Voces de la poesía
Cinco expresiones significativas de la actividad poética actual
LA INEPTITUD
Por María Negroni-(Alción)-94 páginas-($ 13)
Entre los modos de representar el mundo, el lenguaje poético puede optar por la presentación de su objeto, como si pudiese establecer una correlación inmediata con el horizonte de la experiencia. La ineptitud , de María Negroni, opta por un camino contrario: el mundo es una experiencia donde lo real alcanza su sentido verdadero en el ensueño de los símbolos. Cuando Negroni escribe "el desierto es un animal/ ávidamente inconcluso// y la luz/ un desierto/ ávidamente más grande/ que el desierto", el yo lírico percibe el sentido propio del mundo en la serie de las semejanzas: cada cosa es otra cosa, cada yo puede reencontrarse en un tú.
Sin puntuación, como si fuesen declaraciones iluminadas, los poemas de La ineptitud adquieren su forma más típica en breves agrupamientos de versos como mínimas constelaciones metafóricas ("el poema hila el silencio/ entre dos cosas// inexistentes"). Ese mundo de espejos y de espejismos revela una aspiración esencial: toda semejanza conlleva la ilusión de una unidad perdida, la "fascinación de ser dos en uno". Por ello ese espacio donde se reúnen los contrarios es también un modelo de la unión erótica, un mundo amoroso. La "ineptitud" de la que hablan estos poemas puede leerse como un frustrado deseo de totalidad: el libro de la decepción amorosa entre un yo abandonado y un tú ausente, que repite la ruptura de la unión de los contrarios.
El lenguaje poético urde entonces en lo invisible, en lo que no existe, en un mundo de simulacros: "si pronunciara tu nombre/ te perdería// en lugar de eso/ penetro en el bosque/ sagrado de la ausencia", escribe Negroni. El poema obra desde ese desgarramiento, donde la belleza es, como quería Borges, una inminencia de revelación que no se produce. Así, en el poema "canta lo inaudible", el paradójico recuerdo de lo que no pudo ser vivido. La poesía de María Negroni vuelve a nombrar ese lugar imposible, con el lenguaje certero de un deseo insaciado e indeterminado. Su maestría radica en construir lo impreciso, lo perdido y lo fragmentario con un lenguaje de gran riqueza verbal, como si su acumulación esperara siempre el milagro de revelar un tesoro oculto. Aun cuando se trate de otra ineptitud: "recibirás la riqueza del mundo/ cuando hayas dejado de desearla", escribe Negroni. Y en esa inadecuación inscribe su poesía lúcida.
POEMAS SIN LIBRO
Por Eduardo Mileo-(Ediciones en Danza)-106 páginas-($ 12)
Por su carácter lúdico, por la creatividad que se despliega en sus poemas, el libro de Mileo remite a una afirmación de Gottfried Benn en El epílogo y el yo lírico : "Creo que las íntimas transformaciones que están en grado de producir el arte, la poesía, para que resulten verdaderas mutaciones y transformaciones cuya eficacia sea transmitida por las generaciones, derivan más fácilmente -y con consecuencias mucho más amplias- de aquello que es excitante y rico en fascinación, que de aquello que es fruto ya serenado de autodominio".
Lo prueban estos Poemas sin libro , de Eduardo Mileo. En "Boa", por ejemplo, el largo poema que abre el libro, los versos conjugan la soltura de la asociación libre con la agudeza del epigrama: "El mar que muestra el faro./ El mar sin máscara./ El faro, que no sabe que el mar no sabe,/ y muestra siempre el mismo mar./ El color del cristal del faro./ La marea que marea al mar/ que rompe contra el faro..."
La serie titulada "Héroes" llega más lejos en cuanto a inventiva y originalidad, logrando un friso en el que se conjugan eficazmente la épica y la lírica. Los poemas que integran la serie están divididos en dos partes: la primera de ellas aborda el costado real o exotérico y la segunda, el fantástico o esotérico del héroe que poetizan (el mariscal Von Hindenburg, Carlomagno, el general Simón Bolívar, el general Patton, el brigadier general Estanislao López), proponiendo a la imaginación del lector una suerte de museo o galería poético-histórica.
