Vidrios rotos, bananas y un misterioso encapuchado en la trastienda de los 20 años de Art Basel Miami
La historia estadounidense de la feria de origen suizo, considerada la más importante del planeta, incluye la compra de un stand completo de Horacio Coppola por Claude Picasso
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MIAMI.- El hombre se detuvo fascinado ante las fotografías exhibidas en el Kabinett, sector especial del stand dedicado a Horacio Coppola, y comenzó a reservar algunas. “Ya que tanto le gustan, debería quedarse con todas”, le sugirió el galerista. “Tiene razón. Me las quedo todas”, contestó Claude Ruiz Picasso, artista e hijo del gran maestro malagueño. “Establecimos una buena relación, nos trajo a varios amigos suyos que se convirtieron en clientes y él mismo siguió incorporando fotografía argentina a su vasta colección”, recuerda Jorge Mara sobre aquella edición de Art Basel, de hace unos cinco años.
Ese tipo de oportunidades se dan en la feria de arte moderno y contemporáneo más importante del planeta, que esta semana celebra dos décadas de su desembarco en Miami. Fundada hace medio siglo en Suiza, impulsa otro encuentro anual en Hong Kong y acaba de inaugurar el mes pasado una versión parisina. Hoy abrirá para prensa e invitados especiales, y pasado mañana al público, la edición más importante de su historia estadounidense: participan 282 galerías de 38 países y territorios de toda América, Europa, Asia y África.
Entre ellas se cuentan siete argentinas, incluidas dos que participan por primera vez: Rolf Art y Herlitzka+Faria. Durante las primeras ediciones desde aquel debut de 2002, postergado un año por los atentados contra las Torres Gemelas Durante, nuestro país solo era representado por Ruth Benzacar. Su compromiso, solo interrumpido por la pandemia, se mantuvo firme contra viento y marea. Literalmente.
“La época de huracanes es justo antes de la feria –recuerda Orly Benzacar, codirectora de la galería con su hija Mora-. Hubo un año que pasó uno muy grande, creo que fue el Katrina. Habíamos propuesto hacer dos instalaciones en el espacio, una de Jorge Macchi y otra de Leandro Erlich, que era una vidriería. Pero en Miami era muy difícil conseguir vidrios, porque estaban reponiendo todos los que se llevó el huracán. Con una amiga que vive acá movimos cielo y tierra para conseguir todo, pero fue una odisea. Finalmente, ambas instalaciones se vendieron a instituciones”.
En el stand de la misma galería, mientras Tomás Saraceno hacía volar sus esculturas solares sobre Miami, Erlich presentó en 2018 una instalación que simulaba un congestionamiento de autos realizados con arena. Un año más tarde esa obra cobró escala real, en la playa de Miami, también durante la semana de Art Basel. Y se anunció que otra versión subacuática integraría The ReefLine, el parque de arrecifes de coral creados por artistas que impulsa Ximena Caminos. Hoy, el artista que representó a la Argentina en la Bienal de Venecia inaugurará en el Perez Art Museum Miami (PAMM) Liminal, la muestra que marcó récords de público en el Malba y que será su primera retrospectiva en Estados Unidos.
En otro de los principales museos de la ciudad, The Bass, abrió anteayer El fin de la imaginación, con instalaciones y esculturas de sitio específico de Adrián Villar Rojas y Mariana Telleria, rosarinos que también representaron al país en la biennale. Las obras de Villar Rojas, ganador en 2003 del premio Curriculum Cero impulsado por Ruth Benzacar, fueron exhibidas desde entonces por la galería porteña en muchas ediciones de Art Basel Miami y Basilea.
Otro hito local en la feria fue el programa Art Basel Cities: Buenos Aires. Con la instalación de varias esculturas de artistas argentinos en Collins Park, una de las plazas públicas más visibles de Miami Beach, se cerró en 2019 el acuerdo de tres años con el gobierno porteño para promover la escena artística argentina.
No fue menor el impacto que provocó el debut de Isla Flotante en Art Basel, en 2017, con un solo show dedicado a la obra Handcuff Secrets (Secretos de esposas) de Mariela Scafati. La obra fue incluida en una lista de “imperdibles” por The Art Newspaper y calificada por el Financial Times como una de las “más dramáticas” de esa edición de la feria, en la que otra de sus obras fue comprada por el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires. Como si eso fuera poco, la artista quedó seleccionada entonces para competir por el premio BMW Art Journey.
En el crecimiento de esta feria en Miami tuvieron un rol clave los coleccionistas argentinos Juan y Pat Vergez, según afirma un artículo de Art Basel que repasa la historia de estas dos décadas. También se recuerda allí que “Chicago, Nueva York y algunas ciudades de la costa oeste” fueron evaluadas como sedes posibles. Ganó Miami, entre otras cosas, por su ubicación estratégica como puente cultural.
“Miami es la puerta de entrada a América del Sur. Podrán exhibir muchas galerías que no podrían hacerlo en Suiza”, les dijo entonces la coleccionista Lauren Taschen a sus impulsores suizos, según el mismo artículo. Aunque también representaba un gran desafío. “Miami se percibía como la sala de espera de Dios -señala Robert Goodman, presidente de la agencia de publicidad Garber & Goodman-, y como el hogar de las drogas, la cocaína y el crimen. Cambiamos su imagen”.
El cálido destino que solía ser elegido por los jubilados para disfrutar sus últimos años se fue transformando en una cita obligada para los coleccionistas más importantes del mundo. Los locales comenzaron a abrir sus casas a los visitantes y más de una decena de ferias paralelas -entre las cuales se cuentan Untitled y Pinta- fueron complementando la oferta de Art Basel.
El combo de arte y fiestas privadas se volvió atractivo para estrellas como Mick Jagger, Ricky Martin, Sean Penn o Leonardo DiCaprio. Este último recorrió la feria en 2019, encapuchado y con guardaespaldas que intentaban alejar a la prensa, mientras se viralizaba a nivel global la noticia de que Maurizio Cattelan había vendido por 120.000 dólares cada una sus bananas pegadas a la pared con cinta adhesiva.
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