"Viajar ayuda a escribir", dice Diego Vecchio
Durante una recorrida por Arizona, el escritor argentino radicado en París descubrió la milenaria cultura de los indios hopis. No lo dejaron sacar fotos, pero la experiencia le sirvió de base para la novela que está a punto de terminar
Vivir en París, pero en constante comunicación con la Argentina, ha hecho que Diego Vecchio cruce el océano no menos de treinta veces. El escritor detesta volar, pero dice: "El beneficio secundario de los viajes es que me ayudan a escribir novelas. En este caso, la ayuda fue una expedición etnográfica al país de los hopis."
Además del vuelo, para que emergiera la trama de su próximo libro hizo falta un viaje de nueve mil kilómetros por tierra: de París a Tucson y luego, al Gran Cañón del Colorado. Durante esa travesía, Vecchio entró en contacto con los hopis, un antiguo grupo aborigen de Estados Unidos. "Visité Walpi, un pueblo situado en la cima de una meseta, con una vista sublime del paisaje. Quise sacar una foto sin saber que estaba prohibido. Los hopis son extremadamente reservados y rechazan toda forma de representación, como las fotografías, los bocetos, los dibujos y hasta los apuntes. Una autoridad de la tribu me obligó a borrar la foto y me invitó a retirarme de la reserva."
Poco después, cayó en manos de Vecchio un libro titulado El ritual de la serpiente . Es una conferencia que el historiador del arte Aby Warbug dictó en 1923, en la clínica psiquiátrica de Bellevue, Suiza, donde se encontraba internado: "Ante un público de médicos y de insignes enfermos nerviosos, como Bertha Pappenheim,la célebre Ana O. de Freud, Warburg se refirió a un viaje que había hecho en 1895 al norte de Arizona. Precisamente, al país de los hopis, donde estudió sus rituales. Durante esa conferencia, Warburg proyectó unas fotografías que él mismo había podido sacar, en una época en que los hopis desconocían el poder indiscreto de las imágenes. Entre ellas, había una que era muy parecida, por no decir idéntica, a aquella foto que yo había intentado sacar sin éxito".
Nunca se sabe muy bien de dónde vienen los libros, pero Vecchio cree que ese descubrimiento fue el detonador de la novela que está a punto de terminar: una imagen percibida, inmediatamente borrada y luego recuperada en un libro del siglo pasado.
lanacionarMás leídas de Cultura
“Un clásico desobediente”. Gabriela Cabezón Cámara gana el Premio Fundación Medifé Filba de Novela, su cuarto reconocimiento del año
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
Marta Minujín en Nueva York. Fiestas con Warhol, conejos muertos y un “banquete negro”