Vidas inspiradas: se multiplican los homenajes a artistas en Buenos Aires
Varias instituciones recuerdan con muestras a creadores que dejaron huella: Narcisa Hirsch, Clorindo Testa, Luis Pazos, María Juana Heras Velasco y Sara Facio
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“Hay un tiempo que se va agotando, una vida que se va terminando y una película que se va terminando, pero un gran final no tengo, porque me parece que no lo hay. Es todo un gran continuo: uno lo vive como un sueño, se despierta, y al día siguiente surge otro sueño y se inspira de nuevo, a pesar de que uno dice ‘no quiero hacer más nada’. Pero sigue haciendo, en la medida en que la inspiración, ese rayo, atraviesa los muros”.
Eso decía Narcisa Hirsch unos años antes de morir, en mayo último, en su casa de Bariloche. Su testimonio está incluido en el documental de Daniela Muttis que forma parte de Experimento y poesía, una muestra homenaje a esta pionera del cine experimental argentino inaugurada esta semana en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
Es uno de varios tributos a artistas fallecidos que se extienden en estos días por distintas instituciones en Buenos Aires: Clorindo Testa ocupa una sala recuperada en el Centro Cultural Recoleta, Luis Pazos y María Juana Heras Velasco tienen su espacio en Arthaus, y a principios de agosto le llegará el turno a Sara Facio, en la Quinta Trabucco.
Pero empecemos por Narcisa, porque una obra suya exhibida en el MNBA podría resumir en forma simbólica el enorme legado de esas vidas inspiradas: El Aleph (2005), un cortometraje de apenas un minuto, se basa en aquella esfera tornasolada concebida por Borges que permite ver el “inconcebible universo” desde todas las perspectivas en forma simultánea.
Vale la pena ir con tiempo porque también se proyectan otros cuatro cortometrajes y se incluyen dibujos, documentos y fotografías que ingresaron a la colección del museo en 2019, cuando fue distinguida con el Premio Nacional a la Trayectoria Artística. La exposición curada por Gabriela Naso, que continúa hasta el 1 de septiembre, incluye además El refugio de Narcisa Heuser (2023), un poético testimonio de su vida en el sur dirigido por Rubén Guzmán.
Basta cruzar Plaza Francia para encontrarse con el espíritu de otro creador que nunca dejó de experimentar. La huella de Clorindo Testa no sólo está presente en el edificio que aloja el Centro Cultural Recoleta, remodelado por él junto con Jacques Bedel y Luis F. Benedit, sino que también ocupa hasta el 11 de agosto la sala 13 del primer piso, recuperada para exposiciones por la nueva gestión de Maximiliano Tomas.
Mis 30 años con Clorindo se titula esta muestra inaugural de fotografías, tanto artísticas como arquitectónicas, de obras emblemáticas como la Biblioteca Nacional. Tomadas por Daniela Mac Adden y curadas por Oski Lorenti, forman parte de un extenso homenaje impulsado por la Fundación Clorindo Testa desde el año pasado, cuando se cumplieron un siglo del nacimiento y una década de la muerte del célebre artista y arquitecto.
Hay que seguir el rastro de Testa hasta la sede del Banco Hipotecario, el edificio brutalista que lleva su firma y que alojó en otras épocas el Banco de Londres, para encontrarse con otro doble reconocimiento. A media cuadra de Reconquista y Bartolomé Mitre se ubica Arthaus, el centro cultural interdisciplinario impulsado por el músico, compositor, coleccionista y empresario Andrés Buhar.
Junto a la entrada de la imperdible instalación pictórica de Hernán Salamanco se instaló esta semana Signo lineal, escultura transparente de María Juana Heras Velasco, que quedará allí hasta diciembre. Es uno de los múltiples homenajes que se harán a la artista en el centenario de su nacimiento en quince instituciones de distintos puntos del país.
Y en el primer piso se puede ver hasta el 20 de octubre la muestra Poesía vital. Dedicada a Luis Pazos, fallecido hace un año, está basada en una profunda investigación de Fernando Davis con material se archivo de la Universidad Nacional de La Plata, que la alojará en 2025.
Incluye la reconstrucción de la obra titulada Proyecto de solución para el problema del hambre en los países subdesarrollados, según las grandes potencias. Es una versión del conjunto de fardos de pasto atados con un gran moño rosa, exhibido durante la segunda intervención urbana del CAyC, en 1972, en la plaza porteña Roberto Arlt. Se recuerda, además, uno de sus lemas: “El arte no es una teoría, es un acto de libertad”.
Con esa filosofía vivió hasta el mes pasado Sara Facio, que protagonizará otro tributo: sus fotografías se exhibirán desde el sábado 3 de agosto en la Quinta Trabucco, en Vicente López. “Esta es la última muestra que Sara avaló -dicen sus curadoras, Graciela García Romero y Silvia Mangialardi-. Fue pensada para celebrar sus 92 años, previo a su fallecimiento”.
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