Una risa nerviosa
Ahora o nunca
Por Ricardo Zelarayán
"No creo en la poesía cantada ni recitada. (No creo en el café concert para desculpabilizar empresarios izquierdistas.) (...) En fin, el lenguaje es para mí la única realidad. (...) Si la realidad está en alguna parte, está en el lenguaje."
¿Cómo se construye un autor de culto? Leyéndolo, pero por fuera de ese circuito canónico que se transita sin demasiados sobresaltos y sin muchas sorpresas. Ricardo Zelarayán, o Zelarayán, a secas -de él se trata-, se armó un senderito que no se puede transitar de cualquier manera. Y no se va a preocupar por que el trayecto sea cómodo. Su propuesta es casi una lucha cuerpo a cuerpo con la palabra.
"Rezongado rezongo de palabra renga. Pelo y barro", escribe. La poesía de Zelarayán se constituye de versos precisos e inacabados, insinuaciones, humor seco, una lógica inconexa, ironía apretada entre los dientes y música, mucha música, todo ello volcado con habilidad y precisión en páginas que exigen volver, para que cada uno tenga un mapa propio, y se pierda, claro.
Ahora o nunca. Poesía reunida incluye tres libros publicados: La obsesión del espacio (1972) y Roña criolla (1991), ambos de poesía, y los cuentos infantiles Traveseando (1984), que el autor considera parte de su obra poética. El resto, que ocupa la segunda mitad del libro, está integrado por algunos poemas publicados en revistas y otros que el autor acercó, de a poco y en forma desordenada, a la editorial Argonauta
Zelarayán es el poeta secreto que escribió un poema que circuló -y circula- de mano en mano, como un código imprescindible para descifrar en estos tiempos: "La gran salina". Este poema, aparecido en La obsesión del espacio , contiene las marcas perdurables del autor, contagiadas además a buena parte de la producción de los años noventa.
"La palabra misterio ya no explica nada./ (el misterio es nada y la nada no se explica por sí misma.)/ Habría que reemplazar la palabra misterio/ (al menos por hoy, al menos por este "poema")/ por lo que yo siento cuando pienso en los trenes de carga/ que pasan de noche por la Gran Salina."
La sensación de incompletitud recorre toda la obra de Zelarayán. Y, de hecho, las varias versiones que tienen muchos de sus poemas dan una idea del juego que asume como poeta. Sus versos interrumpidos, algunas veces violentos, otras sarcásticos, obligan a una lectura fragmentada y desconcertante. Todos los temas son su tema, pero sin solemnidad. Y todo está dicho tan en serio que puede dar risa; a veces, una risa nerviosa.
Este poeta que niega ser escritor, y que afirma que "no existen los poetas, existen los hablados por la poesía", pone al fin su trabajo para ser descubierto. O redescubierto, que es lo mismo.