Una mirada hacia nuestros murales
El C.C. Borges inaugura una muestra que explora el trabajo realizado por el Taller de Arte Mural en las Galerías Pacífico: una obra de arte testigo de la historia
En septiembre de 1946, Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Demetrio Urruchúa, Manuel Colmeiro y Juan Carlos Castagnino presentaban las pinturas murales que habían realizado en las Galerías Pacífico. El Centro Cultural Borges inaugura una exposición que revisita este importantísimo trabajo y convoca a poner la mirada sobre una de las obras más importantes del patrimonio cultural argentino.
La muestra refleja un profundo trabajo de investigación, a partir de la recopilación de bocetos originales, de documentación fotográfica y de archivo otorgado por las familias de los artistas. Las curadoras e historiadoras del arte, Cecilia Rabossi y Cristina Rossi, reconstruyen la vida de estos murales, que ya vieron pasar más de sesenta años de historia argentina.
Los muralistas: un proyecto colectivo, comprometido y para todos
Las pinturas murales de las Galerías Pacífico fueron el primer y único trabajo que pudo concretar el Taller de Arte Mural (TAM), fundado en 1944 por estos cinco artistas que reunían su idoneidad por un proyecto muralista.
La inspiración había llegado en 1933 con la visita de David Alfaro Siqueiros, que consigo traía la experiencia que se había desplegado en México. Los integrantes del TAM sabían que era imposible desarrollar un movimiento similar al mexicano, que había vivido una revolución y contaba con la política cultural de José Vasconcelos. Sin embargo, no renunciaron del todo a la idea: formaron este Taller como un espacio colectivo, buscando ganar muros para el arte público.
La convocatoria para realizar este trabajo en las Galerías Pacífico significó un salto grande para el grupo: "Están concretando un planteo de trabajo en conjunto para modificar realidades, de ocupar espacios públicos y quebrar la cuestión del arte que se muestra sólo en museos", explica Cristina Rossi.
Los muralistas pensaron que el trabajo de Galerías Pacífico era una piedra fundacional de una expresión a diseminarse por todo el tejido urbano. Lamentablemente, este fue el único trabajo que pudieron concretar, por una falta de iniciativa oficial que también se reflejó en la falta de conservación del patrimonio cultural.
El mural: un arduo trabajo en equipo
"La tarea en la cúpula de las Galerías Pacífico es bravísima" escribía Spilimbergo a su mujer. El trabajo realizado por el TAM es una muestra de la fuerza que pueden alcanzar diez manos por un objetivo. La exposición del Centro Cultural Borges refleja la etapa preparatoria de los bocetos y la elección de la temática, así como también la evolución de los planteos de los artistas y la superación de las dificultades de realización.
Partiendo del problema de repartir una cúpula perfectamente divisible en cuatro, entre cinco artistas, el grupo tuvo idas y vueltas en los planteos. Las curadoras destacan que en la documentación se observa la búsqueda de una unidad compositiva dentro, de un trabajo consensuado, en el espacio del taller.
Para estos defensores del realismo, el mural era una de las máximas aspiraciones. La temática de la pintura es definida por las curadoras como "el hombre dignificado por el respeto fraternal, socialmente integrado a través de su trabajo". Este hombre es argentino y vive en un contexto mundial de posguerra. El arte de estos muralistas es un arte social, comprometido con la idea humanista de que este hombre es el único capaz de transformar la riqueza con su trabajo, pero además, de construir la paz.
El edificio: un testigo de los avatares políticos
Las Galerías que albergan los murales estuvieron sometidas a las vicisitudes del devenir político del país. Así a los momentos de esplendor, se sucedieron momentos de desidia.
El edificio surgió como una galería comercial en el siglo XIX, pero ese objetivo quedó desplazado con la instalación de los ferrocarriles británicos. En 1945, la empresa ferroviaria decide recuperar en la planta baja ese lugar comercial, manteniendo sus oficinas en los pisos restantes, para lo que convoca al estudio de Aslan y Ezcurra. Estos arquitectos son los que convocan al TAM para el programa iconográfico que abarcaba la cúpula y las cuatro lunetas ubicadas en cada una de las entradas de las galerías.
La exposición también da cuenta de qué paso debajo el mural a lo largo de estos años, en una historia que todavía no termina. Al comienzo, las Galerías Pacífico albergaron exposiciones de arte y de novedades de interés general, y fueron un espacio de paseo obligado para los habitantes de Buenos Aires. Con el tiempo, el centro comercial empezó a decaer y los murales, a deteriorarse.
En los sesenta llega el primer peligro de demolición, que se evitó gracias a una activa resistencia de artistas y comerciantes. Recién en 1978, la inminencia del Mundial de fútbol y una Buenos Aires de la que se busca dar la mejor cara, empujan a una primera restauración, que fue coordinada por Antonio Berni.
En los noventa llega una nueva remodelación del edificio, luego de ser declarado Monumento Histórico. En esa ocasión se retiran las lunetas y son llevadas a un edificio dependiente del Ministerio de Educación. En el año 2006 comienza un proceso de conservación hasta su emplazamiento definitivo en el Museo del Lector diseñado por Clorindo Testa, que se planea inaugurar en 2010.
De este modo, la exposición que abre sus puertas mañana en el Centro Cultural Borges invita a detenerse sobre el valor de esta fundamental obra de arte que en su cúpula alberga Galerías Pacífico. Quizás así, el mural ya no nos vea pasar distraídos. Quizás así, empecemos a devolverle la mirada.
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