Una visión crítica de "Gran Hermano"
La serie de TV suscita rechazos por el excesivo afán de protagonismo de sus participantes
La instalación del tedio como género televisivo, el excesivo afán de la gente por sentirse observada y pronósticos que no le dan más de dos años de vida a la nueva modalidad del "reality show" son algunas de las reflexiones que el programa "Gran Hermano" suscita entre intelectuales.
A esas conclusiones llegaron escritores y educadores consultados por La Nación , quienes señalaron que "la pasión por hacerse ver es mayor que la pasión por ver".
La serie "Gran Hermano", creada en Holanda, en 1999, con el nombre de "Big Bro-ther", muestra la vida en común de seis hombres y seis mujeres, de 23 a 35 años, con ansias de exhibicionismo y de ganar 200.000 pesos, que durante casi cuatro meses comparten una casa sin televisor, sin radio, sin computadora, sin teléfonos, vigilados por 30 cámaras y 60 micrófonos que lo registran todo durante las 24 horas.
Tarde, por razones presupuestarias, el programa llegó a la Argentina de la mano de Telefé hace diez días. Es decir, de la mano del Grupo Telefónica, dueño del canal argentino y también de Endemol, la productora holandesa que revolucionó Europa con la idea original de "Big Brother" y sus diferentes versiones.
La versión argentina está lejos de mostrar la osadía de sus gemelas holandesa y alemana, que en su búsqueda desenfrenada del rating no dudaron en mostrar -aunque camufladas bajo las sábanas- escenas de sexo oral y otras variantes que escandalizaron al público.
En los Estados Unidos el programa fue un fracaso. No así su propio invento, "Expedición Robinson", que fue seguida por un promedio de 20 millones de televidentes. En España, antecedente inmediato de la versión local, un promedio de 12 millones de televidentes siguió las emisiones.
Reflexiones críticas
Ante el debate suscitado por la repercusión que alcanza la serie televisiva, La Nación preguntó a intelectuales y a educadores qué lleva a miles de personas a sentirse atrapadas por un ciclo de estas características.
Según el escritor Isidoro Blaisten, el mérito de "Gran Hermano" es que "ha logrado instalar el tedio como género televisivo, porque realmente es peor de lo que uno puede imaginarse. Hay una especie de chantaje histérico y no existe ninguna belleza visual. Se supone que la TV es entretenimiento, pero a mí no me entretiene para nada. No hay nada que justifique tanto aburrimiento".
Blaisten agregó: "Hace 21 años que en mis talleres literarios trato de explicarles a los jóvenes que escribir es un arte y que ello significa distanciamiento, paciencia y trabajo. En cambio, esa tristeza televisiva propone la validez de la improvisación, que yo siempre he combatido".
Para Enrique Valiente Noailles, todo es engañoso. "No es la hipótesis original de "Big Brother". Mientras que en la novela de George Orwell la experiencia de ser observado es totalitaria y ominosa, en este caso se hace cola para poder ser observado y hay un riguroso proceso de casting para seleccionar algunos entre una multitud de entusiastas. Así, la pasión por hacerse ver es mayor que la pasión por ver. Al revés de lo que podría suponerse, es un triunfo de los que son observados por sobre los que observan. En una extraña inversión de la esclavitud del experimento, los millones de televidentes son los esclavos y los pocos observados son los que gozan."
La educadora Silvina Gvirtz, directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, opinó que "este programa, aislado, no va a producir una nueva cultura ni va a afectar la educación. Pero, la suma de varios ciclos iguales influye en los modos de percepción en los hábitos y en los valores de la gente. "Gran Hermano" es muy básico y apela a lo más elemental del ser humano, a un nivel de chusmerío y de deseo de poner un ojo en la intimidad ajena".
Para la pedagoga, a través del reality show se advierte "una disociación entre el concepto de inteligencia y el de cultura. Antes, en los libros había una valoración del hombre culto. Hoy se valoriza al hombre inteligente. En la TV hay una desvalorización de la cultura".
El sociólogo Luis Alberto Quevedo, quien intervino en la selección de los 12 participantes, sobre un total de 25.000 aspirantes, piensa que al reality show le quedan dos años más de vida y luego vendrá el declive, porque "la competencia está agotando el formato. Además de la pulsión por ver, está el deseo de exhibirse".
Para Quevedo, en esa tensión entre mirar y ser visto, "Internet ha sido una explosión. Vivimos en una sociedad que utiliza intensivamente estas tecnologías que transparentan estos sistemas que antes eran privados. Hay polémica por los servicios que filman a las personas. En el caso de "Gran Hermano" creo que los participantes hacen un canje de intimidad por fama".
Lo que no hay que perder de vista es que detrás de este inofensivo "Gran Hermano", si se lo compara con el censor descripto por Orwell en su novela "1984", hay una empresa que quiere ganar dinero. Como dice Quevedo: "Su intención no es volver felices a los doce participantes ni cambiar la estética de la TV, sino hacer un negocio. La cultura está atravesada y constituida por los objetivos del capitalismo".
Una inversión millonaria
- El Grupo Telefónica invirtió entre seis y ocho millones de dólares para poner a punto la versión local de "Gran Hermano", que en su primera semana de emisión obtuvo un promedio de 21 puntos de audiencia, equivalente a 2,1 millones de televidentes. El ciclo se emite diariamente en un compacto de media hora, a las 20.30, por Telefé. En directo, durante las 24 horas, se emite por DirecTV, que pagó un millón de dólares por los derechos televisivos de la serie. Los 250.000 abonados de este sistema de TV satelital pueden obtener los cinco canales de "Gran Hermano" -con distintos ángulos de cámaras- por $ 14,90 para los cuatro meses si pagan con débito automático o por $ 24,90 en efectivo.