Vida en escena
DIAS DE TEATRO Por Cora Roca-(Alianza)-352 páginas-($19)
Cuando llegó a la Argentina, en 1940, Hedwig Schlichter ya se llamaba Hedy Crilla y cargaba con una historia tan rica como dolorosa. Nacida en 1898 en la Viena de Freud, Wittgenstein y Karl Kraus, era hija de un médico progresista y fue educada en la escuela que dirigía Eugenie Nussbaum, seguidora de las ideas pedagógicas de María Montessori. Allí Hedy aprendió a respetarse a sí misma, como mujer y como judía, y descubrió la hipocresía y la injusticia de una sociedad que muy pronto desembocó en la Primera Guerra Mundial.
Desde que tuvo conciencia, sólo quiso ser actriz y, para ello, debió torcer la voluntad de su padre, quien había previsto para ella la carrera de medicina. Luego de estudiar en el Conservatorio Dramático de Viena, desarrolló una considerable carrera en Alemania, tanto en teatro como en cine, llegando a actuar bajo la dirección del mítico Max Reinhardt. El creciente antisemitismo de los nazis en el poder la empujó, como a tantos, al exilio: primero en París -donde vivió entre 1936 y 1940 y trabajó en teatro, radio y cine- y luego en la Argentina.
Para este país, la llegada de Hedy Crilla fue un lujo que, durante años, pasó inadvertido. Inicialmente vinculada al Teatro Alemán Independiente, su inserción en el medio teatral la hizo víctima de una paradoja: la maestra imprescindible terminó por opacar a la gran actriz.
No es que no haya brillado desde el escenario sino que su tarea como directora y formadora de actores -sobre todo a partir de sus trabajos con la gente del Teatro Independiente La Máscara- fue incomparable. Quienes tuvieron la fortuna de asistir a sus cursos La palabra en acción (el nombre alude a un pasaje del monólogo de Hamlet ante los cómicos) recuerdan el modo personal en que Crilla, con su inocultable acento, hablaba para cada uno en particular, conjugando su enorme experiencia y su sabia intuición con el método de Stanislavski, que ella introdujo en la Argentina.
A los 79 años, tuvo la satisfacción de consagrarse como actriz a través de su inolvidable trabajo en Sólo 80 : dirigida por su discípulo Agustín Alezzo, la obra estuvo tres años en cartel.
Días de teatro rescata cabalmente la trayectoria de Hedy Crilla, a partir de una investigación rigurosa y una adecuada puesta en contexto de esa vida. La autora tuvo, además, el buen criterio de incluir valiosos testimonios de sus hoy célebres alumnos, una lista notable que incluye a Augusto Fernandes, Federico Luppi, Norma Aleandro, Pino Solanas, Elsa Berenguer y Lito Cruz, entre muchos otros.