protagonizaron una muestra en Zurbarán -la galería que lo representa desde hace 20 años-, aparecen ahora en otras versiones en su primera exposición individual en la codiciada Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta.
Aquí soreprenden sus pinturas de gran formato, realizadas con paciencia sobre tela de tapicería a lo largo de la última década. Como Bajarse los lienzos , que representa, según este artista que niega ser "el pintor preferido" de la Presidenta, "la actitud de estar entregado de los porteños, o de todos los argentinos".
-Es el tipo que, después de la crisis de 2001, estaba entregado a cualquier cosa: se bajaba los pantalones por un trabajo. Los porteños tenemos esa cosa de pasar de la soberbia a la falta de autoestima, a entregarnos a que nos hagan lo que sea.
-¿Por qué te interesa el porteño?
-El porteño tiene muy concentrado eso de que "bajamos de los barcos": somos una mezcla de las distintas culturas y todavía no tenemos una identidad propia muy definida. Una de mis pinturas de las banderas, en las que hay muchas de distintos tonos de azul y celeste, se titula Unidos ; pero más que unidos, estamos amontonados, enmarañados. Otra bandera está hecha con lápices, porque los relaciono con la creatividad; tenemos que ser muy creativos para regenerar esa trama a la que pertenecemos, que está tan deteriorada. Por otra parte siempre estuvimos mirando hacia Europa, y eso también se ve en el arte: todo lo que se valora está homologado afuera. Hay una enorme falta de creatividad. Los artistas que trabajan con las nuevas tecnologías siguen reciclando cosas que vienen de las vanguardias de principios del siglo XX. No hay una propuesta realmente nueva.
-¿Pensás que la creatividad podría salvarnos?
-Creo que la creatividad está absolutamente ligada al hombre como especie. Depende de la creatividad poder vivir en la naturaleza o desarrollar determinadas tecnologías que nos permitan evolucionar. Por eso hago énfasis en el lápiz, porque es la herramienta que para mí simboliza todas las demás. Que hoy es el mouse , a lo mejor, y en otro momento fue un palito quemado. En la época de los militares, yo contraponía la creatividad de los lápices de colores vibrantes, que flotaban y representaban lo poético, contra los casimires grises, que representaban lo establecido, lo inmodificable. Ahora los retomo porque pienso que hace falta nuevamente... Repito la frase del Mayo Francés: "La imaginación al poder".
-¿Qué opinás de la diversidad de propuestas que abarca el arte contemporáneo? Porque vos seguís apostando al dibujo y la pintura...
-Me siento un tipo tocando el fagot en el Colón, totalmente anacrónico, porque los lenguajes de esta época tienen que ver con la digitalización, el video, la televisión, Internet... Lo he intentado, hice videos, prácticas de animación por computadora, fotografía... siempre me interesó lo nuevo. Pero nada me capturó como el dibujo o la pintura. Creo que ser fiel a uno mismo es la única forma de ser feliz. Sigo tomando como referente al tipo que estaba en la cueva dibujando en la roca, cuya única finalidad era mostrarles a sus vecinos su idea del mundo. Un artista es eso. Después, el mercado, el poder, la Iglesia, la nobleza han desvirtuado la razón de ser del arte o del artista. A mí me interesa pintar algo que cuente lo que yo pienso.
-¿Cuál creés que es el rol social del artista? ¿Para qué describe cómo ve el mundo? ¿Para ampliar la mirada de los demás?
-Ni siquiera creo en las intenciones grandilocuentes. Yo pinto porque es mi forma, así como otro habla, escribe o hace música... ¿Para qué tocaba un tipo el tambor? No quería hacer la Quinta sinfonía , era simplemente para que los otros bailaran. Creo que cuando un músico hace una composición compleja, también está haciendo eso. Un artista de cualquier disciplina no es más que un tipo que necesita expresar algo porque sino se ahoga.
-En algún momento te calificaron como "el pintor de los Kirchner"... ¿Cómo te cayó eso?
-Como una tontería. Cristina había comprado un cuadro mío en la galería antes de ser primera dama, cuando Néstor era gobernador; era de una pareja que se encontraba flotando en el aire, muy romántico... Cuando Néstor llegó a la presidencia, ella y Alberto Fernández, que también me conocía de muestras anteriores, tenían despachos en la Casa Rosada. Zurbarán les ofreció en préstamo obras de los artistas de la galería, para que se exhibiera arte argentino en la Casa de Gobierno, y los dos eligieron cuadros míos. Pero no conozco a Cristina ni creo ser su pintor favorito.
-¿Se puede decir que tus obras eróticas mostraron la "orgía menemista"?
-Tienen que ver con una época, la década de 1990, a nivel mundial. Y también con el desarrollo de los medios, sobre todo de la televisión, que necesitaron recurrir al erotismo para vender. Hace décadas que la publicidad de un yogur, un auto o un paquete de cigarrillos lleva una cola o unos pechos. Mis obras ironizan sobre eso: tenemos tanto sexo encima que al final nos deserotizamos.
-¿Por qué en general hacés más hincapié en los cuerpos que en los rostros?
-Porque en el hombre y la mujer urbanos, la vestimenta es lo más importante. Es a través de lo que expresa a qué sector social pertenece, qué lugar quiere ocupar... La marca, la moda tienen que ver con la identidad. Yo tengo una posición crítica sobre esa clase de vida en una ciudad, que llega a lo grotesco. Que un hombre esté en el centro con saco y corbata, con 40 grados de sensación térmica, me parece ridículo. En el tema de la imagen hay una exigencia muy hipócrita. Porque te pongas lo que te pongas, no tiene nada que ver con quién sos.
-¿Por qué aparecen signos de pregunta en tus pinturas recientes?
-Porque en los años 90 no había preguntas; había respuestas, certezas. Los economistas, los sociólogos tenían la conviccción de qué era lo que servía: el neoliberalismo, la teoría del derrame... Ahora se confirma que esas ideas no sirvieron para nada, sólo para generar muchísimo desempleo. No sólo en la Argentina, en todo el mundo. La idea de evolución, de progreso, se estancó. Todo está en crisis. Por eso creo que en esta época hay que empezar a preguntarse todo de nuevo. No sólo en lo político y en lo económico, también en lo social, en las relaciones de pareja, en la familia, en la educación, hasta en la moda.
© LA NACION
FICHA. Ernesto Bertani
adnBERTANI
(Buenos Aires, 1949) Eximio dibujante, estudió escultura con Leonardo Rodríguez y pintura con Víctor Chab. Desde 1976 expuso en forma colectiva e individual en galerías, salones y bienales del país y del exterior. Los porteños son personajes centrales en sus obras
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