Los ámbitos, temas, escenarios y mundos que Mileo explora y poetiza -sin descartar elementos narrativos ni de inspiración metafísica y aun ensayística- registran el mayor espectro conceptual y formal (el poemario incluye sonetos) y encuentran, en la solvencia expresiva del autor, en el "modo justo" de su palabra, una ductilidad y precisión dignas de la amplitud y la fascinación de su mirada.
Nacido en Buenos Aires en 1953, el autor ha publicado numerosos libros, entre los que se destacan: Tiendas de campaña, Puerto depuesto, Mujeres y Misa negra . Con estos Poemas sin libro ganó en 2001 el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes.
MEMORIAL DE AGRAVIOS
Por Mercedes Roffé-(Alción)-60 páginas-($13 )
O de las cosas que han pasado en esta tierra es el subtítulo -que sólo asoma en la portadilla interior- de este poemario, el octavo de Mercedes Roffé, una autora señalada por la ductilidad creadora y por una voz poética muy propia, no obstante su afinidad con un tono de época en el que abundan las rupturas y lo fragmentario.
En el prólogo, Roffé recuerda que la expresión "memorial de agravios" remite a un arbitrio del Medioevo: el derecho de elevar quejas por las injusticias que cometiera un señor. Esto podría inducir a leer su libro como un reproche (irónico o no) ante el agravio de vivir. Pero esa lectura implicaría reducir una potente imagen lírica a los límites de una idea, perspectiva exactamente opuesta a la poética que Roffé explicita en el prólogo: "la poesía, el poema, no es un lugar de reflexión. Es -a lo más- la arena de un tanteo. De ahí la poética de este libro, su anatomía: un campo de experimentación donde la palabra [...] intenta acercarse a un centro siempre en fuga".
No sorprende, pues, hallar en Memorial de agravios un calidoscopio de sugerencias, apuntes a veces enigmáticos y desviados de cualquier eje. El mundo, el vivir, son sólo el terreno de batalla: "Sostenerse en el ser, cada mañana, no importa qué. La anatomía exhausta del ciprés... La terquedad crispada de los pinos... El blanco inocuo del hielo en el dintel..." Son destellos punzantes, plenos de tensión y misterio, que adoptan a menudo la forma de la prosa poética.
"La ilusión de encontrar/ un jardín/ de un verde más certero", como rezan las líneas de cierre de uno de estos bellos poemas, convive con la mirada de quien ha vivido lo suyo pero aún sueña con lo inefable, lo único ("Cerrar la puerta de un cuarto de una casa vacía, en un edificio vacío, en la desierta capital de un país abandonado. Imperfección lograda -diferencia").
La vida prolifera, desestabiliza ("Visión prismática, dividida, dispersa. Un no sostenerse en el lugar sino rodearlo y rodear el vacío que se deja"). Pero la frustración-aceptación de lo ya conocido puede expresarse a través de un lenguaje gozoso y flexible: "Monumentos. Memorias. Construcciones. Historia o mito original. Puesta en escena de un ayer que explica, da a entender, funda, da razón (de ser) a un presente más o menos fallido, imperturbable". Ante tal vacío, Roffé advierte, en un luminoso texto de una línea: "Un buen principio, el cansancio" y añade en tono de juego: "En el fondo del bosque hay siempre -siempre- una bruja y una casa de mazapán".
La autora, entre otros, de Cámara baja y Definiciones mayas ha merecido la beca Guggenheim en 2001. Desde 1998 dirige la colección Pen Press, plaquettes de poesía, que tipifica su sabio aprovechar de otras vidas y culturas. Publica en reconocidos diarios y revistas de América latina, España y los Estados Unidos y sus poemas han sido traducidos al inglés y al portugués. Egresada de la UBA y doctorada en Nueva York, además de su labor como poeta y traductora, Roffé ha ejercido la docencia universitaria.
