Viaje a la infancia de María Walsh: su casa natal se convertirá en un espacio de juegos y canciones
LA NACION visitó la vivienda donde la escritora y cantante argentina pasó su niñez, que ahora el Estado adquirió para transformar en un centro cultural; el barrio, la escuela primaria y aquel patio inspirador
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Desde fines de la década de 1950, María Elena Walsh les habla a millones de chicos a través de sus canciones y libros. Pero, ¿cómo fue la infancia de la célebre autora de Manuelita? ¿Dónde pasó los primeros años de su vida? ¿Y qué secretos esconden los rincones de su casa familiar? Todas estas preguntas tendrán respuesta en una futura visita del público a la vivienda de Morón donde nació la artista argentina, que el Estado adquirió por unos 18 millones de pesos y que, tras una larga restauración que comenzará en el segundo semestre y se extenderá durante el año próximo, será transformada en un centro cultural.
LA NACION visitó en forma exclusiva la casona en la calle 3 de febrero 547 de Villa Sarmiento, una vivienda típica de barrio de la zona oeste del conurbano, que da la impresión de haber estado deshabitada por mucho tiempo. Luego de atravesar un pequeño porche se pasa a un salón vacío de paredes descaradas con vista al patio con árboles que crecen entre las profundas grietas de los muros. El olor a humedad de los ambientes impregna las narices, sin embargo, los rayos de sol se filtran y el ingreso de aire fresco permite imaginar cómo nacieron algunos de los personajes de sus canciones. María Elena está presente no sólo en la casa sino en todo el barrio, especialmente en su escuela que atesora la lista de egresados con su nombre. Iba caminando a la Escuela Primaria Nº 21 Gral. Manuel Belgrano donde conservan también la antigua Planilla de Promoción de Alumnos con las calificaciones de los estudiantes de 1941, entre ellos la artista. Es evidente que tenía inclinación hacia las humanidades y las letras: escritura, 8; lectura 9, consigna el documento.
En ese recorrido, se deja en claro que, una vez restaurada la casona, lejos de convertirse en un museo o un lugar “acartonado”, la intención es crear un centro de juegos y canciones para familias, es decir “recrear el espíritu de la obra de María Elena a través de lo lúdico, lo recreativo, lo emocional”, enfatizó el intendente de Morón Lucas Hernán Ghi.
“Confirmamos que esa era su casa natal y luego imaginamos a los niños y niñas acercándose a conocer su maravilloso mundo, descubrir el significado de aquella naranja que se paseaba de la sala al comedor, del mundo del revés, y tantas otras creaciones”, dijo a LA NACION el Ministro de Cultura, Tristán Bauer, aludiendo a dos de sus canciones más famosas, El Twist del Mono Liso y El reino del revés.
En la casa de Morón, el 1° de febrero de 1930, a las 8 horas y 5 minutos nació María Elena, una de las máximas figuras de nuestra cultura, escritora, cantante, poeta, dramaturga y referente feminista. Fue hija de Enrique Walsh, descendiente de ingleses, y de la argentina Lucía Monsalvo. “Me crie dentro de lo que se llama clase media, es decir ni rica ni pobre. Mi casa era muy grande, con jardín, patios, árboles frutales, gallinero, perro, gato, canarios, tortuga, bicicletas, libros y pianos. ¿Qué más se puede pedir?”, escribió en Chaucha y Palito.
La fotógrafa Sara Facio, compañera de Walsh desde 1978 y hasta su muerte, en 2011, recuerda el día en el que la cantante le mostró su primer hogar: “Fue en 1983, con motivo de las elecciones. La llevé a votar con mi auto y me dijo: ‘Ya que estamos por acá, te enseño el lugar donde nací’, y pasamos por la puerta, nos quedamos observándolo por fuera.”
"En 1983, con motivo de las elecciones, la llevé a votar con mi auto y me dijo: ‘Ya que estamos por acá, te enseño el lugar donde nací’, y pasamos por la puerta; nos quedamos observándolo por fuera."
Sara Facio
Para el municipio adquirir la vivienda no fue fácil. No tenía colgado el cartel de en venta. “Gracias a una boleta de servicios se consiguió el nombre del propietario. Le costó desprenderse, temía que no se preservara el lugar donde habían vivido los Walsh”, confió durante la recorrida, María Victoria Babjaczuk, Directora de la Unidad de Gestión 7 de Morón, encargada de reunir la documentación del lugar. Ese fue el primer paso para concretar el plan conjunto de los Ministerios de Cultura de la Nación, de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica provincial y del Municipio.
