Dubatti, Veronese, Tolcachir: el teatro argentino mira de cerca al premiado Jon Fosse
El director y el actor de la primera obra del Nobel noruego que se vio en Buenos Aires recuerdan aquella experiencia en “La noche canta sus canciones”; además, el académico, es categórico: “Es un autor más bien secreto, que merece que se lo conozca”
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Daniel Veronese y Claudio Tolcachir son dos referentes indiscutidos del teatro argentino, embajadores escénicos aclamados por la crítica y el público. La primera vez que la obra de Jon Fosse fue representada en el Río de la Plata ocurrió en 2008: La noche canta sus canciones, dirigida por Veronese con un elenco integrado por Tolcachir, junto a Diego Gentile, Elvira Onetto, Luis Gasloli, Pablo Messiez y Eugenia Guerty. Auspiciado por la embajada noruega, Veronese además inauguró en esta ocasión su sala, Fuga Cabrera.
Esta mañana el Comité de la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel a Fosse “por sus obras teatrales innovadoras y su prosa que dan voz a lo inefable”. Veronese opinó sobre este argumento y se refirió también a la recepción del público argentino: “No sé si es una innovación (una palabra que se utiliza mucho); sí es una poética personal, que a mí me cautivó enseguida, poética que invita a la reflexión y también a cierto desencanto en cuanto al futuro de la humanidad. La gente lo recibió con asombro, con interés, era una puesta muy melancólica, recuerdo. Un teatro íntimo por sobre todas las cosas”.
También Tolcachir conversó con LA NACION minutos antes de salir al escenario madrileño del Teatro de la Abadía, con un crudo monólogo. Es su regreso a la actuación de la mano de Rabia, una adaptación de la novela de Sergio Bizzio, que además codirige junto con Lautaro Perotti. Una de sus últimas interpretaciones antes de esta vuelta fue precisamente el texto de Fosse: “Es un autor muy hermoso para trabajar porque está lleno de misterios. Es como si escribiera secretos que se cuentan en palabras sueltas, en acciones, en imágenes, pero nunca lo que realmente les sucede a los personajes o lo que quieren decir sale a la superficie. Eso permite a los actores y al director poder crear dentro de ese texto o debajo de esas palabras un mundo muy pleno, muy sensible, muy particular. Tiene ese talento de poder construir en el secreto, en el silencio con una gran capacidad de observar la dificultad de las personas, la soledad, la infelicidad”.
¿Es Fosse el nuevo Ibsen? “También se lo catalogó como el nuevo Beckett. Lo considero más cerca al irlandés que a Ibsen. Tiene una prosa muy cerrada, muy enigmática, onírica. Páramos solitarios”, opinó Veronese, quien pronto presentará en Madrid Encuentros breves con hombres repulsivos, con textos de David Foster Wallace, interpretada por Marcelo Subiotto, flamante ganador del Premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián por Puan, y Luis Ziembrowski.
Tolcachir además se refiere a un elemento que pocas veces se destaca en la obra de Fosse: “Tiene mucho humor, un humor muy suyo, muy privado. Como actor, mi experiencia fue maravillosa, la de descubrir un mundo que hay debajo de unos primeros textos que suenan a nada, a frases sueltas, como suena Beckett, pero al sumergirse allí, descubre que ese mundo está lleno de todos nosotros. Y eso es un placer”.
La mirada de un académico
“En Colihue Teatro, una colección de teatro que dirijo para la editorial Colihue, publiqué un volumen con obras de Jon Fosse en 2011 -cuenta el investigador y académico Jorge Dubatti-. Él mismo realizó la selección: encabeza el índice La noche canta sus canciones (que en ese momento estaba poniendo en escena Daniel Veronese) y luego sumó otras piezas: Un día en el verano, El niño, Variaciones sobre la muerte, entre otras. La traducción fue realizada por la argentina Clelia Chamatrópulos, gran traductora del noruego.
“Creo que Fosse es una gran profundizador del expresionismo teatral, porque perfora la superficie del realismo objetivando escénicamente la forma subjetiva de estar en el mundo. Así pone en escena los paisajes interiores, los sistemas de fuerzas de las relaciones humanas encarnadas en mapas de intensidades, velocidades, musicalidades. Es cierto que continúa la gran tradición noruega de Ibsen, pero más se parece a otro escandinavo, el sueco August Strindberg.
“Es una gran alegría que el Nobel vuelva a distinguir a un dramaturgo. Contribuirá a hacerlo conocer, porque en la Argentina Fosse sigue siendo un autor más bien secreto. Merece que se lo conozca”.