Vanguardia interminable: el arte total de Xul Solar está de vuelta
Los trabajos del artista resultan cada vez más actuales por su voluntad de cruzar fronteras entre disciplinas; un nuevo catálogo de su obra y un estudio crítico revelan todo su esplendor
Es cierto que, como se dijo más de una vez, las vanguardias pretendieron destruir la institución arte. Pero podría agregarse que una de las vías privilegiadas para lograrlo fue la disolución de los límites entre arte y otro. En este punto, las vanguardias rioplatenses no se quedaron atrás en comparación con las europeas. Nadie además, en estas costas y en las otras, fue más lejos en esa línea que Xul Solar.
Sus pinturas eran una parte más -sólo una- de una curiosidad que no se resignaba a la fijeza de la tela o el papel. Igual que se diría mucho más adelante de John Cage, Xul fue también un inventor, en el sentido de que se dio cuenta de que los nuevos tiempos reclamaban no solamente nuevas formas, sino directamente objetos nuevos. Nacieron así el panajedrez (o ajedrez criollo), una lengua nueva (la panlengua), el piano de colores y los juegos de cartas.
Toda esa aventura artística, que para Xul era en realidad una aventura existencial, precipitó ahora de manera ordenada en la publicación en dos tomos del monumental Catálogo razonado de la obra completa del artista. Patricia M. Artundo, la directora del proyecto, explica en la introducción que, en una tarea que consumió seis años, se identificaron en total 1897 piezas. La conclusión que resulta de la investigación es clara: "El universo de obras de Xul Solar es mucho más rico de lo que se manejó hasta ahora". Artundo había preparado ya el volumen Entrevistas, artículos y textos inéditos, en el que justamente se incluía, como parte de una de las entrevistas, una definición de la "panlengua": "Actualmente trabajo en una lengua monosilábica, sin gramática, que se escribe tal como se pronuncia, de raíces básicas, unívocas e invariables, combinables a voluntad, de fonética fácil, musical y en la que todos los sonidos pronunciables están registrados."
Esta utopía lingüística debe entenderse en el horizonte mayor de la utopía artística, una especie a su vez de "panvanguardia". El especialista Jorge Schwartz, que participó la semana pasada de la presentación pública del catálogo, fija una posición sobre este punto. "Xul Solar toda la vida pensó en lenguajes utópicos, basados en ideas de confraternización universal. En el caso del «neocriollo», era lenguaje de comunicación con su esposa, Lina, y aparece en sus pinturas, en el letrismo aplicado a las acuarelas, en las así denominadas «grafías». Borges fue uno de sus privilegiados interlocutores, y supongo que había allí mucho de lúdico."
Schwartz, a su vez, publicó esta semana Fervor de las vanguardias. Arte y literatura en América latina. El nombre es naturalmente un juego con Fervor de Buenos Aires, de Borges, modelo de la vanguardia ultraísta y, junto con los primeros libros de Girondo (Veinte poemas para ser leídos en el tranvía y Calcomanías), modelo de la vanguardia literaria latinoamericana, la misma que Schwartz había explorado ya a fondo en Vanguardia y cosmopolitismo en la década de 1920.
¿Por qué volvemos a las vanguardias? Por un lado, porque, como observa Beatriz Sarlo, vamos hacia un pasado cuyo interés todavía conecta con nosotros, y si conecta con nosotros es porque esas tentativas de principios de siglo tuvieron una sobrevida en el arte contemporáneo. Según Schwartz, que dirige además el Museo Lasar Segall de San Pablo: "Pensar en una panvanguardia, inspirada en la panlengua de Xul, sería sobreponer lenguajes artísticos latinoamericanos de forma que puedan generar una comunicación artística común. Podríamos decir que el cruce entre artistas como Torres-García con Gyula Kosice u Oscar Niemeyer, por ejemplo, o Alexander Calder con los concretos argentinos y los brasileños, se podría postular como propuestas de una panvanguardia, transgresora de lenguajes y períodos".
Si bien las vanguardias rioplatenses eran deudoras de las vanguardias europeas, presentaban también una evidente originalidad. Esto se ve en Xul, antieuropeo de palabra. ¿Cómo entender esa tensión entre Europa y América del Sur? "Nunca hay que olvidar que el primer libro de poesía de Borges, Fervor de Buenos Aires, lo escribe al volver de la experiencia europea de 1918 a 1921. Borges debe haber añorado su ciudad natal a la distancia, lo que lo debe haber ayudado a componer el imaginario poético bonaerense a la vuelta. Nuestras vanguardias históricas encontraron un lenguaje propio cuando se descubrieron a sí mismas, o cuando pararon de mirar hacia París o Berlín, para mirarse a sí mismas y empezar a producir lenguajes propios." La vanguardia se definiría así por su condición reflexiva: la identidad en el espejo, el arte que se mira a sí mismo como otro.