Una Nochebuena bien “a la argentina”, en una novela con aires de comedia negra
La primera novela de Juan Ignacio Bruzzo, “Noche de paz”, se basa en la obra teatral homónima de 2015; “Absorbí bastante esa melancolía, esa cosa dramática que te hace reír y emocionar a la vez”, dice el autor
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Con un aire de comedia negra que recuerda películas como Esperando la carroza y La nona, la primera novela de Juan Ignacio Bruzzo (Buenos Aires, 1979), Noche de paz (Bärenhaus, $ 25.000), transcurre en la ciudad de Buenos Aires, en la proximidad de la Nochebuena, cuando los integrantes de una familia desunida por diversas circunstancias -rivalidades, secretos y mentiras- deciden celebrarla juntos y en cierta armonía. “Inflación, recesión, paros, cortes de calles, luz, de salarios… más cortes de calles. Algún escándalo mediático y un calor como no hacía en décadas”, se lee en las primeras líneas de lo que parece una descripción del pasado reciente.
La novela -que se integra a una tradición de narrativa navideña donde sobresalen autores como Hans Christian Andersen, Charles Dickens, Guy de Maupassant, Paul Auster, Alejandro Zambra, Francisco Bitar y Samanta Schweblin, entre otros- es una adaptación de la obra musical homónima estrenada en el Teatro del Globo en 2015, con guion de Bruzzo y música de Damián Malher. “Finalizada la temporada, siempre tuve ganas de volver a hacerla, pero era y sigue siendo muy costoso llevar adelante una producción tan grande y en un contexto artístico tan complicado. Pasaban los años y un día me di cuenta que la única forma de volver a verla era haciendo la novela”, dice Bruzzo a LA NACION.
“Cuando una productora me encargó escribir una obra de teatro musical sobre la Nochebuena, acepté rápidamente, ya que me pareció interesante la temática: estaba frente a la posibilidad de narrar una de las cosas que más me divierten, que es escribir sobre los insights, los detalles, los clichés, los lugares comunes de cualquier escenario social -señala el autor-. Los actores, después de leer el guion, lo primero que me decían es que se sentían reflejados con la historia y con sus personajes. Lo que más se escuchaba después de cada función era gente diciendo ‘fue como ver a mi familia’. A pesar de las diferencias, las familias tienen muchas cosas en común”. Le llevó un año adaptar la obra al género novelesco. Además de escribir en su blog Hijo del medio, Bruzzo trabaja en el área de comunicación y relaciones institucionales de una empresa de energía solar.
En el prólogo, la escritora Elsa Drucaroff (con quien Bruzzo trabajó en la adaptación) señala que la mayoría de las familias comparten un carácter “disfuncional” y destaca el mérito de Bruzzo al abordar los estereotipos familiares con sensibilidad e inteligencia. “Noche de paz es divertida, sarcástica, tiene momentos de incorrección política, pero toca algo más que tiene que ver con la poesía, el amor y la reparación”, observa.
“Para que la historia tuviera fuerza, partí de un conflicto menor durante otra Nochebuena, que se entremezcla con un hecho muy doloroso del pasado y que durante la trama se va revelando muy lentamente -cuenta Bruzzo, evitando cualquier espóiler-. Esos antecedentes son funcionales para que los personajes lleguen a la Nochebuena cargados de tensión. La reunión surge por la incomodidad y el miedo de uno de sus miembros a tener que presentarle su novia al resto y, utilizando la avanzada edad de la madre como excusa, propone olvidar esa conflictiva última Nochebuena todos juntos”.
La matriarca, bebedora y “sin filtro”, se llama Olga, y sus hijos, Pablo, Mercedes, Santino y Olivia; Pipo y Lautaro son los nietos de una familia tocada por “el don del escándalo”. Por medio de los diálogos, se perfila el temperamento de los personajes.
