Viaje a la intimidad de León Ferrari, en el legado de 72 dibujos al Mamba
Pasado mañana, se abrirá al público una muestra de obras del controvertido artista que integrarán el patrimonio del museo
Son 72 dibujos, varias esculturas, instalaciones, collages, instrumentos musicales y heliografías que permiten acercarse a su intimidad. Están presentes la opresión política de su juventud y la inclinación lúdica de la madurez. No se soslaya su crítica a la cultura occidental y cristiana, pero no se trata sólo del León Ferrari al que suelen atacar sectores religiosos conservadores, se trata del León Ferrari que dedicó casi 70 años de su vida a la innovación del lenguaje artístico.
Pasado mañana, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba) abrirá la exposición La Donación León Ferrari, con la que celebrará la recepción de 72 dibujos para su patrimonio cultural y el comodato por cinco años de un conjunto de obras que se podrán ver hasta el 15 de febrero próximo.
Será la muestra más profusa desde que murió, el año pasado, y permitirá difundir su obra de manera prolongada.
Sus familiares decidieron mantener la costumbre de Ferrari de donar obra al Mamba. El artista ya había legado trabajos durante las gestiones de Rafael Squirru y de Laura Buccellatto.
En esta oportunidad, habrá algunas sorpresas: los 72 dibujos se legan de manera permanente, se entregan en comodato por cinco años varias obras más y se trabajará de manera conjunta entre el Mamba y la Fundación Augusto y León Ferrari en la realización del catálogo razonado de los dibujos del autor.
Se volverán a imprimir los libros que escribió en su exilio en Brasil, casi de la misma manera en que fueron efectuados de manera original.
"Nos encantaría tener una sala permanente de León Ferrari, pero por ahora no es posible", afirma la directora del Mamba, Victoria Noorthoorn, al recorrer junto con LA NACION la sala C del primer piso de la avenida San Juan 350.
Andrea Wain, Yaya Firpo, Sofía Durrieu y Adrián Flores, de la Fundación Augusto y León Ferrari, trabajan ya en los últimos detalles de la exposición que verán mañana, de manera íntima, Alicia Barros Castro; sus hijos, Marialí y Pablo Ferrari, y varios de sus nietos, y que pasado mañana, a las 17, se inaugurará al público.
La civilización occidental y cristiana, su obra más famosa y más controvertida, por la que ganó el León de Oro de la 52ª Bienal de Venecia, en 2007, no forma parte de esta exposición, pero se la intuye en el collage de artículos de diarios de la década del 70 sobre los desaparecidos, el poder militar y la actitud de la Iglesia.
El área dedicada al erotismo también tiene una mirada crítica hacia la Iglesia y la serie con braille denuncia males que parecen irrenunciables, como el antisemitismo, la condenación de los homosexuales y la violencia.
El espacio de obras entre 2004 y 2007 muestra otro León Ferrari. Más jovial y lúdico. Se permite el uso de brillantina sobre papel. Y el área de heliografías acerca al espectador a un universo infinito.
Obviamente, una vida dedicada a la creación no puede caber en una sala de museo, por amplia que sea. De hecho ni siquiera entra en su taller. Por eso es que no se verá uno de los costados menos conocidos de León Ferrari, que ya empieza a circular por el mundo y despierta mucho interés: el fotográfico.
Hasta hace pocos días, en la galería Josée Bienvenu, del barrio neoyorquino de Chelsea, se exhibieron 33 fotografías de gelatina de plata, de la década de 1970-1980. Y es probable que en este momento otros formatos de León Ferrari estén expuestos en otros lugares del mundo, porque su obra ha sido ampliamente difundida.
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