ESTADO DE REVERENCIA
Por Rodolfo Godino-(Ediciones del Copista)-70 páginas-($ 10)
Estado de reverencia : deslumbramiento íntimo, silencio apenas perturbado por los rumores de la memoria, acaso violentos, pero inaudibles. Tal es el clima que, con su habitual sutileza y precisión sensitiva, urde en este nuevo poemario Rodolfo Godino (Córdoba, 1936), para hablar del amor en sus imposibilidades y distancias, y también en la "esperanza desconocida".
Una voz dolida pero serena, levemente distante, logra el extraño efecto de "dar cuenta de sí" (del propio padecer) entrañablemente, pero al mismo tiempo con elusivo pudor, como si se tratara de otro.
En la lejanía de los cuerpos el destino parece pender de lo único que puede, podría o habría podido unirlos: las palabras. Palabras con tanto poder como talismanes mágicos: un adjetivo insignificante que oculta una tormenta; una palabra definitiva, crucial, que, de haber sido efectivamente pronunciada, hubiese logrado cambiar la dirección del destino ("Sujeta, impedida/ mantuve en mi boca la palabra que nos hubiera convertido/la que debió orientar,/ conducir/hasta los cuerpos desmañados/ agua de unión"). Palabras que permiten la supervivencia, la perduración misma del ser amado entre todas las destrucciones ("¿Hubieras durado/ más allá de sueños/ sin la defensa,/ sin el molde de las palabras?"). En el poema que esas palabras construyen se abre la verdad profunda y secreta del propio ser "para unirnos en lo que resistirá, disimulado, para siempre".
Entre cartas y madrigales, hechos y sueños, que marcan las secciones de este libro, discurre el espacio inestable y múltiple, el tumulto asordinado, interior, de Estado de reverencia . Estado que se expande, imperceptible y seguro, hacia sus lectores: sólo cabe callar y comprender cuando otra voz está narrando al oído la historia de la pasión que se confunde con el paisaje impalpable y oculto de una vida. Si el ser acaba en canción (así lo dice el epígrafe de Banchs) acaso porque no puede concluir en plenitud real, otra plenitud -verbal y virtualÑ se alcanza en estos poemas de lo deseado y lo perdido.
ELOGIO DE LA ROSA DE BERCEO
Por Carlos Penelas-(Ediciones del valle)-Sin numeración de páginas-($15 )
A la manera de Gonzalo de Berceo, cuya rosa arquetípica es invocada desde el título, el discurso lírico de Carlos Penelas lo constituye, parafraseando a Antonio Machado, en un verdadero "poeta y peregrino" de nuestros días o, como dice el propio autor, "un peregrino deviniendo/ hacia la nada".
Precisamente desde esa conciencia de la finitud, Penelas sutiliza su palabra, proyectando una suerte de heroica dignidad sobre la materia de su canto, su territorio poético, en el cual todo es ocupado y sometido por el tiempo, que concede "Sólo la humilde atención del instante/ que engendra lucha y agonía".
Del tiempo -víctima y victimario a la vez, testigo y protagonista en el imaginario poético del libro- parecen hablar, curiosamente y más allá de sus precisos referentes, la totalidad de estos poemas; baste citar al azar un par de ejemplos de los primeros versos de algunos poemas: "Llegas con tu vigor/ con tu terrible sombra apresurada". "Me rodea sin nombre, con desgano./ Contiene en su seno/ el vacío duradero del olvido". En sincronía con esta obsesión, el poemario de Penelas se cierra con el verso -paradójicamente inmortal- de Luis de Góngora y Argote: "Ayer naciste, y morirás mañana".
Las otras constantes de Elogio de la rosa de Berceo se entrelazan asimismo con las esperanzas y los miedos de los hombres y también con sus más secretas nostalgias, en páginas donde el autor ofrece una notable capacidad para hacer palpar al lector el cuerpo y la sangre de esa sed de infinito que alienta en la condición humana y que, en el plano formal, se encarna en la excelencia de la modalidad clásica, aunque no clasicista. Se trata, en suma, de un libro consistente y hospitalario, que entronca en su inspiración con las voces más altas de la lírica española.
Carlos Penelas nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en 1946. Es autor de más de una veintena de libros de poemas: entre otros, Poemas del amor sin muros, Finisterre, El corazón del bosque, Guiomar, Antología ácrata.
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