Una novela rusa de 1986 anticipó la figura de Putin con el nombre de Genialíssimo
El libro, del escritor Vladimir Voinovich, es una sátira distópica con una precisión profética sobre un jefe de Estado que viaja al siglo próximo y se vale de las guerras para asegurar su poder
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En 1986, cerca del fin de la Unión Soviética, un novelista satírico ruso se puso a imaginar el futuro de su patria y vislumbró a un jefe de Estado surgido de las filas de la KGB, que se valía de la guerra para consolidar su poder, que ponía a sus excompañeros espías en puesto de influencia, que aseguraba que su autoridad se derivaba de la Iglesia Ortodoxa Rusa y que así gobernaba Rusia durante décadas. En otras palabras, anticipó la aparición de Vladimir Putin.
El escritor se llamaba Vladimir Voinovich y el título de su novela es Moscú 2042, una sátira distópica sobre un hombre que viaja al siglo próximo.
El protagonista es un escritor freelance llamado Vitaly Nikitich Kartsev que aborda un vuelo espacial de Lufthansa en 1982, se toma todas las botellitas de vodka que hay en el avión, y aterriza en el año que da título al libro. En ese futuro Vitaly encuentra pocas maravillas tecnológicas que lo asombren (“Los lectores interesados en esas cosas se equivocaron de libro y deberían leer ciencia ficción”, relata Vitaly), y en esa versión de Rusia en el nuevo milenio que describe Voinovich, la Unión Soviética sigue firme y fuerte.
Pero el autor describe los rasgos del gobernante vitalicio de ese mundo con una precisión profética. En la novela, el líder se llama Genialíssimo: “una figura política de enorme talla, el gran amigo de la humanidad, transformador de la naturaleza y genio multifacético”, les cuenta Vitaly a sus compatriotas.
Un integrante del comité de bienvenida del año 2042 le dice a Vitaly algo todavía más pasmoso: “El Genialíssimo es simultáneamente secretario general de nuestro partido, generalíssimo de nuestras fuerzas militares, y lo que es más importante, está por encima de todos y de todo.”
Como ocurre con el Gran Hermano de la novela de Orwell, los detalles de su descripción física son esquivos. Vitaly hace referencia a un retrato del Genialíssimo donde está “entrecerrando los ojos de pura satisfacción”. Y aunque no hay imágenes donde se lo vea montando a caballo con el torso desnudo, sus acciones guardan estremecedoras similitudes con las del actual presidente de Rusia.
Para empezar, está la posición del Genialíssimo en la gerontocracia gobernante. En el vuelo espacial de Vitaly también viaja un terrorista de izquierda de Múnich que va al futuro a recopilar pruebas de la resiliencia de su ideología. El hombre comenta que “bajo el comunismo, todos serán jóvenes, lindos, sanos y se amarán unos a otros”. Así que a Vitaly le sorprende descubrir que la Rusia futura está gobernada por el abuelo Genialíssimo y su mafia de burócratas decrépitos.
Cuando asumió la presidencia por primera vez, Putin tenía apenas 47 años. Pero en 2021 impulsó un cambio constitucional que le permite ocupar el cargo hasta 2036, cuando cumpliría 84 años.
"El autor describe los rasgos del gobernante vitalicio de ese mundo con una precisión profética."
La avanzada edad no es lo único que Genialíssimo tiene en común con Putin. Como exagente de la KGB que pasó muchos años destinado en Alemania, Genialíssimo ha llenado los cargos de gobierno con sus amigos de los servicios de inteligencia. Juntos han creado un Partido Comunista de la Seguridad del Estado, un combo de legisladores y policía secreta que preside sobre “una sociedad comunista sin clases y sin sistema”.
Putin estuvo destinado a Alemania Oriental desde mediados de la década de 1980 hasta la caída del Muro de Berlín. (Su pase de identificación de la Stasi fue hallado recientemente en un archivo de la policía secreta de Dresde). Al igual que el Genialíssimo, ha nombrado en altos cargos del Estado a sus excolegas del área de seguridad. Entre ellos están Igor Sechin, actual director ejecutivo de la gigante petrolera Rosneft, quien supuestamente “comanda el leal Servicio Federal de Seguridad”, la agencia sucesora de la KGB, Sergei Ivanov, quien fue jefe de gabinete del Kremlin hasta 2016, y Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, que también preside Putin.
