Vargas Llosa anota a la argentina Leila Guerriero en el podio de la literatura contemporánea
Las dos intervenciones públicas de Mario Vargas Llosa en el Festival Hispanoamericano de Escritores de Los Llanos de Aridane fueron cartas de batalla a favor de la lectura. Ante los niños que se concentraron en el municipio canario para escuchar la narración de su cuento "Fonchito y la luna" (que escenificó la colombiana Paula Acuña) y ante los adultos a los que, presentado por Juan Jesús Armas Marcelo, urgió a leer para no ser engañados.
De eso siguió hablando, horas más tarde, con EL PAÍS de España. Se refería a la importancia que el entretenimiento ha alcanzado frente a la literatura. "No se le puede negar calidad. El entretenimiento es divertido y fácil de digerir, pero no creo que, como la literatura, forme ciudadanos ideales para una sociedad democrática. Los libros dejan una impronta muchísimo mayor; generan ciudadanos con espíritu crítico y la democracia no puede sobrevivir sin espíritu crítico".
"Por desgracia", dice el Nobel, "ese espíritu se está perdiendo mucho en Europa: el Brexit , los movimientos nacionalistas e independentistas en España, son fundamentalmente producto de la incultura, que ha permitido que esas deformaciones ideológicas adquieran gran protagonismo. Ese espíritu crítico se pierde y tiene que ver con una literatura de puro entretenimiento, que ya no tiene la capacidad de mantener vivo el descontento con la realidad".
Cree que el Brexit se parece a "una serie trágica". "Nada en la historia indicaba que Inglaterra podía derivar en ese chauvinismo grotesco. E Italia se ha salvado de milagro, esperemos que no sea momentáneo. Los rebrotes de nacionalismo frenético están ya en los países más cultos, como Suecia o Suiza".
El autor insta a que "los escritores se movilicen. Están moralmente obligados, por lo que ha representado la literatura, a ser conscientes del drama que estamos viviendo y darle otra vez a la literatura esa presencia crítica que ha tenido siempre en los mejores tiempos".
Él se movilizó y hace 60 años publicó Conversación en La Catedral. No era consciente de estar escribiendo un libro político. "Quería dejar un testimonio literario de la dictadura de Odría. Fue muy mal recibido; a mucha gente le pareció largo, difícil. Ahora tiene más lectores que cuando salió. Me alegro. Es el libro que más trabajo me costó. Dejó un testimonio que desgraciadamente habla de semejantes heridas sufridas en cada uno de los países de América, con poquísimas excepciones, de los estragos que causa una dictadura".
El Nobel también se pronunció sobre lo mejor de la literatura contemporánea. Puso en primer término la escritura de no ficción de Leila Guerriero. "Periodismo del bueno, negación de las falsedades, un esfuerzo extraordinario por decir la verdad que significa literatura al mismo tiempo".
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