Una tesis radical revoluciona la forma de pensar la naturaleza del hombre
Radical. Con este adjetivo resume Rutger Bregman una tesis que revoluciona el modo de pensar la naturaleza del hombre. El historiador holandés partió de una pregunta sencilla: ¿Y si la humanidad fuese, en el fondo, decente? ¿Y si la sociedad, después de haber perpetuado y de haber sido testigo de masacres, hubiese dejado de lado el egoísmo y se dirigiera hacia una conducta altruista? Humankind: A Hopeful History es el libro que así lo argumenta. Bregman se ha convertido recientemente en un ícono mundial de la esperanza con su original (y documentada) reinterpretación de la tesis que propone William Golding en la novela El señor de las moscas (1954).
¿Hobbes o Rousseau? En este debate sobre la necesidad del hombre de crear instituciones para controlar su propia naturaleza destructiva, por un lado, o bien, sobre la capacidad destructiva de las instituciones sobre el hombre, por el otro, Bregman se ubica a favor de la segunda opción en Humankind: A Hopeful History –aún sin traducción al español–. Es aquí donde aparece Golding. Antes de ser un célebre novelista y de obtener el premio Nobel, el autor británico luchó en la Segunda Guerra Mundial y fue testigo del Desembarco en Normandía. Tiempo después, aún con las secuelas de la guerra, Golding escribió un relato sobre la pérdida de la inocencia. Tras un naufragio, un grupo de adolescentes y niños llega a una isla desierta. A pesar de la ausencia de una autoridad adulta, deben conformar una sociedad. El resultado es trágico. Mientras los líderes positivos buscan conservar el orden por medios legítimos, ascienden líderes negativos y crueles con el aval de un grupo cada vez más salvaje. Hasta aquí la ficción. Bregman halló una historia similar, un hecho verídico con el mismo comienzo, pero con un final radicalmente diferente.
La historia real
En 1965, un grupo de niños que vivían en un internado católico en Tonga, quisieron vivir una aventura y partieron en una pequeña excursión de pesca. Tras 8 días a la deriva, naufragaron en una isla desierta del Pacífico, donde permanecieron 15 meses hasta que un barco australiano, comandado por el capitán Peter Warner, hijo de un magnate, divisó el fuego en una isla y dirigió su embarcación hacia aquellas coordenadas. Los jóvenes de entre 16 y 13 años habían forjado, en primer lugar, un pacto de no agresión. De este modo, quien infringiera la norma, era apartado por un tiempo de la comunidad, pero sin violencia. En segundo lugar, habían creado un sistema para conservar agua de lluvia, habían confeccionado gallineros y hasta diseñado una cancha de bádminton. El fuego se conservaba prendido desde el momento del naufragio y esa fue su salvación (y el ocaso en El señor de las moscas).
Casi cinco décadas después, Bregman encontró que entre Warner y los náufragos se había trabado no solo una amistad, sino un próspero un emprendimiento de pesca de langostas. Este es uno de los ejemplos que sirven a Bregman para argumentar que desde los últimos 20 años se ha gestado una revolución silenciosa y que el hombre ha abandonado una visión cínica de la especie hacia una más esperanzadora. La capacidad que tenemos para colaborar entre nosotros es nuestro "súper poder" como especie. A su vez, considera Bregman que se ha asumido desde la Segunda Guerra Mundial que las personas son egoístas. Es por eso que se diseñaron instituciones bajo estos principios que podrían englobarse en el concepto de neoliberalismo. Los CEO, los managers, etc. son los cargos que se necesitan (o necesitaban) en diversas estructuras porque las personas no son capaces de confiar en los demás. El historiador propone una idea que considera "subversiva" que consiste en adecuar esta visión de la sociedad hacia una más realista, donde prime la confianza en el otro, hecho que conducirá hacia una sociedad más igualitaria. De este modo resulta necesario pensar el modo en el que las escuelas, las cárceles, los lugares de trabajo, etc. funcionan.
Bregman Bregman habló al respecto ayer en una sala de chat con los suscriptores del diario británico The Guardian a la que tuvo acceso LA NACION. La popularidad de Bregman creció en el último tiempo a raíz del mensaje de Humankind, pero no es la primera vez que su voz osa transmitir una idea contraria a lo que la mayoría piensa, o, al menos, polémica. En el Foro de Davos de 2019, delante de un grupo de millonarios, Bregman, que presentaba su libro Utopía para realistas (Salamandra), les pidió que pusieran fin a la evasión impositiva. Además, proponía un plan que consistía en una semana laboral más corta y un salario mínimo garantizado, plan que catapultó un movimiento nacional en Holanda.
El joven historiador, de 32 años, se proclama ateo. Es hijo de un pastor protestante y de una maestra de niños con necesidades especiales y está casado con una fotógrafa. Bregman ha recibido la ovación de dos pensadores que modificaron el modo de entender los tiempos que corren. Zygmunt Bauman, el autor de la "sociedad líquida", opinó que Utopía para realistas es "brillante, completo, verdaderamente esclarecedor y sumamente legible. De lectura obligatoria para quienes se preocupan por las injusticias de la sociedad actual y quieren contribuir a remediarlas". A su vez, el profesor de Harvard, Steven Pinker (autor de Los ángeles que llevamos dentro), cuya tesis, en pocas palabras explica que la humanidad se dirige hacia sociedades menos violentas, dijo que con la lectura de aquel libro de Bregman el lector "disfrutará del pensamiento audaz, las ideas frescas, la prosa vívida y los argumentos basados en datos". Bregman sostiene que la humanidad hacia una nueva era, una época basada en la amistad, la cooperación y la esperanza.