Vibrante Estambul
Milenaria y actual, la antigua Constantinopla mantiene sus tradiciones, pero está cada vez más al día con las últimas tendencias del arte
La chica de la tele es rubia y mueve sus caderas, enfundadas en una mínima bombacha animal print , al ritmo de la música pop. Podría ser una más del elenco de Tinelli. Pero su actitud provocadora llega mucho más lejos, porque desafía el prejuicio occidental y demuestra hasta qué punto un argentino puede sentirse como en casa... en Estambul.
Claro que uno no viaja más de 12.000 kilómetros para encontrar más de lo mismo, sino para descubrir por qué esta ciudad ganó el título de Capital Europea de la Cultura 2010 -otorgado por la Unión Europea, pese a que Turquía aún no logra ingresar en el bloque- y por qué el gobierno local hace hincapié en el arte contemporáneo y la cultura urbana para promocionar "la ciudad más inspiradora del mundo".
No es sólo un buen argumento de marketing. Esta ciudad parece dispuesta a todo para demostrar que es mucho más que el vestigio de lo que fue durante siglos: la capital de dos grandes imperios, el bizantino y el otomano; la capital de la República de Turquía y el puente que conectó Oriente con Occidente. Además de contar con un impresionante patrimonio histórico, en proceso de restauración, que heredó de sus vidas anteriores como Bizancio y Constantinopla, Estambul se impone hoy como un imán que atrae a artistas de todo el planeta. Bob Dylan, U2, David Lynch, Rebecca Horn, Tony Oursler, Julian Opie, Fernando Botero, Antoni Muntadas y Steve McCurry son algunos de los cantantes y artistas que tocaron o expusieron allí en los últimos meses.
La ciudad tiene vida todo el año con sus festivales internacionales de poesía ( www.istanbulsiirfestivali.org ) y de jazz ( www.ijfo.org ), en mayo y julio, y sus semanas dedicadas a la moda ( www.ifw2010.com ) y el diseño ( www.istanbuldesignweek.com ), en agosto y septiembre, mes en el que además comienza su propia bienal de arte, cuya próxima edición será en 2011 ( www.iksv.org/bienal/english/bienal.asp?cid=101 ).
A primera vista no hay rastros del hüzun , esa melancolía que según el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk lleva a sus residentes a "resignarse a la pobreza y a la depresión". El autor de Estambul. Ciudad y recuerdos sostiene que las ruinas imperiales son para ellos testimonios permanentes de que "la ciudad actual es tan pobre y está tan confundida que ya no puede soñar con alcanzar los mismos niveles de riqueza, poder y cultura". Nada de eso se advierte en las atestadas calles, donde sorprende la variedad de autos último modelo. Ni en el hotel, que pertenece a una conocida cadena internacional, ni mucho menos en Istanbul Modern ( www.istanbulmodern.org ), el Museo de Arte Moderno inaugurado a fines de 2004 a orillas del Bósforo, estrecho que une el mar de Mármara con el mar Negro y que separa Europa de Asia.
En la planta baja del enorme edificio de 8000 m2 se exhibe hasta fin de mes una atractiva muestra de Hussein Chalayan, famoso diseñador de indumentaria de origen turco-chipriota, formado en Londres y dos veces ganador del premio Diseñador Británico del Año, cuyos vestidos futuristas recuerdan los de Martín Churba.
No es la única coincidencia con la Argentina, que comparte con Turquía una compleja y contradictoria historia política, empezando por los repetidos golpes de Estado a lo largo de las últimas cinco décadas y la glorificación de un líder más omnipresente que Perón y Evita juntos. Por toda la ciudad pueden verse retratos de Mustafá Kemal, alias Atatürk (1881-1938), considerado el fundador de la Turquía moderna. Los destinos de ambos países coinciden en fechas clave: en 1983 dejaron atrás gobiernos militares para celebrar elecciones democráticas y en 2001 enfrentaron las peores crisis financieras de sus respectivas historias.
Hasta ahí los puntos en común. Porque Turquía es la decimoséptima economía mundial, y sigue creciendo. "Para 2025 aspiramos a ser más ricos que España e Italia", se entusiasma Ramazan Uysal, director general de Prensa e Información del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, mientras me guía por la capital financiera del país en una impecable camioneta.
