Volver a casa: el libro “Cuesta abajo”, de Juana Libedinsky, se presentó en un colegio involucrado en la historia
El Northlands, donde se formó la autora residente en Nueva York, jugó un rol clave durante los meses posteriores al accidente que dejó a su marido en coma; Carlos M. Reymundo Roberts, autor del prólogo, participó de la presentación
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Semanas después de haber presentado en el Malba su libro Cuesta abajo, Juana Libedinsky regresó a Buenos Aires desde Nueva York, donde reside, para presentarlo en el colegio Northlands con la presencia de Carlos M. Reymundo Roberts, autor del prólogo. “Es un libro que se lee muy rápido, es muy atrapante. Yo ya sabía la historia y lo leí con el corazón en la boca, como si fuera a terminar mal”, dijo el autor de la columna “De no creer”, que se publica los sábados en LA NACION.
“Me acabo de encontrar con mi maestra del primero A, Miss Vicky, y con Miss Gonchi, la profe cool con quien fuimos de viaje de egresadas a Bariloche. Nunca me imaginé que iba a ser a quien iba a llamar desde el hospital San Carlos para decirle que se acababa de estrellar mi marido contra una piedra, y que iba a traer a los chicos al colegio ya”, señaló por su parte Libedinsky al referirse a las horas que siguieron en agosto de 2019 al accidente de Conrado Tengalia, elegido meses atrás “abogado internacional del año”.
La autora de la columna “Pasajera frecuente”, que se publica en el suplemento Conversaciones de domingo en LA NACION, se refirió luego a la enorme contención que recibieron en el Northlands al llegar sus hijos, Tomasa y Tato, el lunes siguiente. “Las personas de la administración les dijeron ‘Welcome Home’. En un momento así, es muy emocionante. Pero, además, todas las mamás me decían: ‘Vos no te preocupes: si alguna maestra pide dos kilos de harina, alguna mamá va a mandar cuatro kilos para que los chicos tengan. Me habían preparado uniformes, me habían conseguido violines, me habían puesto los nombres de los chicos en cada uno de los útiles. Hay madres que hicieron todo cuando yo llegué acá, en el peor momento posible”.
Por otra parte, Libedinsky aclaró que no quiso que el libro, editado por La Bestia Equilátera, fuese “una especie de vehículo para nada personal”, sino “un libro con una buena historia, que realmente abriera puertas a otras buenas historias. No quería que fuera ni un ejercicio propio de agradecimiento ni de explicar demonios”.
De ese modo, la narración de lo que ocurrió en los meses posteriores a la caída que dejó a su marido en coma se intercala con las lecturas que la ayudaron a superar ese difícil momento: desde Edith Wharton hasta Joan Didion, y desde Oliver Sacks hasta David Foster Wallace. “Este libro, chiquito, es enorme –dijo Roberts-. Un poco como Juanita, ¿no? Es chiquita, chiquita, y es una extraordinaria periodista. Y acá se nos ha revelado, además, como una gran escritora de libros”.
En una sala colmada, ambos bromearon sobre el título original del libro: Lo que le pasó a Conrado. “Te pareció horrible”, dijo riendo Libedinsky. Si bien Roberts lo admitió, agregó de inmediato: “La verdad es que lo empecé a leer y me resultó absolutamente adictivo. Es como dulce leche: te metes en el tarro y no puedes parar. Tiene pocas páginas, pero mucho contenido. Está lo que le pasó a Conrado, pero está lo que le pasó a todo el mundo. Hay muchas historias, muchas reflexiones. Juanita es una voraz lectora y nos va contando qué leía en ese momento”.
Por otra parte, Roberts destacó “una segunda singularidad”: “Es un libro que obviamente está centrado en una tragedia, en un drama, en un accidente terrible, y los dramas que sobrevienen o que le siguen a ese. Y sin embargo, a pesar de que nos conmueve, nos zarandea, nos tiene ahí con el corazón en la boca, no es un libro melodramático. No nos muestra a sus hijos llorando. Está lleno de héroes. Conrado es el protagonista principal del libro, aparece en las primeras páginas y en las 100 páginas siguientes desaparece. Lo más revelador del libro es lo que pasa con Juanita: se enfrenta con este desafío y nunca parece desesperada, sino en control de la situación y de ella misma”.
Por último, Roberts agregó que “el libro tiene otra sorpresa y es que el accidente de Conrado logró algo inédito en la historia de la humanidad que es que confluyeran muy amablemente las tres principales religiones del mundo que todos conocemos: el cristianismo, el judaísmo y el islamismo. ¿Por qué? Bueno, hay que darse cuenta”.
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