Voces en discordia
Los relatos de Vera Giaconi reunidos en Carne viva, densos y consistentes, están protagonizados por mujeres en crisis
Los personajes del primer libro de Vera Giaconi (Montevideo, 1974) evitan ser complacientes. Protagonizados por mujeres en crisis -o a punto de que la crisis se desate-, ariscas, incómodas, los siete cuentos retornan, por medio de tropismos y giros imprevistos, a ciertas cuestiones deformadas por la lente de sus conciencias: la figura materna, la enfermedad como identidad, el amor como premio consuelo, los trastornos mentales, la angustia.
Dividido en dos partes bien diferenciadas pero articuladas con inteligencia, Carne viva introduce una serie de voces discordantes, antipáticas, plenamente conscientes de las posibilidades de una voz: sobre todo, de su carácter destructivo. "Aparecida" narra, a la manera de Henry James, un cuento de fantasmas en la metrópoli, o uno en el que la locura organiza la realidad de una paciente de tal modo que encuentra a la madre muerta en una ya inocua sesión de terapia. En "Tiburón", una mujer fascinada por el personaje de una filicida asiste desganada a un festejo familiar en un barrio privado, escenario favorito de dramas contemporáneos representados en el ambiente doméstico (pero no domesticado) de la clase media burguesa. Allí la protagonista sufrirá las consecuencias de un complot en parte urdido por su propia agresividad. Una madre de dos niñas sólo recibe, en "Agua helada", frialdad y ultraje a cambio de su sacrificio. "La cama en el living" opera una especie de truco de magia en la conciencia de Sofía, una psicóloga que parece subestimar a su hija. Mientras acomoda la casa para recibir a su hermana lesbiana, con quien mantiene una relación tirante, notará que su percepción de los demás y de ella misma se encuentra más distorsionada de lo que imaginaba o le convenía: "La relación con Mónica era como un rompecabezas gigante al que se le habían perdido unas cuentas piezas, y por el momento a Sofía le alcanzaba saber que su hija había encontrado una. Ya llegaría el momento de sacársela".
Acaso levemente autobiográfica, la segunda parte agrupa tres relatos en tres tiempos, enlazados por la figura de Ema, una mujer todavía joven que se niega a ser madre y que padece una enfermedad que, de a poco, la sumerge en un clima de anonadamiento incluso verbal. En ambas secciones del libro, los personajes masculinos cumplen roles secundarios. Pero sólo en los tres relatos finales, Teo, la pareja de Ema -a quien ella sin embargo ve en "Bajo la piel" como "medio hombre"-, cobrará una dimensión relevante, aunque sea a la luz escrupulosa del sufrimiento de ella.
Es posible que la consistencia de los cuentos de Giaconi resida en cierta estrategia (y ésta es una palabra que las protagonistas saben utilizar en su trato con la realidad) de postergación de una crisis inevitable. Las puestas en escena lentas, los diálogos que evolucionan en espiral, las dosis de humor componen una coreografía textual controlada y exasperante. Mediante un punto de vista hiperlúcido traducido a una entonación que aspira a la perfección, los cuentos producen el efecto de una lectura bajo anestesia, sin duda una de las vías reclamadas para soportar el dolor, la enfermedad, el miedo a los otros y ese infierno, para algunos, llamado familia.
CARNE VIVA
Por Vera Giaconi
Eterna Cadencia
108 páginas
$ 49
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