Una personalidad brillante y profunda
Tulio Halperin Donghi fue el más importante historiador argentino de la segunda mitad del siglo XX. Lo conocí en 1962, cuando volvía de Inglaterra y trabajamos juntos. Fue director de la investigación de Inmigración Masiva, que dirigían José Luis Romero y Gino Germani. Allí comenzamos una larga amistad. Trabajamos en conjunto en varias tareas. En algunas, tuvimos distintos enfoques, ya que yo me aboqué a la historia económica argentina.
Recuerdo siempre su personalidad brillante, de un conocimiento enorme en cantidad de temas. Siempre fue enormemente profundo y tuvo una gran capacidad de encontrar facetas nuevas a problemas que ya se habían analizado durante mucho tiempo. Para mí su obra más brillante fue Revolución y guerra, una interpretación de los cambios pre y pos-Revolución de Mayo.
Sin imaginar en recibir esta noticia tan triste, esta semana hice alusión a él cuando recibí el Konex de Platino y me referí al grupo de los renovadores de la historia, entre quienes mencioné a Sánchez Albornoz y a Garzón Maceda.
Halperin Donghi tenía una capacidad analítica tremenda y una gran habilidad intelectual para relacionar fenómenos, característica que no siempre tienen los historiadores. Estaba perfectamente informado de todo lo que sucedía en nuestro país, al que venía todos los años. Compartimos mucho tiempo en Estados Unidos. Siempre recordaré cómo seducía al público cuando hablaba de historia.
El autor fue designado presidente de la Academia Nacional de Historia
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