Una identidad viva en evolución permanente
Diseñar noticias en cualquier plataforma es sin duda aquello que nos convoca. No tiene que ver con el tamaño del papel o con la tecnología que nos traiga cada época. Tiene que ver con las noticias, con la vida que cambia, con la necesidad de entendimiento y de reflexión. La efectividad para contar la realidad en toda su complejidad es un desafío cotidiano. En cualquier formato.
Hoy LA NACION elige estandarizar su tamaño de la edición papel, en 28 cm de ancho por 41 de alto, un formato ágil que se asentó de lunes a viernes y que con el camino recorrido llega al fin de semana. Lo hace con novedades de propuesta editorial, de suplementos y de diseño. Una diagramación flexible que no le pone límite a la cantidad de títulos, y puede expandirse a lo largo de las páginas según la cobertura lo requiera.
El formato cambia, pero la identidad perdura. Es su estructura invisible la que la sostiene. Y no por invisible resulta inmóvil, sino exactamente lo contrario. Para que la identidad siga viva esa estructura se renueva constantemente sin ser vista. En las páginas impresas, puede ser algo muy sutil como un espacio blanco más ancho o más angosto de escasísimos milímetros de diferencia que separa dos notas, o una pequeña línea negra de 0,3 pt de espesor que se ubica más cerca o más lejos de una columna de texto; puede ser un uso tipográfico que cambia o pueden también ser definiciones gráficas más contundentes a las que esta estructura sostiene sin fisuras. Desde una visión casi cinematográfica de grandísimas y muy seleccionadas fotografías a un gran espacio para una visualización de datos o una infografía, y también claro, maneja su amperímetro para encontrar y contener el tamaño exacto, grande o pequeño, en que la plástica de una ilustración logra su máximo esplendor.
La identidad gráfica de LA NACION está basada en muy pocos elementos visuales. Esencialmente en el espacio en blanco y en los pesos y tamaños tipográficos (cuán gruesa o negra es una letra de titular, por ejemplo) este camino de tremenda austeridad fue el elegido como base para su constante evolución. Y es de allí que surge su infinita flexibilidad, esa que hoy permite evolucionar en forma constante y sólida sin necesidad de disrupciones. Es que esta austeridad no es realmente tal, es en cambio una síntesis de inmensa riqueza. Con muy pocos recursos de diseño permite percibir si estamos leyendo un análisis, un título de alta temperatura periodística o un regalo literario, y por el otro lado habilita a sumar registros cada vez que nos lo propongamos, con la noble capacidad de albergar todo lo que podamos imaginar.
LA NACION llega al fin de semana con alta visibilidad de títulos propios y de columnistas, con una fuerte apuesta a la fotografía periodística y al uso de lenguajes visuales en tapa, como ilustraciones o visualizaciones, y acompaña con variedad temática y gráfica en los suplementos.
Hoy hay una oportunidad, la edición papel llega al sábado y domingo en un nuevo formato. Pero sobre todo llega sabiendo que va a acompañar uno de los mejores momentos de lectura, uno de gran calidad, ese momento íntimo en que cada uno elige interactuar con la vida pública en forma privada, reflexiva y personal.
Es un honor que nos elijan para ese momento.
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