Quién es Mónica Heller, la artista que representará a la Argentina en la Bienal de Venecia
Protagonizada por personajes animados en continua transformación, su videoinstalación dialogará con el tema fantástico elegido por Cecilia Alemani para la 59ª edición de la muestra internacional
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Una videoinstalación multicanal de animación 3D, poblada de personajes en continua transformación, presentada en un clima fantástico ambientado por sonidos artificiales. Así será la obra de Mónica Heller que representará al país en la 59ª edición de la Bienal de Venecia, desde el 23 de abril hasta noviembre de 2022.
“Me inspiro no solo en el cuerpo de manera literal sino también como metáfora, en la posibilidad de transformación de lo propio”, dijo Heller a LA NACION tras una conferencia de prensa ofrecida en el Palacio San Martín junto con Alejo Ponce de León, el curador elegido por la artista, y Paula Vázquez, flamante directora de Asuntos Culturales de la Cancillería.
Según explicó esta última, designada para el cargo hace poco más de un mes, el proyecto de Heller fue seleccionado entre los más de 40 que se presentaron a la convocatoria realizada desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, a través de la Dirección de Asuntos Culturales y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. Parienta lejana del diputado Carlos Heller, la artista que participó de la primera edición del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella (2009) y ya obtuvo varios premios se convertirá así en la tercera mujer consecutiva en representar al país en los últimos años en Venecia, tras los envíos de Mariana Telleria y Claudia Fontes.
La decisión fue tomada por un jurado integrado por Vázquez, Telleria y un grupo de expertos conformado por Valeria González, secretaria de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Nación; Teresa Anchorena, presidente de la Comisión Nacional de Monumentos; Virginia Agote, secretaria de Cultura de San Juan; Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes; Matilde Marín, vicepresidenta de la Academia Nacional de Bellas Artes; Analía Solomonoff, directora del Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” de Santa Fe, y Juan Usandivaras, presidente ejecutivo de la Agencia Argentina de Inversiones.
“El proyecto presentado por Mónica Heller aborda problemáticas contemporáneas desde el humor crítico, la fantasía y lo surreal -consideró el jurado-. La gran solvencia técnica puesta al servicio de su universo poético logra dotar a los lenguajes digitales de carnalidad vital. La propuesta aprehende el desafiante espacio del pabellón de manera eficaz, a la vez que resulta funcional a la dinámica del recorrido de la bienal. La artista expande los límites de su producción, generando un perfecto equilibrio entre ambición y factibilidad”.
Mientras las felicitaciones se acumulaban en redes sociales, también hubo críticas por la demora del proceso. “Haber pospuesto la decisión hasta diciembre, con un par de escasos meses para preparar el envío -opinó en Instagram Florencia Malbrán, ex curadora de Programas Públicos y Proyectos Especiales del Malba- revela escasa conciencia de lo que significa la Bienal de Venecia”.
Nacida en 1975 en Buenos Aires, Heller trabajará en esta obra inédita en su casa de La Lucila. Durante el verano la montará en el Pabellón de Argentina, y el financiamiento se hará con fondos propios de la Cancillería argentina. “No está definido el monto”, aseguró Vázquez.
Tampoco el título de la obra. El tentativo, según dijo la artista, es El origen de la substancia importada importará la importancia del origen. Un juego de palabras que se enredan en sí mismas como los personajes de la videoinstalación, que habitarán en 15 módulos de pantallas de diversos formatos. “Uno es alargado, etéreo; se construye a sí mismo a partir de una luz –anticipó Heller-. Otro toma café que se le escapa por orificios que tiene en el cuerpo, y lo vuelve a tomar. Otro se envuelve a sí mismo, se enrolla y se desenrolla. Otro no tiene cabeza; tiene dos cabezas distintas en las manos”.
Ese clima fantástico se relaciona con el tema general de la 59ª edición de la Bienal de Venecia, titulada Il latte dei sogni / The Milk of Dreams e inspirada en el libro Leche del sueño, de Leonora Carrington. “La artista surrealista describe un mundo mágico en el que la vida se reimagina constantemente a través del prisma de la imaginación –dice su curadora, Cecilia Alemani-, y en el que todo el mundo puede cambiar, transformarse, convertirse en algo y en alguien más. La exposición nos lleva a un viaje imaginario a través de las metamorfosis del cuerpo y las definiciones de la humanidad”.
Un paisaje que no es un paisaje es el título menos ambicioso de la tercera muestra individual de Heller, que se exhibe hasta el 18 de diciembre en la galería Piedras. Por otra parte, en la exposición actual de las obras seleccionadas para la XXV edición del Premio Klemm participa con La piel es una fruta que se pela sola. En memoria a Mónica Rossiter (1954-2021). Se trata de una videoinstalación conformada por una televisión led y un mueble, sobre el cual se ubican objetos relacionados con el cuidado personal de su madre durante sus últimos días de vida.
“Es una gran posibilidad de proyección internacional. En las muestras anteriores viajaban solo mis videos y nunca estuve en una de esta envergadura”, reconoció la artista, que desarrolla narrativas densas con personajes antropomorfos a través del dibujo, la pintura y animaciones 2D y 3D. “Toma elementos retóricos y recursos del dibujo animado, la pintura narrativa, el videogame y el cómic, entre otros -señala su perfil en la página de la galería-. Su obra se centra en el impacto emocional, social y existencial de imaginarios atravesados por el uso de la tecnología, los recursos de la animación amateur, el DIY, modelos CGI de bibliotecas en internet, el diseño y la edición”.
Promete ser un envío muy contemporáneo para la Argentina, el primer país de América latina en participar de la madre de todas las bienales. En 1901 envió a Venecia la obra de Pio Collivadino y marcó hitos con premios otorgados a Antonio Berni, León Ferrari y Julio Le Parc. “Es una manera de retribuir a la Argentina su formidable aporte al arte de nuestro tiempo”, dijo hace una década Paolo Baratta, entonces presidente de la bienal, cuando se anunció que nuestro país tendría por fin un pabellón propio.
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