Veteranos de Malvinas participan de una campaña arqueológica en el Fortín Miñana, en Azul
Es la segunda actividad multidisciplinaria de este tipo que se hace en la Argentina; los objetos hallados serán donados a museos de la zona, luego de su estudio y clasificación
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Por segundo año consecutivo y a partir de la iniciativa del Equipo de Arqueología Memorias de Malvinas (EAMM), el Grupo de Estudios de Arqueología Histórica de Frontera (GEAHF), el Centro de Estudios de Arqueología y Antropología del Conflicto (CEAAC) y el Centro de Salud Mental “Veteranos de Malvinas” del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, se hará de viernes a domingo la segunda campaña arqueológica en la que participan arqueólogos, historiadores y veteranos de la guerra de Malvinas.
La experiencia, que tiene fines terapéuticos y a la vez científicos, se hará en el sitio Fortín Miñana, en la localidad de Azul, donde desarrolla sus investigaciones el arqueólogo Facundo Gómez Romero.
La primera campaña se realizó en noviembre de 2022, en el lugar donde se había librado la batalla de Pavón, el 17 de septiembre de 1861, en el sur de la provincia de Santa Fe. La actividad, inédita en América Latina pero habitual en Europa y Estados Unidos, involucra a los veteranos de guerra en una experiencia que puede brindarles un aporte para su bienestar emocional, además de permitir avances en estudios históricos, antropológicos y arqueológicos gracias a su participación en un conflicto bélico. La campaña se basa en la investigación de sitios arqueológicos de antiguos campos de batalla y fortificaciones militares del siglo XIX desarrolladas por el GEAHF y la que impulsó el Equipo de Arqueología Memorias de Malvinas. Además, participan los profesionales de la salud mental del Centro “Veteranos de Malvinas” que trabajan desde 2004 en la atención psicológica y psiquiátrica del estrés postraumático de guerra de los excombatientes.
“Fortín Miñana es un tipo de estructura militar de la ‘Conquista del Desierto’ que luego dio lugar a pueblos y ciudades -dice el arqueólogo Facundo Gómez Romero, del GEAHF, a LA NACION-. Los fortines llevaron el mayor peso en la guerra de fronteras. Eran dotaciones exiguas; en este caso, tenemos el dato de que eran 21 personas, por el relevamiento hecho antes de la batalla de Cepeda. Había un oficial con otros oficiales de menor rango y soldados”.
Para este investigador, aquellos soldados y los que fueron a Malvinas tienen mucho en común. “Más allá del contexto militar, el tipo de sujeto histórico se parece -dice-. Aquellos eran gauchos a los que les metían una chaqueta y los mandaban al fortín porque tenían que servir determinada cantidad de tiempo en la Guardia Nacional. Era gente que no tenía ningún tipo de preparación militar, que es lo que les pasó a los jóvenes que fueron a Malvinas, con condiciones de logística y armamento muy deficientes. A los fortines el aprovisionamiento les llegaba a cuentagotas, los uniformes de verano en invierno y los de invierno en verano, si se los mandaban”.
El Fortín Miñana funcionó de 1860 a 1864. “Fue el primero que se investigó en la historia de la arqueología argentina -cuenta Gómez Romero-. Con Mariano Ramos, a principios de la década de 1990, hicimos cuatro campañas en que se excavaron 53 metros cuadrados y se descubrieron un montón de cosas de la vida diaria de la guarnición, por ejemplo lo inmersos que estaban en el mercado mundial. Los tipos comían sobre loza inglesa, bebían ginebra o vinos holandeses y franceses y fumaban en pipas de arcilla del norte de Europa. Pese a estar en el último confín de la frontera sur y muy lejos de Buenos Aires, el mercado mundial hacía que llegaran los objetos”.
También se hallaron objetos indígenas de piedra, como raederas y raspadores. “Eran instrumentos utilizados para raer y cortar el cuero, lo cual nos habla de una probable existencia de indígenas amigos o de gauchos que habían vivido con los indígenas y utilizaron su tecnología. Eso no estaba consignado en las fuentes históricas ni en los documentos castrenses”.
Otro aspecto interesante de la campaña son los registros faunísticos, que informan sobre la dieta de la guarnición. “A partir de la lectura de fuentes creíamos que el desabastecimiento era muy importante y que la subsistencia se basaba en la caza de animales -concluye el arqueólogo-. Cuando excavamos vimos que era una mezcla: hay elementos de fauna doméstica, vaca, caballo y oveja, entremezclados con animales de caza, como aves, perdices, vizcachas y bagres del arroyo cercano”. A trescientos metros del lugar donde estaba el fortín corre el arroyo Azul.
“Es la segunda experiencia de este tipo que se hace en América Latina, un tipo de arqueología que se viene realizando en Estados Unidos y Europa con muy buenos resultados -dice el historiador y escritor Sebastián Ávila-. Se hace arqueología en campos de batalla y en asentamientos militares. Por un lado, esto tiene una búsqueda de efectos terapéuticos; por otro, es muy relevante en términos arqueológicos e históricos la presencia de los veteranos porque ellos vivieron una experiencia humana muy particular, la bélica, que no solo comprende la acción en batalla sino también mucho tiempo de espera. En el Miñana, los fortineros esperaban un posible ataque de los pueblos originarios y también la llegada de alimentos, pertrechos y enseres”.
En 2021, Ávila ganó el Premio Futurock de Novela con Ovejas, inspirada en la guerra de Malvinas. “Hay un vínculo común en estos escenarios donde la violencia está latente y se comparten prácticas que perviven desde hace tiempo, como la ingesta de yerba mate y fumar tabaco”, dice. Los aportes de los veteranos sobre su propia experiencia bélica enriquecen redimensionan los resultados de la campaña arqueológica.
Los hallazgos de la campaña al Fortín Miñana irán primero a centros de investigación, como el Instituto de Arqueología de la Universidad de Buenos Aires. Luego, serán donados a museos de la zona de Azul y Olavarría, que preservan colecciones públicas.
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