Gran parte del encanto de Estambul está en su diversidad. En la plaza céntrica de Taksim, una anciana desdentada sonríe para la foto mientras sostiene dos vasitos con maíz. Se gana la vida vendiendo alimento para palomas a los turistas que llegan de todo el mundo y que caminan a paso firme por Istiklal, una ancha calle peatonal donde puede encontrarse de todo: desde negocios de ropa, librerías, cines y bancos hasta una mezquita, una iglesia, sedes de embajadas y el imperdible Pasaje de las Flores, repleto de pequeños restaurantes, que desemboca en un mercado donde venden pescado fresco.
Un tranvía recorre las 30 cuadras que abarca esa calle, donde también se encuentran varias de las más de 45 galerías de arte de la ciudad. Por ejemplo la flamante Arter ( www.arter.org.tr ), proyecto de la Fundación Vehbi Koç, que también planea abrir un museo. Por ahora recicló este antiguo edificio de 864 m2, donde expone hasta fin de mes parte de su colección. Son más de 160 obras de 87 artistas, entre los que se cuentan nada menos que Joseph Beuys, John Cage y Rebecca Horn.
A metros de Arter se encuentra Galeri Nev ( www.galerinevistanbul.com ), que anuncia una muestra de Robert Mapplethorpe para enero de 2011. Un par de cuadras más allá, sobre la misma calle, está el Centro Cultural Akbank Sanat ( www.akbanksanat.com/en ), que impulsa festivales de jazz y de cortometrajes, además de obras de teatro, conciertos de orquestas de cámara y exposiciones de arte contemporáneo. Tres de sus seis pisos están ocupados hasta fin de octubre con obras de Tony Oursler y Julian Opie, entre otros grandes artistas convocados para la muestra El ritmo de Estambul . Una de las instalaciones más atractivas es similar a la que exhibe en estos días Silvia Rivas en el Malba; en lugar de moscas, las protagonistas de la obra de Peter Kogler son hormigas virtuales que invaden la habitación por completo. Su contrapunto con el video de Elisabeth Wallner, en el que un par de fósforos de cera bailan como una pareja mientras los consume el fuego, da una idea de la intensidad del ritmo local.
Algo de eso se puede percibir en un documental realizado por Fatih Akin, cineasta alemán de ascendencia turca conocido en la Argentina por sus films Contra la pared y Al otro lado . En Cruzando el puente ( http://guyazi.blogspot.com/2010/05/la-musica-turca-por-fatih-akin.html ), Akin registra las diferentes expresiones musicales de Estambul: del rock al rap, del hip hop al folklore. "Si pudiéramos reunir todo el conocimiento en una palabra -dice uno de sus entrevistados-, ésta sería ´tolerancia´."
Tolerancia es lo que reclaman las minorías kurdas y armenias en Turquía (ver recuadro) e incluso los musulmanes, que representan el 90% de la población pero sienten que no pueden ejercer sus derechos religiosos. Al fundar la República de Turquía, en 1923, Atatürk separó la religión del Estado y reemplazó los tribunales de legislación musulmana por otros laicos, además de prohibir el uso del turbante.
"Erdogan está tratando de resolver el problema de los kurdos, los armenios y los musulmanes; el referéndum tuvo que ver con eso", señaló a adn Markar Esayan, editor en jefe del Taraf Newspaper , en referencia al apoyo del 58% que el mes pasado obtuvo la iniciativa del primer ministro de reformar la Constitución para reforzar los derechos civiles y recortar privilegios a los militares, que ahora podrían ser juzgados por el golpe de 1980.
Según Esayan, las musulmanas que usan burka o turbante no pueden ir a la universidad pública ni trabajar para el Estado. Aunque sí se ve a muchas con la cabeza cubierta en las calles, en el Bazar de las Especias o en el Gran Bazar, uno de los más grandes del mundo y donde el regateo es ley. "¿Cuánto, cuánto?", insisten desesperados algunos vendedores cuando el comprador se niega a pagar el precio pedido y sigue su camino por los laberínticos pasillos, que ofrecen desde artesanías y alfombras hasta un misterioso "Viagra turco".
Que no falte energía para visitar el Museo Santa Sofía, la obra mas grande y sagrada de la época bizantina, utilizada como iglesia desde el año 537 hasta la conquista de Estambul, en 1453, y como mezquita hasta 1934. Otra visita obligada es el Palacio Topkapi, centro administrativo del Imperio Otomano desde 1465 hasta 1853, con una estratégica vista del Bósforo. Los vestidos de seda que usaban los sultanes, cofres repletos de esmeraldas y rubíes, alfombras con perlas e hilos de oro e historias de intrigas en el harén son algunos de los tesoros que guarda allí Estambul, una ciudad con pasado glorioso que sigue apostando a un futuro mejor.
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