Voinovich también predijo que después de la represión de la era comunista anterior, la iglesia ortodoxa también disfrutaría de un fuerte revival en la Rusia futura. En Moscú 2042, el matrimonio heterosexual es sacrosanto y las uniones pueden durar un máximo de ocho años y “se disuelven automáticamente cuando los años productivos de una pareja se terminan (a los 45 años para la mujer y a los 50 para el hombre)”. Y a los incrédulos sin fe se les recuerda que Jesús es uno de los predecesores del Genialíssimo, junto con Lenin y Stalin.
Es posible que Putin no se considere a sí mismo como líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, aunque sí ha dejado entrever que su derecho sobre Rusia y Ucrania es de origen divino. También ha utilizado la religión para reforzar su control sobre el poder, con su oposición a la homosexualidad y el divorcio, y sus llamados a la devoción.
Y al igual que el Genialíssimo, Putin también ha hecho algunas inversiones grandiosas. En el libro, Moscú es la única ciudad próspera que queda en la Unión Soviética: el resto del Estado está degradado y amurallado, muy al estilo de Mad Max. La publicación de los “Pandora Papers” reveló que Putin, que alguna vez condenó públicamente a los plutócratas y a los industriales corruptos, ha sido vinculado a la compra de propiedades de lujo en Mónaco a través de empresas fantasmas.
Otras dos predicciones de Moscú 2042 parecen anticipar el derrotero de Putin hasta el poder. El Genialíssimo llega al poder como un héroe “de la recientemente concluida Gran Guerra Buriatia-Mongolia”, relata la novela, y luego le pone el sello definitivo a su popularidad con la victoria de la “Gran Revolución de Agosto”.
Putin se convirtió en primer viceprimer ministro durante la Segunda Guerra de Chechenia, el 9 de agosto de 1999, y ese mismo día fue nombrado primer ministro interino de la Federación Rusa. A fines de ese mismo mes, cuando las fuerzas aéreas rusas bombardearon Chechenia, esa imagen de “hombre del orden público” que tenía Putin contribuyó al aumento de su popularidad.
Y aunque técnicamente no fue una revolución, en el intento de golpe de Estado que hicieron los soviéticos en agosto de 1991 hubo despliegue de tanques en la Plaza Roja y los comunistas de línea dura intentaron restablecer la Unión Soviética por la fuerza. Putin usó sus contactos en la KGB para proteger al primer alcalde postsoviético electo de San Petersburgo. Pero más tarde, en 2014, le entregó a uno de los golpistas, el exministro de defensa soviético Dmitry Yazov, la medalla de la Orden de Honor de Rusia por “grandes logros de utilidad social”.
“La próxima vez voy a escribir una utopía”, dijo Voinovich en 2017, de camino a una audiencia de emigrantes judíos rusos en Fair Lawn, Nueva Jersey. “La gente no para de decir que todas las cosas malas que escribo se hacen realidad, así que voy a escribir algo bueno”. Voinovich murió al año siguiente, no sin antes comparar la Rusia de Putin con su propia educación soviética: “En cierto sentido, hoy es peor.”
El escritor tenía una relación turbulenta con su patria. Su padre fue arrestado cuando Voinovich tenía solo 4 años, durante el Gran Terror de Stalin. En la década de 1970, su parodia de la Segunda Guerra Mundial, Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin, fue prohibida por la Unión Soviética.
En 1980, 20 años después de haber escrito la letra de “14 Minutes to Liftoff”, un gran éxito pop que se convirtió en himno no oficial del programa espacial soviético, Voinovich fue marcado como disidente y empujado al exilio. Regresaría a la Unión Soviética para ser testigo del “deshielo” de Mikhail Gorbachov y el salvajismo económico de los años posteriores al comunismo.
En 2000, Voinovich publicó Monumental Propaganda, cuyo personaje principal es una mujer estalinista que intenta aferrarse con desesperación a sus creencias, 50 años después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la mujer se roba el pedestal donde antes había una estatua de su ídolo Stalin, de pronto ve que en el mismo lugar emerge una figura “que sonríe entre dientes y saluda con la mano derecha levantada”.
Ese mismo año, Putin asumió como presidente.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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