“No hay un álter ego en sentido estricto, pero sí puedo decir que las Navidades me marcaron mucho -revela el autor-. Desde muy chico me gusta el cine argentino. No tengo idea cuántas veces debo haber visto Esperando la carroza [que este año se adaptó del cine al teatro] y otras tantas películas bien argentinas. Absorbí bastante esa melancolía, esa cosa dramática que te hace reír y emocionar a la vez. Por otro lado, tengo muchos recuerdos de las Nochebuenas en casa. Éramos pocos, apenas cinco primos, mis tíos, mis padres y mis abuelos. Mi mamá, antes de las doce, todavía pone la televisión a todo lo que da para escuchar la cuenta regresiva. Admiraba a mi viejo y a mi tío, que nos llevaban a tirar cañitas voladoras por la calle, o a mi tía, que siempre se encargaba de las cosas dulces. Ninguno de mis familiares son los personajes de esta novela, pero de todos tomé algo: las frases, los chistes, las reacciones frente a los regalos”.
Bruzzo, autor de la obra teatral Embarazados, ecografía de una espera, reflexiona sobre las familias como material narrativo. “Los vínculos, el pasado, los secretos -dice-. Qué cosas las moviliza o las escandaliza. Qué cosa las une y qué las separa. Las familias tienen una fuerza de atracción muy fuerte, tanto las que se llevan bien como las que se llevan mal. Por más peleadas o separadas que estén, lo que no pueden es ignorarse. Me imaginé una soga elástica en la que sus puntas se alejan y tiran cada una para su lado, y por más fuerza que hagan, la soga no se corta, y en algún momento esa fuerza cede y las puntas se vuelven a juntar. Lo mismo pasa entre familiares. Aun cuando hay rencores entre sus miembros, a nadie le gusta que hablen mal de su familia. La fuerza de la familia es tan grande que cuando uno crece y deja su familia de origen empieza a ser otra persona”.
La novela explora las particularidades de una Nochebuena “a la argentina”. “Llegamos a esta fecha cansados y estresados, agobiados por el calor y, muchas veces, los paros, las protestas, los cortes de luz -enumera el autor-. A eso se le puede sumar que habitamos un país acostumbrado a vivir y sobrevivir las crisis. Eso se refleja en el ánimo, el humor, la paciencia. Otro factor es el nivel de expectativa que se maneja para las Fiestas. Se le presta mucha atención a dónde lo pasamos, con quién, si con los tuyos o con los míos, a no dejar a los viejos solos o dónde se divierten más los chicos. Hay gente que se aferra mucho a las tradiciones y al menú, los regalos. Creemos que la Navidad es un derecho a pasarla bien y en paz. Y como son demasiadas variables las que entran en juego, es casi imposible que nada ni nadie se interponga en el camino”.
En Noche de paz hay escenas donde se retrata a aquellas personas que pasan en soledad las Fiestas. “Mis abuelos vivían en un séptimo piso de la avenida Cabildo con balcón a la calle -recuerda el autor-. Siempre me llamó la atención ver la calle tan vacía y silenciosa. Busqué contar también esa Buenos Aires desierta y qué pasa con los que trabajan, con los colectiveros o los que juntan cartones en la calle. Para ellos también es Nochebuena, aunque no estén sentados frente a una mesa”.
No le resultó fácil publicar su ópera prima en otro año de crisis en el sector editorial en la Argentina. “Pasé varios meses escribiendo a editoriales, entrando a sus sitios web -cuenta-. La mayoría no recibía manuscritos por estar sobrecargados, sumado a que la industria editorial, según algunas respuestas, estaba muy complicada. No tenía apuro, pero eso no funcionaba como consuelo. Una tarde me llegó un mail de la editorial Barënhaus para decirme que les había gustado el material y que querían hablar conmigo para publicarlo. Yo no escribo para ganar plata, pero me gustaría poder hacer de la escritura mi profesión. Trabajé durante muchos años como creativo publicitario hasta que descubrí el teatro. Escribí y hasta produje algunas obras en paralelo a mi trabajo de publicista y diseñador independiente”.