Víctor Grippo: Junín despliega un gran homenaje al creador que unió arte, ciencia y alquimia
A veinte años de su muerte, la ciudad natal de Grippo le rinde tributo con actividades artísticas y exhibiciones
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Con elementos cotidianos, Víctor Grippo (1936 – 2002) integró arte y ciencia: demostró que las obras pueden ser un enigma en constante cambio, incluso transformar al hombre y a su entorno. Para sus deslumbrantes creaciones usó elementos como panes, circuitos de papas conectadas entre sí con electrodos, un horno de barro, líquidos coloreados con elementos químicos.
A 20 años de su fallecimiento, Junín, su ciudad natal, le rinde un gran homenaje con una serie de exhibiciones, con curaduría de Ana María Battistozzi, que ponen el eje en la obra de este artista científico que aseguró querer escapar de la mirada “cerrada y seca de los laboratorios” para abocarse a “algo más humano y natural, vinculado a la poética y al arte”. El homenaje incluye también acciones en el espacio público y en instituciones educativas culturales y educativas.
Por estos días, Junín tiene los carteles de sus calles copados con fotografías de Grippo tomadas por el artista Gian Paolo Minelli. Y en la plaza, frente al Museo de Arte Contemporáneo Argentino (MACA), se reconstruyó un horno de barro similar al que hizo el artista en la Plaza Roberto Arlt, en Buenos Aires, junto con el escultor Jorge Gamarra, un trabajador rural y su ayudante. Juntos construyeron un horno de barro para hacer pan. Para evidenciar los procesos de producción, cooperación y alimentación, la acción tuvo varias etapas: hacer el pan en el horno –que luego fue destruido por la policía—, partir y repartir el alimento entre la gente que pasaba por el lugar, a quienes se les explicaba la finalidad de la obra.
Hijo de inmigrantes italianos, Grippo buscó alcanzar una “conclusión poética y abarcadora de la realidad”, que uniera ciencia y arte. Esta singular alquimia guio las creaciones de este artista, que estudió química en la Universidad Nacional de La Plata y que generó corriente eléctrica vegetal mensurable con papas en su obra. Afirmaba que “la imaginación era un instrumento de conocimiento creador no menos riguroso que el provisto por la ciencia”.
En Junín inauguraron tres exhibiciones para homenajearlo: en el espacio cultural Tono local el artista Cristian Segura recrea la primera muestra de Grippo en Tandil. En el Maca, Homenaje incluye la instalación Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza, un guiño a la tensión entre naturaleza y cultura. También a la coexistencia de opuestos en un solo cuerpo: tema sobre el que el artista vuelve en su producción. En su serie Analogías, por dar un ejemplo, se centra en la tensión dicotómica entre arte y ciencia; materia y conciencia; naturaleza y cultura.
“La conversación continua”, en Casa pronto, una fundación con espacio de arte, invita a ver obras de artistas contemporáneos cuyas obras tienen afinidades con las del internacionalmente reconocido creador conceptual nacido en Junín. Hay trabajos de Cristina Piffer, Hugo Vidal, Daniel Ontiveros, Teresa Pereda, Pablo Lapadula, y se exhibe Las manos en la masa, videoinstalación de Juan Mathé, Silvana Lacarra y Daniel Joglar que evoca al icónico horno de barro. “La conversación continua” alude a la herencia de Grippo, al diálogo con artistas de generaciones posteriores”, comenta la curadora en diálogo con LA NACION.
En el mismo espacio continuará esa conversación latente con un grupo de personas que lo conocieron, como el artista Alberto Passolini (quien fue su asistente en Buenos Aires), Gabriel Levinas (su galerista), entre otros. Además, en la escuela de arte de Junín se hará una proyección sobre su obra. Y por la tarde habrá actividades en Hotel Dadá, galería de arte-correo y performance, y en la Escuela Xul Solar anuncian acciones y proyecciones.
Grippo experimentó con la transmutación de soluciones químicas; obtuvo corriente eléctrica vegetal mensurable con electrodos y papas –hay una analogía entre la energía de la papa y la expansión de la conciencia—. Además, desarrolló procesos de germinación que evidencian el paso del tiempo y la potencia incontrolable de la naturaleza. En Vida, muerte, resurrección (una de las versiones integra la colección permanente del MoMA) una serie de cuerpos geométricos hechos con plomo en su interior contienen porotos, que, al expandirse naturalmente con agua, destruyen los recipientes en los que se encuentran.
En la planta alta del Maca se realizó una reconstrucción de Algunos oficios. “En esta obra está claro el tributo que Grippo le rinde a los oficios que conoció con su familia de inmigrantes en Junín: tenía un respeto enorme por el trabajo manual y por lo que provoca en la conciencia de la gente. Tanto esta instalación como Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza fueron elegidas por su capacidad de conectar con todo aquello que en los orígenes de Grippo contribuyeron a la configuración de un modo de pensar y de concebir el arte (en los cruces con la ciencia, con la alquimia, y sobre todo en una valoración especial por el trabajo).
La instalación incluye elementos que no pueden ser nuevos, sino que tal como los concebía el artista tienen que tener la poética del trabajo y haber sido usados. Eso implicó salir a buscar las piezas por Junín: los vecinos colaboraron con gran entusiasmo con Andrés Arzuaga y Martín Treachi, los productores, buscando los elementos especialmente porque debían tener tiempo de uso”, señala Battistozzi. Incluye un yunque, palas, hachas, pinzas, tijeras de cortar, bolsas con cemento, bateas para mezclarlo, ladrillos, entre muchos otros elementos ligados al trabajo del obrero, a la construcción.
El lema del artista era: “Contemplación en acción” –de nuevo la tensión de aparentes opuestos se unen en una instancia superadora—. Tras la muerte de su madre, regresó a su taller inmediatamente: “El trabajo es lo único que aleja de la muerte”, sostenía.
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