Según la escritura, en 1923 la casa fue comprada por el papá de María Elena a The Buenos Aires Western Railway Limited. Él era contador en la estación de Ramos Mejía, a pocas cuadras de allí, y se casó en segundas nupcias con la madre de María Elena: de ese matrimonio nació, además, Susana, seis años mayor. Habitaron la casa de Villa Sarmiento junto a los primeros tres hijos del padre, casi 20 años más grandes, que fueron formando familia y dejando el hogar familiar. Sin embargo, visitaban a sus hermanas para cortarse el pelo en el patio, uno de los rincones que más cita la escritora en su obra.
Justamente la principal intención de la restauración es rescatar los elementos que den cuenta de la época que la artista pasó allí, desde 1930 hasta 1942, cuando terminaba la primaria; entonces, su padre se jubiló y tuvieron que mudarse a un lugar más pequeño. Testigos de esos primeros años de vida donde el padre le entonaría los nursery rhymes, o canciones típicas de cuna, fueron los pisos de cerámicas españolas; las aberturas de madera; los coloridos azulejos; el patio con el famoso árbol de la Canción del jacarandá; la cocina, que está al fondo, tal como se las ubicaba entonces; un juego de dormitorio que tal vez haya sido de los padres de María Elena y las arañas, entre otros objetos que están recuperándose para ser exhibidos.
Según los planos originales, a lo largo de los años se agrandaron los espacios originales de los Walsh para albergar a varias generaciones de los Bokhdjalian, que habitaron la vivienda hasta hace meses. Actualmente tiene, en total, 450 metros cuadrados.
Un patio, una vida
La escritora Gabriela Massuh publicó en 2017 Nací para ser breve, un libro sobre la vida y obra de María Elena Walsh, a partir de una serie de reportajes realizados entre 1981 y 1982. “¿Cuál es tu recuerdo más antiguo?”, cuenta Massuh que le preguntó en primer lugar. “Me contó sobre el fondo de la casa. Tenía un recuerdo muy vívido de la higuera, del gallinero y de la madre matando hormigas, que era su obsesión. Con la mudanza ella pierde ese patio y una casa salvaje que estaba rodeada de misterios, a diferencia de la segunda, más burguesa”, relata.
"Tenía un recuerdo muy vívido de la higuera, del gallinero y de la madre matando hormigas, que era su obsesión. Por un lado sentía la atracción del peligro, pero por otro le daba terror."
Gabriela Massuh
No había pared de por medio con los vecinos; un ligustro la separaba del neuropsiquiátrico La Chapelle, y ella escuchaba los gritos. “Por un lado sentía la atracción del peligro, pero por otro le daba terror”, cuenta Massuh. La propia María Elena lo cuenta, otra vez en Chaucha y Palito: “Junto a la casa grande habían instalado un manicomio. Los pobres enfermos cantaban y peroraban a grito pelado todo el día y de noche nos aterraba su vecindad. A veces, por arriba del alto muro que reemplazaba a un democrático alambrado con puerta y todo, los locos nos tiraban regalitos: muñecos de papel plateado, higos verdes envueltos en un retazo, cajas de fósforos decoradas con pinturitas”. Esta situación hizo que la mudanza al partido de La Matanza no fuera tan traumática a pesar de “tener que reducirse a una casa chica y tirar por la borda juguetes, gallinero, descomunales roperos de luna y tantas otras felices abundancias”, anota María Elena en ese libro.
En la novela Novios de antaño, donde también retrata sus primeros diez años de vida: los padres, los hermanos, la tradición inglesa, y sus vecinos, relata cómo La Chapelle fue comprando todos los terrenos linderos hasta que su padre decide venderles la casa. El nuevo hogar, pegado a la vivienda de la familia del periodista Juan Alberto Badía, no le gustó: “Es un arquetipo de una moderna arquitectura de molde para enanos venidos a menos”, dice en alusión a lo pequeño. “La reducción fue una manera de contagiarnos la locura de la huíamos”, dice en alusión a sus vecinos de la clínica. Y continúa señalando que el barrio al que se mudaron, “tan próximo sin embargo, es como el desierto separado del oasis”.
Las vivencias de esa primera época fueron cruciales para su obra. “Empieza a ir al cine, su gran pasión, y a imitar a los artistas. Su padre, siempre muy presente, toca la mandolina, le lee poemas en inglés y ella juega con palabras, con “el disparate” para que de ahí surja “el doctor que llega en cuatrimotor”, resume Massuh. Una de las tantas canciones que podrían sonar el año próximo, durante una tarde de juegos, en la misma casa que vio nacer a una de las más geniales artistas de la Argentina.