“Vendimos todo el stand”: balance positivo para los argentinos en ARCO
Importantes adquisiciones institucionales y premios dieron gran visibilidad a las diez galerías que representaron al país en la 43ª edición de la feria madrileña de arte contemporáneo, que terminó ayer
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“Para nosotros fue excelente: vendimos todas las obras de stand, ¡y algunas más de catálogo!” Con ese entusiasmo comunicó a LA NACION Leopol Mones Cazon, director de Isla Flotante, su balance de la 43ª edición de ARCO. Con un solo show dedicado a Rosario Zorraquin, fue una de las diez galerías argentinas que participaron de la feria de arte contemporáneo que terminó ayer en Madrid, entre 205 de 36 países.
Si bien el saldo de ventas no fue tan positivo para todas, hubo varias importantes adquisiciones institucionales como las del Museo Reina Sofía, que adquirió dos pinturas de Alicia Herrero (Erotismos, 1992) en Herlitzka y Co. y una instalación de Ana Gallardo (CV Laboral, 2009) en Ruth Benzacar, donde la Fundación Canaria para el Desarrollo de la Pintura compró además otra de Ulises Mazzucca. “También nos compraron curadores para sus colecciones personales, eso nos entusiasma mucho”, señaló además Mora Bacal, codirectora de Ruth Benzacar.
La galería Vigil Gonzáles, en tanto, se contó entre las elegidas por la Fundación ARCO para sus compras. Con asesoría de Tania Pardo, directora del CA2M, y Claudia Segura, curadora de exposiciones y colección del Macba, la institución impulsora de la feria eligió allí un tríptico de la artista peruana Violeta Quispe Yupari, titulado Bienaventuradas: Madre e hija luchando por política justa.
También el Premio Opening, otorgado por ARCO, fue concedido este año a dos galerías argentinas: Piedras y Remota, stand donde se detuvieron los reyes de España en su habitual recorrido inaugural. Además, la galería W ganó el premio Lexus al mejor stand de la feria, de 10.000 euros, con una propuesta dedicada a Chonon Bensho y Florencia Sadir. Y la Fundación para el Arte Moderno y Contemporáneo (CRT), presidida por Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, eligió en la galería genovesa Pinksummer una obra de Tomás Saraceno, tucumano radicado en Berlín, para el lanzamiento de su premio adquisición.
En este último caso, el jurado estuvo integrado nada menos que por Chiara Bertola (directora de Galería Cívica de Arte Moderno y Contemporáneo, a donde se cederá la obra en préstamo), Manuel Segade Lodeiro (director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) y Hans Ulrich Obrist (codirector de las Serpentine Galleries).
“La experiencia fue muy buena para nosotros”, dijo a LA NACION, Alberto Sendrós, director de la galería que lleva su nombre, que vendió tres pinturas y dos esculturas de Andrés Piña. Una de estas últimas pasó a integrar la colección de Daniel Levinas. Otro coleccionista argentino residente en el exterior, Jorge Pérez, compró una obra de Alfredo Londaibere en el stand que le dedicó Nora Fisch. “Fue muy positiva la experiencia –coincidió esta galerista-. ARCO es una feria que se mueve lenta, pero al final las adquisiciones se concretan. Funcionó en ambos niveles: descubrimiento y gran interés de curadores de instituciones en Londaibere, por un lado, y ventas por otro”.
También la galería Pasto quedó conforme con la venta de la instalación del brasileño Zé Carlos García a “una colección importante en Bruselas”, además de otras de Iosu Aramburu. Eso sí: algunos galeristas recordaron que fue un gran esfuerzo cubrir los gastos -que en algunos casos llegaron a 16.000 euros del stand, más traslados y logística- sin apoyo económico esta vez de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, que sí facilitó los pagos al exterior. “Esperamos que la Agencia pueda retomar los incentivos de siempre, ya que sin ellos se hace más difícil participar de este tipo de encuentros”, dijo uno de ellos. Y otro recordó que “la presencia argentina en la feria es importante porque es la entrada al mercado europeo. Recuperamos la inversión, pero es mucho riesgo”.